ANIVERSARIO DE MAMÁ LUCHI


Por Agustin Zúñiga

Hemos vuelto este año 2010, a homenajear a mamá por su aniversario. El 21 de agosto en 1927, nació en Huayllacayán, sus padres fueron don Wenceslao Gamarra y doña Angélica Cueva. Quienes hemos visitado está ciudad, subiendo desde Chasqui, pasando por Llampa, La Esperanza y Yumpe. Nos damos cuenta, de lo que es el Perú, algún desarrollo en las capitales y postergación exacerbada en las localidades del interior.


Este pequeño distrito de la provincia de Bolognesi, centra su subsistencia en la agricultura. En la parte alta, la papa y el maíz, principalmente, pero en la parte baja las frutas, con su sello característico, la Chirimoya. A este pueblo, llegó de maestro papá Antuco, y se llevó a Chiquián, a doña Luzmila Gamarra, nuestra madre. Ella, de muy joven, hizo todo lo posible para darle, amor y alimento a sus hijos. Vinieron primero Nili, luego Chole, Marco, Acucho y Uli. Hijos de un maestro de respeto y prestigio, no había otro camino que confiar en la educación su aspiración al desarrollo. No tuvimos chacras, en Chiquián, parecíamos extranjeros. Nuestras vaquitas, crecían para alimentarnos, eran cuidadas como parte de la familia.

Desde Huarampatay cerca al rio Aynin, hasta Puto arriba de la ciudad, conocían del trajín de una mujer, pequeña pero fuerte, subía y bajaba las pircas, cómo un ave. Porongos de leche en las manos y alfalfa en la espalda, eran la imagen de una madre, luchadora. En su casa sus retoños, aguardaban el desayuno, luego con la ropa limpia, y bien planchada, salíamos a la escuela. Nuestros años de estudiantes en primaria, fueron muy cortos. Partimos hacia Lima o Huaraz, para estudiar secundaria. A los 11 años, sus hijos se alejaron de Chiquián. Ahora que veo cerca a mis sobrinitas, comprendo el dolor que sería alejarse de sus hijos tan tiernos. Pero el estudio, en mejores colegios, merecían todo su sacrificio.

A falta de sueldo, ella tenía que trabajar doble. Criar animalitos para alimentarnos, tener la carne justa y abundante para los que vivían en Chiquián, y también preparar las encomiendas para enviarlas a Lima: dulces de leche, quesos, mantequilla y tortas de maíz. Desde Huayllacayán la abuelita Anqui, proveía abundantes granos, trigo, cebada y maíz, eran tan surtidos que las retirábamos en baldes, desde los sacos como sacar agua de un caño. Luego de acompañar a su último vástago, Uli, en la primaria, se vino con él, a Lima. Así comenzamos a vivir en la capital de la república. Ahora podíamos estudiar cerca a nuestra madre.


En Chiquián nuestras hermanas habían conformado sus propios hogares. En Lima nos acompaño para terminar nuestros estudios universitarios. En nuestro pequeño hogar, en Ingeniería, había incluso espacio para cobijar a los hijos de nuestro tío Beto. Él había sido un ser muy bondadoso en Chiquián, nuestras vaquitas, caminaban con las suyas en sus chacras. Siempre estuvimos juntos con Edgar y Normita. El dinero para el alquiler, lo cubría el reducido sueldo de maestro de mi padre. Con su jubilación pudo construir la casa propia.


En esa casa levantada con el sudor y esfuerzo de nuestros padres, vivimos hoy junto a mamá Luchi, Chole y Carlita. Continuamos recibiendo el amor y cuidado de la mujer que nos dio la vida, que a sus 83 años, nos inspira alegría, unión, y fortalezas. En este su aniversario del 2010, recibió el aprecio de toda la familia, desde muy temprano sus nietos llamaron desde diversos lugares del Perú y del extranjero. Finalmente, almorzamos en el restaurante Brisas del Titicaca, el espléndido espectáculo se cerro bailando música peruana, incluida mamá Luchi.

La Pluma del Viento
Lima, 22 de agosto de 2010

En la siguiente dirección se puede leer el Rincon de forma completa.


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