EL FÚTBOL QUE LLEVO EN MIS VENAS



Está terminando el campeonato mundial de fútbol, que se está realizando en Brasil, ha vuelto a Sudamérica después de 36 años. Qué rápido transcurrieron  los casi 30 días. A aquellos que nos gusta este deporte claro que lo sentiremos mucho. Nos habíamos acostumbrado al resumen de las jugadas,  a las alegrías y tristezas, los famosos penales, las grandes derrotas, los nuevos valores y las inesperadas decepciones. 

Este año, los  juegos se hicieron por la mañana y por tarde en el horario peruano: a las 11, luego a las 14 y otros a las 17 horas, de modo que saliendo del trabajo no llegaba a verlos directamente, pero sí a las grabaciones, para eso con anticipación me había comprado el TV adecuado y con suscripción a DIRECTV, si bien no era tan sorprendente, y los comentaristas muy tirados hacia Argentina, sí me permitía grabar los juegos y me deleitaba reproduciéndolos, regresando a casa mientras almorzaba.


Esta dependencia por la pelota, siempre me ha acompañado, mi primer mundial, que recuerdo muy tenuemente, fue de 1966, cuando en Chiquián, les oía comentar a algunos mayores, las hazañas de los coreanos y portugueses, pero muy poco, claro después vi las imágenes en el cine, la expulsión de Rating, el gol anulado a Alemania y la masacre a Pelé, desde ahí seguí siempre con la mayor dedicación a los siguientes: Mexico 70, Alemania 74, Argentina 78, España 82, México 86, Italia 90, Estados Unidos 94, Francia 98, Japón 2002, Alemania 2006, Sudafrica 2010. 

Sé que muchos hombres pareceremos extraños por tener tanto apego al fútbol, las mujeres, por lo general ni siquiera saben de qué es este deporte, pero en mi familia, eso no ocurre, una de las primeras aficionadas es mi madre que a sus 87 años sigue fiel al deporte, ella no está del lado del que uno le diga, sino de aquel que le guste luego de ver los primeros minutos, incluso se da ese corto tiempo para decirte quien podría ganar. 

Eso deja notar que en mi casa desde niño fuimos muy aficionados a este deporte, por eso, en años anteriores sacaba mis vacaciones para deleitarme viendo el mundial y  muchas veces, con mi padre nos pasábamos 30 días dentro de la casa, viendo todo el día, y leyendo todos los periódicos deportivos, y  este interés se multiplicaba por 10 cuando asistía Perú. Por eso cuando, ciertos sabiondos, rajan del fútbol, y de los que nos gusta, simplemente decimos, que lo hacen por figuretis, porque rajando, quieren volver a la primera plana, no resisten ser postergados al último lugar por estos 30 días. 

Mi gusto al fútbol, vino con mi nacimiento. En mi barrio de niño en Chiquián, nuestro principal regalo navideño era una pelota, y a todos en el barrio, llamado “agocalle”, “Venecia”, porque el agua en los meses de invierno: enero, febrero y  marzo, cubrían las calles, nos regalaban pelotas, y jugábamos todos los días, cuando muy pequeños en las calles, y conforme íbamos creciendo, todas las tardes, nos dirigíamos al estadio de tierra, del pueblo, donde los diversos grupos de niños, jóvenes y adultos, se repartían el estadio tomando secciones a lo ancho; en esas competencias, aprendimos todo lo que mostramos luego en Lima, y lo habríamos hecho tan bien, que cuando, nos incorporamos a la vida, en la capital, sea universidad o barrios, destacamos en el fútbol, la prueba es que, en mi barrio de ingeniería, éramos siempre titulares en los partidos de fulbito, luego en la UNI, también seleccionados de nuestra facultad, posteriormente también seleccionados en mi trabajo y mi pueblo en campeonatos interprovinciales. Por eso, esa promoción de amigos del barrio de Venecia,  sí que jugamos bien, y luego todos los que nos uníamos en el estadio de Jircán, también, jugamos a alto nivel. 

De ahí, me viene, esa afición, impostergable por el fútbol, y por supuesto que me ha llevado a grandes disgustos, y también alegrías, porque el fútbol siempre te da las dos cosas. A mí, los recuerdos negativos, han sido muy pocos,  y están relacionados con los penales, aquellos que se yerran en el último segundo, y como consecuencia, pierdes una clasificación a la siguiente etapa, o hasta el campeonato del mundo como Baggio en el mundial de Estados Unidos. 

Pero los recuerdos positivos del fútbol son mayores, como aquel campeonato interfacultades de la UNI mientras estudiante de física y era capitán de ese equipo donde nuestro esquema de juego era el contraataque, y nos bajamos a los eternos grandes: mecánica, petróleo e industriales, luego en mi trabajo capitaneando a la selección del IPEN campeonamos en la Copa Ciencia, inter instituciones de ciencia de Lima,  y después en memorables jornadas defendiendo a mi querido Chiquián en campeonatos del Rímac y la Copa Perú. 

Hoy por la final 2014, siguiendo la vena futbolística familiar, nos reuniremos en casa mi hermano Uli, y mis sobrinos, porque dejar pasar la final de un mundial sin mirarlo juntos es como dejar pasar el aniversario de nuestras vidas, pues juntos con mi hermano, caminamos por la vida del deporte, Chiquian, la UNI, Rimac y Huaraz, y en ese homenaje mi madre y hermana, nos alistarán la mejor comida, juntos todos hombres y mujeres gritaremos las mejores jugadas, recordaremos anécdotas de los ausentes, desde mi padre que nos dejó el 2000, hasta mi sobrinita que se fue hace dos días para hacer estudios de posgrado al extranjero,  y cuando finalmente termine el partido y se corone campeón mundial cualquiera de los equipos, aplaudiremos,  y nos retiraremos envalijando nuestras aficiones hasta el próximo mundial, manteniendo la esperanza de que pudiera estar Perú. Por ahora somos Argentina en el maracaná. ¡Viva el fútbol!.

La Pluma del Viento

Lima, 13 de julio de 2014

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