EL COSTO DEL SABER O GAJES DEL ESTUDIANTE: UN PARTIDO PERDIDO Y UNA EXPOSICIÓN FALLIDA
Trabajar
y estudiar una maestría parece ocurrir solo en países en desarrollo. Cómo
compararse con aquellos alumnos que tienen dedicación a tiempo completo. Claro
eso es imposible o muy difícil, pero que se hace no alcanzaste la beca porque
la edad no te lo permitió. “Si lo entiendo pero reconoce que, también, hay jóvenes que trabajan”, me aclara
mi memoria. Trabajar 40 horas luego
asistir a clases presenciales 12 horas semanales entre lunes a viernes, solo
se puede hacer si te levantas más temprano o te acuestas mas tarde y claro le
robas horas a los feriados y fines de
semana y al fútbol. Esto se agrava o se hace más exigente cuando cursas el
postgrado en la mejor universidad del país, y como tal, sus profesores tienen
el compromiso de mantener un gran nivel. Por su puesto ese es el atractivo de buscar esta universidad
(PUCP), su prestigio lo demuestran sus egresados que ocupan los mejores cargos
en los sectores público o privado. Así, los alumnos no se quejan por la exigencia para eso
vinieron.
Como
para dejar registro del esfuerzo que hay que hacer para aprobar un curso les
relato mis actividades del último viernes (6.11) como cierre a una de las múltiples
semanas que parecen ser lo mismo. Eran las 5: 30 de la mañana el timbre del
celular y reloj estaban en funciones de despertador, por eso casi en coro gritaban, “ya pues,
levántate, se te hace tarde”, que te queda, es cierto, una pequeña demora con
el tráfico diabólicamente complicándose llegaríamos tarde al bus del trabajo que se detiene en el paradero solo el tiempo que demoran en subir las personas que
están nunca espera ni un segundo más y si lo pierdes pues tienes que vértelas,
tomar un colectivo para llegar al ovalo
de Puente Piedra y desde ahí debes tomar un taxi hasta el lugar de trabajo que son
unos 20 minutos cerro adentro al Centro Nuclear de Huarangal.
¡¡Ah
no!!, ese recorrido tan difícil te remueve el cerebro y como peleando con un
monstruo plúmbeo logras vencerlo y das un salto terminando de pie fuera de la cama,
luego te alistas metes al maletín el cuaderno que usarás en la clase de la
noche, las memorias electrónicas donde está el trabajo avanzado, ¡Cuidado que
te olvides puede ser el fin, mister Murphy ronda!, también incorporas la "lap top" pequeña, el cargador,
los lapiceros, y los artículos y copias
básicas. Pero, ¿y el desayuno?. Ah, la leche caliente no le pongo nada,
nada de pan el médico me recomendó que no lo hiciera así que como fruta lo
que puedo y tomo una manzana y una
mandarina, meto en una bolsita al maletín y salgo apresurado, sorprendido de
cuánto quepa este maletín, ya en la calle guardo la calma para mirar ambas direcciones mientras cruzo las calles, para no ser despedazado por alguna combi o mototaxi.
Como
es viernes (6.11) usualmente tenemos un campeonato de fútbol en el mes de
noviembre porque el aniversario del reactor nuclear es el 30 de noviembre y la
final debe coincidir con esa fecha, y para mí el fútbol es un desfogue ideal aunque a veces uno viene con una carga de estrés mayor de lo usual y en el campo de
repente se te va la boca o el pie, eso me ocurrió hace dos fechas cuando
me expulsaron, seguro que el árbitro tuvo la razón por lo que descansé la
última fecha, y hoy sí me toca jugar pero no puedo participar, ¡mi única válvula de tranquilidad
la cortaron!.
Esto ocurrió porque el día anterior jueves (5.11), cuando eran las 16:15 horas vi el celular, que había sido clausurado durante todo el jueves pues tenía que concluir un experimento con el reactor nuclear, que ya lo habíamos iniciado el miércoles su culminación duró unas 3 horas entre las 9 horas hasta las 12 horas. En el celular se notaba el registro de la máxima autoridad de mi trabajo, así que la llamé y muy amablemente me pidió que representara a la institución el día de mañana a las 16 horas y que era una cuestión impostergable pues se trataba de la elección del Premio Nacional de Ciencia y Tecnología 2015. Muy respetuosamente le dije, si dicha reunión no pasa de las 17:30 horas, todo bien. Si claro es rápido, me respondió. Con esta aceptación casi por obligación había dejado fuera mi partidito de fútbol tan ansiado, pues si mi juego comenzaba a las 14 horas era imposible tener tiempo para alistarme y salir hacia Concytec. Debo decir que los viernes por el fútbol llevo mi auto pues hay que cargar el maletín con todos los utensilios deportivos.
