SALUD POR ESO

Estabas seguro que ingresaría, la cogiste y te dirigiste al punto. En esos segundos que demoraste en disparar, viste la tribuna repleta de casaquillas rojinegras, habían llegado en camiones desde el pueblo, distante unas 3 horas. La banda de músicos entonaba el huayno-himno del club. Los cohetes, las serpentinas y el bullicio adornaban la tarde decisiva. Sería el gol de la clasificación a la siguiente etapa de la Copa Perú. Estaban eliminando al equipo de la capital del departamento. Al ver los gestos del público, niños, mujeres, hombres y autoridades, sentiste sus emociones, sus anhelos, sería la primera vez que pasarían a la siguiente fase; tu pueblo bailaría en la plaza de armas, se alegrarían bebiendo chinguirito toda la noche. Notaste que el cielo se obscureció un poco, las nubes negras cargadas, iniciaron su traicionera complicidad. “Tiras y termina el partido”, te advirtió el árbitro con inusual vehemencia. Pero eso no te incomodó, sabías de...