AL ABRIGO DEL ALBA Y LA PLUMA

Las flores se abren con el sol y se repliegan en la oscuridad. ¿Es magia o es naturaleza? No lo sé. Solo sé que ocurre. Hoy es sábado. Son las seis de la mañana y, como otras veces, llego al prado interior donde no hay sombras ni brumas de intranquilidad. Solo habita la placidez de pensar en lo que me mueve. Recuerdo aquellos años de horarios fijos, cuando el viernes a las cuatro de la tarde cerraba la jornada. Entonces venía el descanso: brindar con amigos al salir del trabajo, practicar deporte desde temprano o, de vez en cuando, asistir a alguna fiesta. Era otra etapa, otro modo de vivir los fines de semana. ¡Cómo cambian los tiempos! Hoy, con setenta años a cuestas, la motivación ha mutado. Los viernes por la tarde o noche ya no son de algarabía, sino de café y contemplación. Me siento frente al océano, dejo que las olas hablen y rescato de ellas pensamientos, reflexiones o versos. Y los sábados —como hoy— me levanto temprano, cuando aún duerme el mundo, para escribir l...