Esto ocurrió porque el día anterior jueves (5.11), cuando eran las 16:15 horas vi el celular, que había sido clausurado durante todo el jueves pues tenía que concluir un experimento con el reactor nuclear, que ya lo habíamos iniciado el miércoles su culminación duró unas 3 horas entre las 9 horas hasta las 12 horas. En el celular se notaba el registro de la máxima autoridad de mi trabajo, así que la llamé y muy amablemente me pidió que representara a la institución el día de mañana a las 16 horas y que era una cuestión impostergable pues se trataba de la elección del Premio Nacional de Ciencia y Tecnología 2015. Muy respetuosamente le dije, si dicha reunión no pasa de las 17:30 horas, todo bien. Si claro es rápido, me respondió. Con esta aceptación casi por obligación había dejado fuera mi partidito de fútbol tan ansiado, pues si mi juego comenzaba a las 14 horas era imposible tener tiempo para alistarme y salir hacia Concytec. Debo decir que los viernes por el fútbol llevo mi auto pues hay que cargar el maletín con todos los utensilios deportivos.
Pero
el programa del viernes (6.11), ya se había construido unos días antes, por
la mañana a las 10 tendría una presentación
sobre el Plan Estratégico de Utilización del reactor RP10, para lo cual había
sido designado como coordinador del grupo de trabajo. Así que, luego de llegar a casa a las 17:15 horas del jueves
(5.11) continué con el trabajo final del curso de Gestión del Conocimiento el
cual debíamos presentarlo como grupo a las 19:10 horas, durante 25 minutos, y
esto se haría previo envío (por e-mail) del trabajo completo unas dos horas antes. Entonces, avancé lo que
pude eran 9 aspectos menos mal que el trabajo lo relacionamos con el IPEN, y
sobre él si tenía abundante información, pero eso me amarraba a que debía
asegurar que el trabajo se terminara trabajando compartidamente o solo. Eso no
contaba, siendo jueves a las 18 horas tenía que concluir lo que faltaba,
pues el programa del viernes no tendría espacios salvo el del almuerzo que
ocurre entre las 12 a las 14 horas.
Por
eso, el jueves avancé dejando pendiente solo un aspecto, por ello me acosté muy
tarde para mi costumbre, a las 2 de la
mañana, durante toda la semana me había acostado a las 0.45 horas, siempre
haciendo la tarea. Para estos casos recuerdo el pensamiento anti-Murphy, “si
mañana tienes que presentar algo, conclúyelo hoy completamente, porque si falta
algo, eso no lo vas a poder hacer mañana”, por eso antes de irme a dormir grabé en dos memorias incluso en la PC, y envié por correo a los colegas
integrantes del grupo, y a mi propio correo. Ese viernes (6.11), salí de casa a las 7
horas, el sueño no era tanto, pero sí sentía que los ojos estaban pesados, y
rojos. Puse el noticiero de costumbre (radio exitosa, detesto el estilo de
Butter en radio capital), me entretuve con Lucar hasta
que llegué a las 8 horas al trabajo. Lo que hice de inmediato fue preparar mi
exposición de las 10 horas, lo leí, menos mal que esta exposición la había
preparado hace casi 1 mes con otro motivo pero debía releerlo, siendo las 9:
30, me dio tiempo para abrir el archivo de la tarea, y volver a mirar lo que
faltaba, abrí el Excel y ahí lo dejé eso me dio confianza de lo poco que
faltaba. La exposición, pactada comenzó a las 10:15 horas, y se extendió hasta
las 11:45 horas, todo salió bien así que de inmediato volví a mi oficina.
Avancé
lo que faltaba de la tarea, completé la tabla en Excel, escanié las figuras y
las integré, lo más difícil era actualizar todas las referencias, casi 27,
utilizando el APA del word2010, mientras se aproximaba velozmente las 14 horas,
llegó un colega, comunicándome que, “en Concytec la sesión es puntual, y está
lejos, si no sales ya no vas a llegar puntualmente”. Para terminar, me aseguré
que el correo fuera con el archivo adecuado a los integrantes del grupo ellos
le darían una revisión final y se lo enviarían al profesor. Mientras cerraba la
tarea, aparecieron dos colegas, integrantes del equipo de fútbol, y se
lamentaban que repentinamente hubiera sido encomendado a una representación. De
momento me hicieron creer que jugaba bien, pero rápidamente me di cuenta que no
era eso, sino que también otros integrantes habían fallado hoy.
Finalmente,
luego de asegurarme que todos los materiales necesarios para la exposición de
la noche estuvieran en el maletín, dejé mi oficina a las 14:15 horas, camino
hacia Miraflores, nunca había ido a Concytec, en su ubicación actual, pero como
un colega me indicó quedaba cerca al Instituto de Gobierno de la USMP, en el parque reducto. El jirón buscado es paralelo a la vía expresa,
y el local está en la intersección con la avenida Benavides.
