ESFUERZO PARA SEGUIR CAMINANDO


Luego de atravesar una semana cargada de tareas, llegamos a este día. ¿Más tranquilo? No tanto. Aún debo terminar una presentación para el mediodía, un compromiso que asumí por colaborar. Y la semana que viene será tiempo de preparación: la entrega del Informe 2 de la consultoría que he aceptado. Será, sin duda, la semana más densa del año: informe, seguimiento de cursos y la preparación de dos sesiones de la Unidad I para mis clases de doctorado de los martes y jueves.

Cuando se observan estas actividades desde días previos, parecen imposibles de enfrentar con éxito. Sin embargo, el hecho mismo de tener que hacerlo trae cierta calma: “vamos a ver qué resulta.” Nos dedicaremos con responsabilidad, presentaremos lo que surja y nos apoyaremos en la experiencia.

No hemos salido a recorrer la ciudad. Si antes no lo hacíamos por el trabajo y los horarios comprometidos, uno pensaría que en la jubilación —sin horarios, sin entregas— sería diferente. Pero ha ocurrido lo contrario: el tiempo sin horarios puede ser igual o más exigente, porque desde casa surgen compromisos que nos llevan a continuar apoyando proyectos, impartiendo clases o respondiendo consultas, siempre con la misma entrega de antes.

Mirándolo desde un balcón neutral, no queda más que optar por el descanso. Seguir así es asegurar una intranquilidad permanente. Estamos en tiempo de jubilación, de calma. Y eso significa preocuparse por uno mismo, poner en prioridad la propia persona: por la edad, por el merecimiento o, simplemente, por el derecho al sosiego.

Reconozco que ya no hay tiempo para estar en la tribuna aplaudiendo mientras otros protagonizan.
Si he de trabajar o asumir responsabilidades, que sea para liderar proyectos propios, aunque sean pequeños, y no seguir siendo parte de engranajes donde el esfuerzo personal se diluye en el brillo ajeno.
En esta etapa de la vida, el verdadero propósito no está en competir ni en figurar, sino en crear con autonomía y compartir nuestra experiencia.

Por eso, decidí no viajar a presentar mi libro. No era el momento de añadir más cansancio ni de asumir esfuerzos que no correspondían a mi actual ritmo de vida. A veces, renunciar a una invitación no es desistir, sino cuidarse. Cada decisión también enseña a valorar el equilibrio entre lo que damos y lo que conservamos para nosotros.

En cuanto a la salud, es inadecuado seguir con horarios esclavizantes que impiden dedicar tiempo a actividades saludables. Ni siquiera hay espacio para caminar en casa, menos aún para asistir a centros de rehabilitación o consultas médicas preventivas. Uno se dice: “como no me duele nada, ¿para qué ir?” Pero eso es un error: la prevención también es una forma de respeto hacia uno mismo.

Otro aspecto postergado es el reconocimiento personal. Hay tantas ideas por concretar: crear un espacio propio, llevar al público el conocimiento acumulado, organizar un encuentro donde compartir  nuestra  experiencia. Un evento cultural, quizás, una Noche del Saber, en la que el conocimiento y la palabra se encuentren.

También he dejado de lado los viajes, nacionales o internacionales. Pasear semanas mirando, visitando lugares… no me atrae. No sabría qué hacer: ¿mirar su belleza, visitar sitios históricos, tomar fotografías? Pero todo tan acelerado, pendiente del hospedaje, del regreso, de la comida. Tengo la sensación de que eso no sería mi descanso. Sin embargo, es así como muchos hacen turismo: visitar, admirar, registrar imágenes.

Quizás mi motivación sería otra: escribir sobre lo que visito, acompañarlo con fotografías o reflexiones, compartirlo como un testimonio de vida.

Aquí la palabra clave es descanso. Aunque, para mí, el descanso pasa por escribir. Y escribir siempre me llevará a producir libros o a organizar algún evento cultural cada tres o cuatro meses: mostrar lo hecho. Así como los pintores tienen sus exposiciones, yo tengo mis palabras.

Esta nota es un balance de motivación. Superamos una semana difícil, y se avecina otra igual, pero aquí estamos: enfrentándola y superándola.

Todavía hay fuerza y motivación en esta mente y en este corazón.


La Pluma del Viento

Lima, 25 de octubre de 2025

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