DE LAS NUBES AL PUNTO CARAQUEÑO DE SABOR


Los viernes su mente se pone en modo esperanzador al descanso, a la tregua del trabajo, sus recuerdos le llevan a eso. Sin embargo, esta vez se sentía más cansado, casi agotado, y con poca motivación. Se alarmó "no será que estaré fuera del rango de azúcar" se preguntó. 

Por los años ochenta en días similares podría estar haciendo deporte en campeonatos internos o encaminándose hacia alguna peña como, Hatuchay o Brisas del Titicaca, él no era de las peñas criollas. Su centro de trabajo radicaba en la zona urbana, avenida Canadá, San Borja, tenía un campo deportivo de fulbito, de vóley, de frontón, camerinos deportivos: era un club propio. 

Cómo cambia la vida y cómo pasa el tiempo, para todos. Ahora su centro de trabajo estaba en una zona rural, Huarangal, allende las últimas casas y en medio de colinas de Carabayllo. Par alcanzar zona urbana usaban los buses propios que paraba en puntos (paraderos) determinados, así no había libertad para hacer deporte, a pesar que disponían de campo de gras inmenso, y menos bajar en algún punto cercano a un recreo o peña. 

Hoy, casi excepcionalmente, llegó a un restaurante "caraqueño" pero con sabor de calle, de barrio, mismo breña, la victoria o el Rímac. Se preparaba unos anticuchos, rachi, del mejor estilo y sabor peruano. Todos los que atienden son venezolanos desde el que limpia el piso, el cocinero y los que atienden, este lugar están en Los Olivos, al costado del estadio Naranjal. Pidió como su memoria manda: porción de anticuchos y rachi, con papa y choclo. Todo eso 35 soles. Una latita de cerveza 10 soles. Le pareció caro, pero eso estaba en segundo plano él requería de un oasis. 

Llegó temprano las 17:30 horas, fue el primer cliente, en oportunidades anteriores vino por aquí mas tarde y estaba repleto de comensales. Es muy solicitado porque su diferencial es: tamaño bondadoso, sabor auténtico, papa al día, choclo suave, pero sobre todo su especial plato donde lo sirve, es una mini parrilla en el primer nivel carbón suficiente y sobre él la carne, que se mantiene caliente todo el tiempo que desees un hora por ejemplo, da tiempo para hablar y comer. 

Aun cuando camine solo, en su interior no lo está, menos en estos casos de un restaurante espacioso. Sacó su cuadernito, de su fiel vehículo, estacionado en la puerta misma (espacio tuvo porque llegó temprano), y como si tuviera toda la paz del mundo, comenzó a rasguñar ideas, lo que la mente decidiera, ella manda, talvez toque sucesos interesantes del día, por lo general escoge aquello de lo mas agradable, y pospone lo contrario, desagradable o irritante.  Así como en la erupción de un volcán, vino a su mente el loable acontecimiento: ayer jueves aprobó el exigente examen práctico de operador del reactor nuclear RP10. Nada menos que una dama YBA. Después de mucho esfuerzo ahora se convertía en la primera mujer operador licenciada de suda américa y el caribe. Así que enterado de aquello subió a su oficina a felicitarla y a entrevistarla, ella muy amable le propuso para otro día. 

Pero la mente incómoda también te propone recuerdos diferentes, y recordó que durante la semana tuvo muchas tareas absorbentes, compromisos pendientes, sesiones en videoconferencias: proyectos con plazos para ayer. Con solo recordarlos le provocó incomodidad, menos mal que llegó el mozo, y sugirió hacer espacio en la mesa. 

El plato inmenso, y la amabilidad de la atención, lo tranquilizó plenamente, cerró el cuadernito y siguió el programa de saborear el lonche criollo - caraqueño. Buen provecho Acucho.


La Pluma del Viento

Naranjal, 24 de mayo de 2024 (24.5.24)

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