LA OTRA CARA DE LA PANDEMIA: PRESENTE Y FUTURO
NOTA 3 (03-05)
Había concluido la cita médica casi
al medio día un poco menos de las 11 de la mañana, en tanto el sol brillaba
muy fuerte en una reacción de acto reflejo me aproximé a la insustituible
Taberna Queirolo. Pedí lo que suelo hacer cuando voy después de tiempo, un
chilcano clásico. Me posé en la misma mesa aquella que da a la entrada de la inmensa puerta añeja desde el cual se observan los hermosos cuadros en blanco y negro de este local en la Lima antigua. En ese ambiente todo se hacía propicio para para
agitar la pluma.
Hace un año también, me atreví por primera vez en ir a la playa de Chorrillos a comprar pescado directamente del muelle, me habían comentado tantas veces hasta que me decidí. Quedé prendado de la paz del mar, su aroma, el ambiente pleno de tranquilidad, de la inmensidad del océano y su paz infinita que con el rumor de las olas terminé hipnotizado. Luego de regreso, me detuve en la estimulante panadería de San Antonio, donde el sabroso café acompañado del sándwich flauta francesa me avivó la nostalgia por los años que estuve estudiando cerca por lo que era un lugar obligado para los lonches de la tarde. Pero, también como no recordar que hace un año, de ley nos reuníamos una vez cada dos meses para jugar fulbito los veteranos amigos del barrio, y a continuación indefectiblemente como parte del programa venía el "fulvaso" acompañado de la cevichada. Seguro que ustedes también tuvieron actividades alegres y de compartir en algún lugar característico.
En ese momento era el presente y seguro que nadie se habría imaginado el futuro que estamos pasando hoy, en esa línea la pregunta que sobrevive es:
¿Así es la vida?.
Talvez nunca la vivimos como realmente es, derrepente vivimos en una burbuja que más bien era irreal y fantasiosa. Donde nos creíamos dueños de la naturaleza, dado que la habíamos estudiado tanto que podíamos predecirla o modificarla con desprecio y a nuestro antojo. Tanto así que habíamos establecido el Antropoceno. ¡Qué poderoso el hombre!, nos relamíamos. Sin embargo, ella reaccionó y con un simple bichito invisible del tamaño de cien mil veces más pequeño que
el espesor de un cabello frenó a toda la humanidad derrochadora y soberbia
por sus tecnologías, operaciones remotas, exoesqueletos, bombas
nucleares, satélites, inteligencia artificial, el mundo digital. Fue tan contundente que ha puesto en cuestionamiento su propia sobrevivencia. Hoy, nadie se atrevería a vaticinar cómo sería el próximo año. Este virus ha demostrado que la vida no la
tenemos asegurada ni siquiera para el próximo mes. ¿Tanto ha
cambiado, en menos de seis meses?. Nos preguntamos asombrados, aterrados, viendo cómo se derrumban nuestros comportamientos, costumbres, paradigmas e ídolos.
Adios el brindar del mismo vaso,
el saludo con besito a la cara, las fiestas patronales con bandas de músicos, las
procesiones, entre otros. Y, aún no estamos viviendo el impacto económico de la caída del 40% del PBI en un solo año, tal cual fue el efecto de la guerra del pacífico el año 1879. Pero eso no cuenta, porque frente a la vida no hay valor económico que lo supla. Aún cuando todo parece incierto, los sobrevivientes que habrán se preguntan con sentimiento de culpa y contrición.
¿Qué aprendizaje sacamos de todo esto?.
Todo este dolor, pánico, miedo, incomodidad
qué estamos viviendo, debería servirnos para cambiar hacia mejor. Este sacrificio
tiene que motivarnos para remover raíces malas de nuestro comportamiento
(individual, familiar, social, económico y político) y luego incorporar nuevos comportamientos en nuestro modo de vida, de manera urgente y permanente a fin de evitar volver a estas situaciones. Pero si ocurriera estar mejor equipados como personas, familia, sociedad, Estado o país.
Para desagregar el aprendizaje concordemos que el objetivo es tener un mejor vivir y por mucho tiempo. ¿En qué
consiste ese mejor vivir?, es la pregunta por responder. Sin embargo la respuesta no puede venir de las mismas personas que nos llevaron a esta situación, es decir de aquellas que conformaron la elite, los sabios, los dueños del poder. Por el contrario, las soluciones deberían surgir de aquellos a quienes olvidaron y postergaron.
La Pluma del Viento
Lima, 03 de mayo de 2020
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