EL DÍA DE LA AMISTAD Y EL GEN EGOISTA
Seguro que muchos limeños se
programaron, como yo, con mucha ilusión para almorzar pescado en un buen restaurante en este sábado 14 de febrero. Pero, ingrata fue la realidad, cuando llegamos como a las 14:30 horas, vimos que los clientes aguardaban en la sala de espera su turno previa inscripción del nombre, era un grupo de no menos de 15, había ido a un restaurante un tanto alejado, asumiendo que siendo difícil llegar habría espacio. De modo que evaluando la espera y el hambre que crujía en el estomago, decidimos ir hacia otro
restaurante, cambiando de barrio, del Callao para Pueblo Libre, aquí igual , parroquianos parados en la
puerta hacia la calle, así que decidimos por un tercero menos conocido, donde haríamos guardia solo tres personas. Finalmente nos sentamos luego de 20 minutos.
Esto que les narro, es para hacer
notar la abundante concurrencia de los diversos restaurantes por el motivo del día
de la Amistad y de San Valentín. Y, nos da pie para reflexionar sobre la AMISTAD. Sin ir hacia las definiciones precisas, sobre la amistad, les comparto el interior mío para decir que la amistad es compartir con alguien, sus éxitos y sus dificultades y estar
junto al amigo(a) en los momentos que él o ella lo requiera. Pero, estas
definiciones conceptuales, cómo lo demostramos, dónde lo observamos, o
finalmente a quiénes les podemos decir amigos (as). La más sencilla
demostración es, creo, cuando compartes situaciones que solo lo sabes tú y
alguien de tu familia. O, cuando te das cuenta del amigo (amiga), que algo le
afecta (negativo o positivamente), incluso sin que él (ella) te lo diga. Todo
esto sin ningún interés mas que el bienestar del amigo(a). Entonces, si estas
son las características del amigo(a): afecto, compartimiento, desinterés,
preocupación, ¿quiénes son aquellas personas que conocemos que compartan estas peculiaridades?.
Ciertamente pocos.
Pero si esta valla es muy elevada para
considerar amigo o amiga a alguien, hay un nivel inmediatamente menor que sí
permite contar con mayor número de personas, y son aquellas con quienes hemos
compartido la infancia en primer lugar, luego la secundaria, y finalmente la
universidad en ese orden de jerarquía. Por eso, nos aproximamos mucho a las
personas que nacieron en el mismo lugar, vivieron en el mismo barrio o
estudiaron en la misma escuelita. Ellos constituyen lo más próximo a amigos. Y, son los que prontamente, vendrán a nuestro auxilio con seguridad y, nos nace rápidamente acudir en auxilio de ellos. Porque hay una afinidad, alimentada por nuestra procedencia. Así que, en ellos está la fuente de amistad y de nuestros amigos. Eso, no quita que no podamos encontrar amigos en nuestro pasaje por otras latitudes.
Empero, también es un tema
interesante preguntarse, y, en qué nivel se encuentran los compañeros de
trabajo. Creo que allí, la denominación más certera es de conocidos (que nos
vemos siempre), y compartimos solo lo superficial y lo suficiente lo que el
trabajo exige sea público, pero no alcanzan las características de amigos, la
prueba mayor es que cuando se jubilan, pocos comparten sus preocupaciones, hasta
que nos enteramos que falleció. Y, esto ocurre así porque en el trabajo lo que prima más
bien es el interés. Es una suerte de lucha, de competencia, “callada”, con
alguien que pugna el mismo cargo, o el mismo nivel superior, aquí se refleja con crudeza el gen
egoísta de la especie humana (como lo estudió el biólogo Richard Dawkings).
Todo eso nos lleva a concluir que si
tenemos la suerte de identificar a alguien que lo consideremos amigo, debemos valorarlo, cuidarlo, pues en los momentos más difíciles, solo ellos se nos aproximarán (además de nuestros familiares). Y, cuando estemos en esas circunstancias,
seguro que comprenderemos lo importante y valioso que significa su presencia,
física o de palabra.
Finalizo, saludando a mis amigos de
mi barrio, de mi club, de mi escuelita en Chiquián, y los de Lima, en este día de la amistad.
La Pluma del Viento.
Lima, 15 de febrero de 2015
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