RP10: LEGADO DE UNA VIDA Y ORGULLO DE LA NACIÓN
Es sábado por la tarde, y mientras el silencio llena mi casa, mis
pensamientos me llevan de vuelta a una noche que marcó mi vida y la historia
científica de mi país: el 30 de noviembre de 1988. Esa noche,
a las 19:30 horas, el reactor nuclear peruano RP10 alcanzó la
criticidad por primera vez, un momento que significó no solo el nacimiento de
una instalación científica, sino también la culminación de años de trabajo,
aprendizaje y dedicación.
Los cimientos de un sueño
Todo comenzó en 1977, cuando Perú firmó un contrato con Argentina para
construir el Centro Nuclear de Investigaciones del Perú, con el reactor nuclear
RP10 como su pieza central. En 1978, fui uno de los 20 jóvenes seleccionados
para estudiar la primera versión de la maestría en Energía Nuclear, un programa creado
específicamente para formar a los futuros especialistas que darían vida al
proyecto, proveníamos de diversas disciplinas de ciencias e ingeniería. Fue un camino desafiante, lleno de horas de estudio en Lima, seguido
por un entrenamiento riguroso en Argentina en los prestigiosos centros
nucleares de Constituyentes y Ezeiza. Allí aprendí de grandes mentores, como el gran físico Guillermo Ricabarra, y la
recordada física Mariza Bang, quien más tarde se convertiría
en pieza clave durante la puesta a crítico.
El día en que todo cambió
Esa noche histórica éramos cuatro físicos en la sala de control: Mariza Bang,
coordinando con precisión como representante de Argentina, y tres peruanos: Aurelio, Juan y yo, cada uno vigilando las cadenas de neutrones
desde nuestras estaciones. Aunque todos estábamos completamente concentrados en
nuestras tareas, había un aire de expectativa y emoción contenida. Cada carga
de combustible, cada ajuste en las barras de control, era un paso más hacia el
crítico, un avance medido con lápices, reglas, calculadoras y la experiencia acumulada
durante años.
Finalmente, la última carga de combustible fue colocada en el núcleo del
reactor. Las cámaras de fisión comenzaron a registrar un crecimiento
espectacular en los contajes de neutrones. El sistema estaba al borde de la
criticidad. Con instrucciones cuidadosas y movimientos precisos, los operadores
extrajeron las barras de control hasta alcanzar el nivel exacto. Cuando las
lecturas de las cámaras se estabilizaron, supimos que lo habíamos logrado: el
RP10 estaba crítico. Un grito de alegría llenó la sala: "¡Lo
logramos! ¡Viva Argentina y Perú!"
Más allá de lo técnico: El sentimiento de un logro
colectivo
Ese momento no fue solo un triunfo técnico, sino una confirmación de que la
ciencia, cuando se combina con esfuerzo colectivo, puede alcanzar grandes
cosas. Richard Feynman tenía razón al decir que "el juez supremo
de la verdad es el experimento". Todo lo que habíamos calculado,
simulado y anticipado se hizo realidad esa noche. Pero el RP10 no nació solo
del trabajo de los físicos; fue una obra colectiva que incluyó ingenieros de
mantenimiento, operadores, oficiales de protección radiológica y técnicos de diversas
disciplinas, cada uno aportando su grano de arena para este logro nacional.
El presente: Un legado en manos jóvenes
Hoy, 36 años después, el RP10 sigue siendo el reactor nuclear de investigación
más potente de América Latina y el Caribe, un testimonio vivo de lo que podemos
lograr como nación. Lo más gratificante es ver cómo nuevas generaciones de
físicos, químicos, electrónicos y mecánicos han tomado la posta. Ellos trabajan
en los grandes grupos de Operación, Mantenimiento, Protección
Radiológica y Física de Reactores, aplicando las enseñanzas que hemos compartido. En ellos reside el futuro, y estoy seguro
de que llevarán este legado a nuevas alturas, en beneficio de la ciencia, la
tecnología nuclear y la sociedad peruana.
Un último año, un eterno recuerdo
Este es mi último año trabajando en el RP10. La jubilación se acerca, y
aunque la idea de despedirme de este lugar es agridulce, me llena de orgullo
saber que dejaremos un camino trazado para que otros lo sigan y lo amplíen. El
Centro Nuclear RACSO, como se le conoce ahora, sigue siendo la mayor inversión
científica del Perú y un símbolo de nuestra capacidad para soñar y construir un
mejor futuro.
Hoy, mientras escribo estas palabras en soledad, la nostalgia me envuelve,
pero también la alegría de haber sido parte de algo tan trascendental. El
RP10 no es solo un reactor; es un legado, una gesta que comenzó hace décadas y
que continuará en manos de quienes vienen detrás.
¡Feliz 36 años al RP10! Que esta fecha sea un recordatorio
del poder transformador de la ciencia, del trabajo en equipo y del compromiso
con nuestra patria. Aunque pocos recuerden este día, en mi corazón siempre será
un hito imborrable, un faro que iluminó mi vida y, espero, seguirá iluminando
la de muchos más.
RP10: Amigo de ciencia y vida
En la cumbre de Huarangal un sueño forjado,
allí donde los núcleos hallaron su razón,
nació un reactor, el RP10 añorado,
es un faro de ciencia y orgullo de mi nación.
De Argentina a Perú un puente tendimos,
con mentes brillantes y manos febriles,
los neutrones danzaron, entre brazos que tejimos,
y el átomo cantó huaynos entre pasos sutiles.
Aquel 30 de noviembre, una noche inmortal,
la fisión del núcleo susurró su vibrante verdad,
las cámaras estallaron, su señal fue total,
¡crítico el reactor! Nuestra obra y heredad.
La alegría estalló en la sala de comando,
un grito al unísono retumbó: Perú y Argentina,
la ciencia brilló, con su historia abrazando,
el esfuerzo de todos iluminó esa rutina.
Hoy, años después, miro hacia atrás,
con nostalgia en el pecho, con calma y paz,
jóvenes ahora llevan la antorcha al andar,
la posta tomada, el futuro que irán a forjar.
RP10, reactor y memoria,
tus neutrones son ecos de mi historia,
sigues latiendo aquí, con noble gloria,
alumbrando senderos en mi trayectoria.
Y cuando el tiempo mi paso detenga,
y la jubilación me aleje de tu luz,
serás siempre el faro que mi alma sostenga,
un monumento al esfuerzo, dedicación y virtud.
¡Viva RP10, eterno y brillante!
La Pluma del Viento
Lima, 30 de noviembre de 2024
Comentarios
Tu poema es una obra maestra que encapsula la grandeza de un logro tan significativo como el RP10, llevándonos por un viaje de orgullo, nostalgia y esperanza. Con cada verso, nos invitas a revivir aquel momento histórico, impregnado de ciencia, esfuerzo y la unión de dos naciones hermanas.
Tu talento para plasmar emociones profundas y dar vida a recuerdos memorables es inigualable. Nos recuerdas que la ciencia no solo transforma, sino que también crea lazos eternos y deja huellas imborrables en quienes la vivimos.
Gracias por compartir tu arte y hacernos sentir que, aunque el tiempo pase, los sueños y logros perduran en el corazón de nuestra nación.
¡Felicidades por este magnífico homenaje al RP10!
Con admiración,
Carmen Jallo Calderón