MARIO VARGAS LLOSA: SU LEGADO ETERNO
Hoy ha
fallecido Mario Vargas Llosa. Y aunque la noticia conmociona a muchos, a mí
—como peruano, como lector, como aficionado a la escritura— me provoca un inmenso dolor. Se va no solo un gran escritor, sino un símbolo de la literatura. El último gran
clásico vivo de la lengua española. Se apaga su voz, pero su palabra permanece.
El Perú anochece con el corazón encogido. Esa figura que tantas veces nos deslumbró por la calidad de su prosa, por la precisión de sus frases, por su espíritu tenaz, hoy parte dejando un vacío en las letras universales. Sin embargo, en medio del duelo, se alza una certeza poderosa: Vargas Llosa es inmortal en lo que escribió y en lo que nos enseñó con su vida profesional.
Aquel día que despertamos con un Nobel
Recuerdo
vivamente aquel 7 de octubre de 2010. Aún me recuperaba de una operación.
Estaba en cama cuando, a las 6:30 a. m., mi celular sonó. Era mi hermano. Pensé
que me llamaba como médico, preocupado por mi salud. Pero su voz traía otra
noticia: "¡Le dieron el Nobel a Vargas Llosa!", gritó con la emoción
de un gol. Así lo vivimos, como un triunfo nacional, como cuando Perú le ganaba
a Argentina con gol de Fano.
Encendí
la televisión con rapidez. CNN confirmaba lo que parecía un sueño: el nombre
del Perú era pronunciado por la Academia Sueca. "El Premio Nobel de
Literatura ha sido otorgado al escritor peruano Mario Vargas Llosa". Las
lágrimas se me escaparon sin permiso. El pecho apretado, la garganta hecha
nudo. Solo en la sala, lloré de emoción.
Ese día
celebré a mi modo: rescaté de mi biblioteca La ciudad y los perros, Pantaleón
y las visitadoras, La guerra del fin del mundo. Leí páginas al azar
y cada párrafo me parecía más brillante que la vez anterior. Descargué
entrevistas, encendí la radio, tomé fotos a los periódicos. En mi pequeña sala
hice mi homenaje privado, porque sabía que aquello era histórico.
¿Por qué él sí y nosotros no?
Muchos
peruanos se preguntaron ese día: ¿Vargas Llosa es realmente uno de los
nuestros? ¿No es demasiado europeo, demasiado miraflorino, demasiado académico?
Pero la verdad es más sencilla: nació aquí, creció aquí, sufrió aquí. Se educó
en colegios como los nuestros, vivió en barrios limeños y escribió, como pocos,
sobre nuestras calles, nuestras pasiones, nuestros abismos.
Sí, es
uno de los nuestros. Pero trabajó como pocos. Comenzó como reportero a los 14 años, leía desde
niño, escribía con disciplina monástica. Soportó trabajos múltiples, crió
familia joven, estudió y laboró al mismo tiempo. Sus novelas no nacieron de un
chispazo de inspiración, sino de la transpiración diaria, rigurosa, sostenida
durante años. Tenía horarios inamovibles, investigaba a fondo, corregía sin
piedad. Además, dominaba idiomas, viajaba, debatía, leía a los grandes, y sobre
todo, nunca dejó de escribir.
Un ejemplo a enseñar
Su vida no solo debe conmovernos. Debe inspirarnos y organizarnos. Porque si algo nos enseñó Vargas Llosa es que la genialidad también se construye. Si queremos más peruanos universales, no basta con aplaudirlo. Debemos sembrar su ejemplo como política pública y como cultura cotidiana:
- Leer desde niños.
- Escribir sin descanso.
- Estudiar con rigor.
- Trabajar sin excusas.
- Conocer el Perú profundo.
- Aprender idiomas.
- Hacer del esfuerzo una
virtud.
En un
país donde muchas veces se premia la viveza y se desdeña la disciplina, Vargas
Llosa es una anomalía luminosa. Su vida fue una batalla contra la mediocridad,
una cruzada a favor de la excelencia. Y lo logró, no desde el privilegio, sino
desde la voluntad.
En este país pequeño logramos algo inmenso
El Nobel
de Vargas Llosa es, hasta hoy, el único premio Nobel nacido del esfuerzo
cultural del Perú. Lo recordamos cada vez que llegan los anuncios desde
Suecia y nuestros países brillan por su ausencia. Es un reflejo de nuestras
carencias, pero también un faro que aún alumbra.
Hoy, con
su partida, sentimos el duelo profundo. Pero también la obligación moral
de no dejar morir su legado en la indiferencia. Este no es un día solo para las
letras: es un día para los educadores, para los estudiantes, para los padres,
para todos los que creen que el conocimiento puede transformar vidas.
La muerte lo engrandecerá mucho más
Mario
Vargas Llosa ya no está con nosotros. Pero su obra, su rigor, su ejemplo,
siguen respirando. Como escritor aficionado, me duele su partida como se pierde
a un maestro que enseñó desde la distancia. Pero también me deja una certeza: si
hay talento, y sobre todo si hay esfuerzo, sí se puede. Sí se puede llegar
lejos desde este país. Sí se puede ser universal sin renunciar a nuestras
raíces.
Que su
partida nos convoque a leer más, a escribir mejor, a pensar más profundo. Que
este dolor se convierta en semilla. Que la próxima generación de peruanos que
sueña con escribir, no lo haga desde la frustración, sino desde la convicción
de que sí se puede.
Gracias,
Mario. Te fuiste, pero para ser eterno.
Para compartir mi escrito: Sobre el Mario Vargas LLosa - Premio Nobel
La Pluma del Viento
Lima, 13 de abril de 2025
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