EN EL DÍA DE LA MADRE: FELIZ DÍA MAMÁ
La madre es eterna,
Su presencia es permanente,
En las alegrías y tristezas,
Renacen en los hijos y nietos,
Las queremos y amamos
Cada día, cada minuto.
L |
as madres, por su don
especial de traer hijos al mundo se ven obligadas a defender su retoño con
todas sus fuerzas. En un país como el Perú, ellas se convierten en el ser más
importante para el desarrollo de la persona, y del futuro ciudadano, prácticamente
de ella dependerá si el niño se nutrió bien, si recibió amor, si aprendió a ser
disciplinado, tolerante, emprendedor, estudioso y honrado.
Su
mayor dolor es no poder darle lo mejor que quisiera. Le falta educación, porque
se hizo madre muy temprano, le falta oportunidades de trabajo, zurce las
ropitas para que duren más, si se trata de ropas nuevas tienen que ser para sus
hijos, busca los alimentos más baratos yendo hasta los lugares de acopio,
aunque queden muy distantes de su casa, sufre al ver que su niño no tiene
espacios seguros para su entretenimiento. Si tiene suerte consigue trabajo, sea
como lavandera o cocinera, pocas logran trabajar en una fábrica u hospital o
escuela. Cada sol que ingresa lo utiliza de la mejor manera porque sabe de su
importancia.
En un día como hoy todos
quisiéramos dedicarle algo muy especial a nuestras madres. Pero si lo hacemos
con nuestras palabras, con seguridad será el regalo más apreciado, ella no
diferencia si vino de un poeta o de su hijo, para ella es lo mejor. Por eso
solo le basta una palabra, una flor, un gesto, un beso para ser la madre más
feliz.
Cuando recuerdo a mi
madre, la memoria me lleva a las calles, escuela, desfiles, iglesia,
procesiones, primera comunión, en mi pueblo natal, Chiquián. Por lo que
hoy bastaría con relatarle a mi madre, cada uno de esos pasajes, dónde ella me
acompañó, me enseño, me aconsejó o me reprimió.
Ella en este día no
espera ningún regalo material, ella aprendió a ver y valorar las profundidades
de los actos, de los sentimientos y sabe que nuestra compañía, nuestro trabajo,
nuestras familias, cómo vivimos, cómo nos comportamos en nuestros hogares, si
allí hay felicidad ese es su mayor anhelo. Desea que en este día estemos juntos
todos, y todos nos referimos a los hijos, las nueras, los yernos, los nietos y
bisnietos. Ella quisiera cocinar, atendernos, acariciar a los más pequeños, y
si hay que posar para unas fotos mejor, porque en su mente y corazón, sabe que
cuando la edad avanza, los momentos de soledad aumentan y allí ella necesita,
los retratos, porque todavía desea ver a sus hijos como eran de pequeños y
compararlos con los nietos de ahora, ella sabe cuánto ha sacado el nieto del
papá de la mamá o de los abuelos, no solo en la parte física sino en su
personalidad.
Ahora que el tiempo pasó,
sus alegrías las construye de la forma más simple, lee y relee las cartas,
recorre su vida viendo los álbumes y sí, de tanto en tanto, espera ansiosa la
llamada de su hijo, hija o nietecito. Su gastada memoria le pone dificultades
para marcar el teléfono, ella vive pendiente por saber cómo van los hijos, está
al tanto de los nombres y cumple años de toda la prole, y como no saberlo si
todos los días las menciona en sus plegarias, seguramente que el dios de sus
ruegos se aprendió el nombre de cada uno de ellos de tanto repetirlos en sus
oraciones y pedir por su salud, amor, trabajo y felicidad.
Ella sabe que la vida que
le queda es corta, pero quiere que en el nicho que ya compró, con sus ahorros,
estén también junto a ella los de sus hijos, como queriendo que cuando el polvo
extinga sus huesos las almas de la familia sigan eternamente juntas.
En el laberinto de la
vida y exigencias del trabajo, a veces, postergamos una llamada, un saludo, un
paseo para visitar museos, llevarla al mar a mirar juntos la puesta del sol,
pensamos que hay tiempo todavía pero cuando queremos darle aquel cariño
guardado, la oportunidad parece desaparecer.
Madre
en Chiquián me trajiste al mundo, la luz que sentí por vez primera
fue junto a ti, las primeras sonrisas las aprendí de tus labios, tú me
enseñaste a caminar, a levantarse sin temor ante las caídas, de tus manos
ajadas por el frío vestía ropas limpias, tus dedos tejieron mis primeros
gorritos para que el viento no deforme mis pensamientos, hasta tus reprimendas
hoy sé que fueron bendiciones para enderezar mis pasos.
Madre también observé a
escondidas tu dolor, tu llanto, y comprendí que preferías guardarlas para ti.
Hoy que los años han transcurrido, y tus cabellos blancos se confunden con las nubes
del cielo, me duele no haberte abrazado más veces, no haberte enviado más
flores, no haberte escrito más cartas, no haber acompañado más tus penas.
La soberbia de la
juventud me hizo creer que la vida es extensa y da tiempo, cuan equivocado
estaba, porque la vida al fin y al cabo se alimenta de la sonrisa de la madre
viva.
Feliz día mamá Luchi, feliz día hermanas Chole y Nili, madres chiquianas, bolognesinas y a nuestras amigas madres que viven en el extranjero.
La Pluma del Viento
Lima, 14 de mayo de 2006
El texto fue publicado el 2020 en mi libro Tomo 6: ORÍGENES, que está al alcance de ustedes.
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