NUEVAMENTE EN EL AEROPUERTO JORGE CHÁVEZ
El bullicio es especial, solo los aeropuertos presentan este colorido. Mesas abarrotadas de personas cargando mochilas o acompañados de maletines rodeando la mesa. Los platos preferidos son las comidas rápidas, gaseosas, papas fritas, cafés, pisas o sándwiches, principalmente. Están a la vista los internacionales proveedores: McDonalds, Pardos Chicken, Chinawok, Papa Jhons, Dunking Dunuts.
Hay alegría por doquier, pareciera que las puertas del viaje te
hace mas sociable, particularmente cuando vas por turismo y en grupo. Sin
embargo también hay lo contrario aquellos que están callados, son los que viajan solos y por trabajo. Nos mantenemos
distantes de la algarabía, buscamos en la lectura o la escritura, la dosis de
anti-ansiolítico que se requiere.
En ambos casos cada individuo esta con la
mitad de la vista sobre la mesa y con la otra en los relojes para ingresar a
los “gates” que dependerán del vuelo que te toque.
Cuando llega la
hora de ir hacia el abordaje nos movilizamos hacia la puerta de ingreso,
entonces se hacen interminables las despedidas, los abrazos, las fotos, y por
su puesto las lagrimas, seguro que algunos no volverán mucho tiempo.
Ya dentro y haber pasado por migraciones, vamos camino hacia el número del
embarcadero, desde donde se abordará el avión.
En el camino observamos los
hermosos escaparates comerciales de
productos que todo pasajero puede necesitar, maletines, tragos, cámaras, ropas,
lentes, perfumees, libros etc, aquí
levanto un mito de que en el aeropuerto los precios son menores. Los conocidos,
“duty free”, son todo contrario, más caros.
Mientras caminaba entre
ellas me percaté que no vendían corbatas, entonces me dije, “bueno esta vez me
vestiré todo sport”, me había olvidado. Claro si en Lima nunca lo uso, cómo
habría de recordarme, tendría que haber dormido con el nudo en la garganta.
En
mi boleta de pasaje dice, “gate 15”, llego ahí estaba entre los 5 primeros, el
espacio para la espera del vuelo es inmenso. Tomo asiento y aguardo la llamada
para aproximarnos a la puerta de entrada hacia el túnel que lleva al avión. De
pronto, la aeromoza anuncia con toda
esa voz tan especial y entrenada, “señoras y señores, KLM, anuncia que por
reparación de la cabina, el vuelo se va a retrasar 20min”, caramba que
interesante, “ en todos lugares se
cuecen habas”, dije, creí que por ser
compañía alemana la puntualidad sería el sello de la diferencia. Entonces como solazándome de este hecho grité, “los alemanes no son maquinas son
humanos”, ja, ja, ja.
La Pluma del Viento
Jorge Chávez, 3 de mayo de 2015
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