MARIQUITA DE SANGRE Y ALCOHOL


A pocas cuadras del Congreso, un restaurante amplio, pulcro, ambientado a la imagen porteña: vino, manteles cristalinos, copas de diferentes tamaños y servilletas adornadas, invita al ingreso. Sin embargo, ni el sabor, ni el lugar, ni la atención atrae a la gente. ¿Porqué ocurre eso?

La gran avenida que cruza la Casa Rosada y el Congreso se llama "la Avenida de Mayo". 

- Cuando camines por Buenos Aires, mira hacia el cielo. Nos recomendó la guía. 

Y tenía razón, los edificios que adornan esta vía tienen la esencia de cualquier capital europea: Paris, Praga, Viena, Madrid, pero aquí, la mayoría son del inicio del siglo 20,  lucen tan en buen estado gracias a que por aquí no hay temblores en cambio en mi Perú .... Igualmente la geografía de esta ciudad completamente plana, incentiva a construir siempre grande, tal como los edificios, y especialmente las avenidas sean inimaginablemente anchas y extensas. 

En la mañana de 10 de diciembre por esta vía ingresó al congreso el nuevo presidente Javier Milei. El gentío era impresionante, por lo que buscando aire me encerré en una cafería desde donde veía por una rendija la ceremonia. la llegada del presidente y las correspondientes vivas del pueblo que con banderas y bombos abarrotaban las calles contiguas.  

Al día siguiente a la ceremonia volví por la misma gran avenida a reconocer mis pasos y admirar las construcciones, en especial ver de cerca al impresionante edificio de El Congreso. Bajo el ardiente sol, sellé mi paso con algunas vistas. Empero, como el turista no escatima calor ni tiempo, subí a un colectivo, camino hacia El Planetario. Una policía, muy amable, me indicó usando su celular cuál línea debería tomar, incluso usó un aplicativo para cerciorarse si mi pase electrónico del subte tenía validez. 

-Subí a la 37 te bajás en el parque japonés y de ahí caminás una pocas cuadras.

Durante el recorrido, en el interior del bus limpio y espacioso, miraba los nombres de las estaciones que pasábamos, se veía a la ciudad de Buenos Aires limpia, daba la impresión de ser una ciudad de primer mundo. Comparando el transporte usado, podría decirse que es ejemplar, se usa el mismo ticket para ambas opciones (subterráneo o colectivo). Las grandes avenidas como "El Libertador", o la "9 de Julio", muestran la inmensidad de espacio que disponen para entramar este hermoso espectáculo del transporte: suaves y espaciosos, tanto que respetan los espacios separados para ancianos, desde donde bajan con total confianza. El piloto es el único contacto con el publico, cada pasajero pasa su tarjeta electrónica y si tiene saldo aparece la señal verde e ingresas hacia los asientos o se paran en el pasadizo tomándose de algunos cinturones que penden cada medio metro para sujetarse con la mano.

Luego de caminar por los parques objetivo, volví hacia mi punto de inicio (la plaza de El Congreso), porque me había prometido ingresar a este inmenso restaurante de características típicas de Buenos Aires: mesas cubiertas de mantel, vino, mozos enternados, y visión hacia el edificio del Congreso. Al ingresar al restaurante y sentarme cómodamente, comenzó la amable atención del mozo quién luego de saludarme me entregó la carta. Allí observé que el restaurante tenía comida con visión española, mas precisamente de Asturias, de ahí su nombre "Plaza de Asturias". 

-- Bueno me trae un pastel de papas. Le dije

Qué cosa tan impresionante, este potaje, ya lo había probado antes por eso repetí,  es un plato representativo español. Por fuera parece la sanha, el plato es la propia olla donde se prepara. la costra de papa mezclada con queso tiene debajo carne molida, que con sus aderezos, construyen un portento de sabor. Sin lugar a dudas  con este plato no puede faltar el vino, y en Argentina esto abunda, de bajo precio y  de calidad superior. Como de costumbre mi pedido es "Cabernet  Sauvignon". Nunca el precio cuenta cuanto se visita un lugar de prestigio. 

-Estos potajes sabrosos primero tienen que ir al cerebro, suele decir sabiamente mi profesor Agustín.

Como una obra humana nunca es perfecta, aún cuando parezca que todo está bajo control, suceden cosas inesperadas. Conforme avanzaba el almuerzo, un bichito (una mariquita) jugaba entre las copas, entonces traté de deshacerme muy amablemente sin tocar al bello animalito,   cubrí el vaso con la mano y traté de trasladarlo hacia el otro extremo de la mesa. Pero durante el traslado no medí la altura suficiente, y como el movimiento fue súbito y veloz la base de la copa impactó en otra que contenía el vino casi a la mitad. El golpe fue bastante fuerte que terminó convirtiendo la copa en pedazos con el contenido derramándose sobre en el mantel de la mesa incluso extendiéndose hacia la el mantel de la mesa contigua, los vidrios de igual manera se esparcieron en la mesa y parte por el piso. 

El sonido peculiar de vidrios que estallan inundó el restaurante, esto alarmó a los concurrentes y mozos quienes vinieron en seguida, para observar la desgarradora escena de sangre y alcohol. Cuando me sentía tan abochornado, culpable y confeso del crimen, el amable mozo dijo: no pasa nada salu y siga con su almuerzo.

Avergonzado comprendí que estos hechos ocurren pero nunca se cree que serás tu el protagonista, esta vez me tocó. Del bochorno pasé al "no hay mal que por bien no venga", pues el recuerdo será imposible olvidarlo, tanto así que Gustavo el mozo, me entregó la dirección del restaurante y cuando termine la  nota que le dije lo haría, le comparta. También este recuerdo me hizo notar que la escasa gente que ingresa al restaurante se debe al pobre poder adquisitivo del porteño, otrora acostumbrado a pasar sus vacaciones en Europa ahora no tienen posibilidades de eso, sino por el contrario, los habitantes de los países vecinos son los que inundan sus negocios. 

Buenos Aires, 11 de diciembre de 2023.



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