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Mostrando entradas de abril, 2017

BARRANCO VIGIAS ALADOS

Barranco lugar de motivación Caminar bajo tu puente Ilusiona tradición y sabiduría Balcones, ventanales, y flores Devuelven vida a flor de la canela Tus vigías alados inspiran futuro Ojos humanos sucumben en caóticos flashes El tiempo se desintegra bajo el pisco souer Somos plumas, memoria y palabras Volveré en soledad a abrazarte A nutrirme de inspiración con tus calles, parques y soles. La Pluma del Viento Barranco, 21 de abril de 2017

HUMANOS CARETAS

Profundidades incomprensibles Sesos evolucionados Diplomas enchapados Decisiones lacerantes Humanos o hienas Saboreamos heridas Levantamos como trofeos Dolor, dolor, ja, ja, ja Dios imagen y semejanza Caretas de hipocresía Misas y golpes de pecho Importa un bledo las lágrimas Llegó el final Madero adornado Llanto y flores Era buena, la queríamos, ja, ja, ja. Vienen carabelas Tiempo de luces y claridad Destapan las caretas Eran humanos bestias domadas. Pueblo Libre, 9 de abril de 2017

LA CONSULTA

Aguardo Universos paralelos Pasión, intuición Temor, terror, suspenso Razón, ciencia Posibilidad, tranquilidad, vida Confrontación eterna Dudo, tiemblo El hospital La clínica El consultorio Ingreso Pueblo Libre, 7 de abril de 2017

ARGUMENTOS O INSULTOS: CÓMO DISCUTIMOS

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El agua fría sobre la piel del cuerpo desnudo, en medio de un día caluroso, nos devolvía paz. La desesperación se detenía frente al contacto con la naturaleza. Era el puquio de Shapash, lugar donde los duendes nacen, donde la paz sacia al espíritu superando la sed material. Aquí el agua también traía sabor, alegría y compromiso por la vida. Era el reencuentro filial con las entrañas de la madre tierra. Aquí suscribíamos el compromiso permanente de amor a la naturaleza, de respeto a la vida sin regateos ni discriminación por nadie. Hoy, cuando veo a la vida que nos rodea, talvez con ojos muy pesimistas, creo que hemos desandado ese cariño a la naturaleza. Hoy queremos llevarnos parte de la tierra a nuestra casa, a nuestra habitación. Hemos reducido nuestra capacidad de compartirla sin destruirla. Hoy, prevalece la diabólica cultura de la destrucción de todo, incluso del otro, en beneficio solo de nuestro interés. El consumismo insaciable nos ha inoculado el deseo de no dejar na