DESDE EL MIRADOR DE OLAYA EN CHORRILLOS
Las brisas frías aliviaban el tímido calor que reinaba pese a que el sol no brillaba . A mi alrededor el mar inmenso pacífico se movía lentamente acompañado de un ruido de fondo, que parecía penetran en uno mismo. Al lado contrario al mar, sobre el barranco se levantaban edificios y casas modernas.
Entonces mientras permanecía parado sobre el muelle antiguo miraba sobre el mar decenas de botes que dormían la siesta, sus dueños habían vuelto de la pesca diurna. El ambiente sabía a olor de mar y peses. Estaba aquí porque tenía que llevar productos para los almuerzos de fin de semana, era la primera vez que venía, de modo que todo me parecía, hermoso, entretenido, y motivante.
Igual que yo, también , habían personas que tomaban fotos con cámaras poderosas. Otras pugnaban con sus cordeles tratando de pescar algo, algunos tenían en sus bolsos pequeños pececillos del tipo pejerrey y otros de forma de culebras de unos 30 cm.
Mientras me deleitaba mirando la paz del mar y el horizonte infinito quería estar sobre uno de los botes, alejarme bastante de la playa y ponerme a escribir lo que viniera a la mente, allá distante del ruido callejero y cambiarlo por las notas de la naturaleza, talvez en esa sinfonía natural se podría ver el mundo de manera distinta. ¿Cómo sería ?. ¿Qué nos devolvería?. Luego de que un pelicano gigante se paró cerca desperté.
Volví a lo que había venido, a comprar productos. Luego de preguntar qué peses eran los adecuados para determinados platos, me llevé algunos: corvina (para el ceviche), chita (para el sudado), luego choritos, cangrejos (caldo ) y langostinos (segundo). Les pedí que lo filetearan y me dieran las cabezas correspondientes para el caldo.
Volví al auto, preocupado porque ya eran las 10:45 h, y no tenía “cooler”, que mal preparado estaba me decía, era explicable por ser la primera vez que venía a comprar, la siguiente seguro que lo llevaré.
El retorno no fue nada fácil, porque a poco de pasar la bajada de Armendáriz, la via de agua dulce se llenó de vehículos, aproveché una curva y volví hacia la subida de Armendáris y alcancé la via expresa, aunque no estuvo muy rápida llegué a la plaza mayor de Lima, luego por la vía de la avenida Tacna, volví a evitamiento por el cual llegué a Ingeniería, a las 11: 30h.
El sábado y domingo, comimos lo planificado pescadito, delicioso ceviche, el sin igual caldo de choritos, el delicioso segundo de langostinos y el inmejorable sudado de chita. Valió la pena el esfuerzo, la próxima vez lo haré mas temprano y mejor preparado. Seguro que esta vez iré acompañado, porque estos recuerdos merecen compartirse en vivo.
Chorrillos , 20 de mayo de 2017
Comentarios
Un fuerte abrazo,
Felipe