A
mis colegas con quienes solemos almorzar, cuando vinieron a pasarme la voz,
como a las 12:30 horas les dije que esta vez no iría. Así, con el estómago
clamando por algo, llegué a puente piedra eran las 14:35 horas. Luego de pasar ciertas
situaciones de peligro, y sobre todo de irritación por los aglomeramientos,
llegué al Puente del Ejército en Caquetá como a las 15:17 horas, frente a la
cantidad de vehículos, entre camiones y combis, pensé que no llegaría a tiempo,
pero me consolaba diciendo que no creo que dure 40 minutos el trayecto.
Luego
de dar la vuelta casi 270º a la Plaza Unión salí hacia el centro cívico, para
bajar hacia la vía expresa, el tráfico era el usual, solo debía tener
paciencia, porque cualquier error impediría llegar a tiempo. Por suerte, en la
cuadra de la intersección con Benavides encontré un espacio, en la calle, en medio de autos que copaban cualquier
posibilidad de estacionamiento. Luego de
preguntar a un vigilante a dónde quedaba Concytec, llegué al lugar a las 15:58 horas, en la mesa de partes me dijeron
que nos llamarían para el inicio de la sesión. El inició se dio a las 16:17
horas, luego de la presentación de la Presidenta de dicho organismo, pedí la
palabra, y le dije, “habiendo recibido el encargo el jueves (ayer) en la tarde, tenía compromisos, lo que
me impedía continuar más allá de las 17:30 horas”, la autoridad convocante
comprendió e iniciamos con mi expediente, que era solo de un concursante,
hicimos las puntuaciones correspondientes y con la anuencia de todos, salía del
Concytec a las 17:37 horas, subía al auto, con completa confianza y
tranquilidad, que daría tiempo para llegar con comodidad a la universidad que
queda en San Miguel.
Estando
a las 18:17 horas frente a la Taberna Queirolo, me estacioné, diciendo, “creo que hay
tiempo para tomar un lonche a modo de almuerzo”, bajé, pero en cuanto di unos
dos pasos, reflexioné y saqué cuentas, si termino en 30 minutos, estaría al
borde de nuestra presentación, eso no es bueno, mejor llego antes, y nos
ponemos de acuerdo con el grupo en cómo sería nuestra presentación, y en qué
computador, porque la presentación final sería vía Skype, así que volví al
auto, y me encaminé hacia la universidad, y la verdad sentí que había tomado la
decisión adecuada, pues para qué llegar tarde, si todo ha salido bien, lo
debemos cerrar con broche de oro una buena presentación.
Ah,
mientras manejaba por la vía expresa camino a Concytec, recibí un mensaje al
celular, desde un colega del grupo, donde me comunicaba que le había enviado el
archivo terminado al profesor que estaba en Japón. Con toda esa información, y
la tranquilidad de haber hecho los pasos adecuados y haber cumplido con los
compromisos asumidos, pero a costa de no haber jugado mi ansiado partidito de fin
de semana, y sin el almuerzo dietético.
Cuando
llegué al aula, eran las 18: 30 horas, observé a los grupos que nos antecederían
en la presentación, eran dos, nosotros éramos
el tercer grupo. Todo estaba programado, éramos tres personas en el
grupo, nos dividimos los puntos que cada uno expondría. Por dentro pensaba, terminada la exposición,
no habrá restaurante que se resista.
Pero
¡oh!, ¡sorpresa!, el primer grupo no pudo contactarse con el profesor durante
el tiempo de su turno, tampoco el segundo grupo, igual con nosotros.
No
hay contacto con el profesor, ni por celular, ningún por correo. ¡Qué decepción¡
todo el esfuerzo para culminar la tarea y deshacerse de la tensión, ahora se
prorrogará unos días más. Y seguro que se juntará con otras tareas pendientes
que están por cerrar, porque los cursos están llegando a su fin.
Luego
de intercambiar bromas, supuestos y derramar algo de bilis. Coincidimos,
esperemos que no haya ocurrido nada malo, pero que ha tenido un inconveniente
serio, creemos que sí, de otro modo él se hubiera comunicado.
Finalmente
y poniéndole una buena cara al mal tiempo, dijimos, lo bueno es que esta
presión nos hizo producir un trabajo, ya está concluido. Pasado unas horas, el
profesor envió un mensaje a todos los grupos, la falla, fue que el avión tuvo
un retraso y no llegó a su hotel a la hora prevista. Así que, esperaremos una nueva
fecha para la exposición, pero mientras eso ocurra, ya comenzó a correr el tiempo para el cierre
de los otros trabajos de los 2 cursos pendientes, y seguro que nuevamente la
tensión subirá hasta el máximo cuando falten horas o minutos para el cierre del
plazo, y seguro, también, que seguiremos
haciendo múltiples tareas, a costa de nuestros feriados, fútbol o fines de semana.
Es el costo del saber. O mejor dicho, son gajes del estudiante que trabaja.
A reír
y aplaudir, salud, día sábado!!!
La
Pluma del Viento
Lima,
8 de noviembre de 2015
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