EL DIOS INTERIOR Y LOS COLORES ROJO Y NEGRO
Hoy, 26 de enero de 2019 se cumplen 76 años de
la fundación del Club Sport Cahuide de Chiquián, por ello mis saludos por este
día. Cuando se trata de este club, mi memoria me lleva a la intersección de las
calles Sáenz Peña y 28 de Julio en mi ciudad natal, cuando hacíamos encuentros
deportivos entre niños, las tardes soleadas en esas minúsculas callecitas, de
empedrados y arenilla que dejaban las lluvias de final de febrero.
En qué momento nos hicimos seguidores de este
club, no lo sé, podría ser ver viendo a los aguerridos cahuidistas del barrio de
oro puquio con chimpunes descocidos y arrastrándose en carretillas
desgarradoras para defender un gol, en el campo pedregoso de jircán, o podría
ser por los caramelos que recibía de don Carmelino, que siendo cahuidista y
morador del barrio nos apoyaba para jugar por su club.
Pero, qué hay en nuestros pueblos, que aun
cuando estemos en las calles o cafés maravillosos de Viena, París o Madrid,
siempre surge como recuerdo instintivo nuestra pequeña ciudad, nuestro pequeño
barrio de Venecia de mi tierra Chiquián, su nevado, sus chacras y hasta siento
el aroma del alfalfar de pariantana mientras mi madre ordeñaba. Pero esto solo me ocurre a mí, o también le
sucede a todos.
Leyendo el libro de Rene Dubos (Un Dios Interior),
descubro que, al igual que las personas, los lugares tienen un sello
característico que está presente en ese lugar, y entonces lo hace único. Y, que
el hecho de haber nacido ahí, nos dota también de una característica especial,
y única que la llevamos dentro, formando parte de nuestro dios interior
(entheos). Y que así como cuando comparamos nuestras fotos sea de adulto o
anciano, igual estarán presente ahí rasgos característicos de cuando éramos
infantes. El gran Miguel Ángel, decía
que en sus esculturas lo que hacía era mostrar lo que dentro llevaban las
piedras que traía.
Ciertamente, nuestro modo de ser no solo tiene
que ver con el lugar donde nacimos, porque también están los aspectos
hereditarios, aspectos biológicos, empero gran parte tiene que ver con nuestras
experiencias pasadas, y en ella están sin duda nuestra infancia y nacimiento en
nuestra tierra y las vivencias en nuestro barrio. Todo eso constituye nuestro
dios interior, que se manifiesta, en nuestros atributos, actitudes, ideales,
compromisos, o respuestas a los acontecimientos de nuestro entorno.
Entonces, viendo los colores rojo y negro del
Cahuide de Chiquián, vuelvo a mi infancia, comprendiendo el origen de mis
características.
La Pluma del Viento
Lima, 28 de enero de 2018
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