TÍA ROSITA ALDAVE HOMENAJE PÓSTUMO

Era el mes de marzo, la lluvia caía casi a diario, sin embargo, al inicio de la tarde el amigable sol esforzándose entre nubes obscuras se habría espacio, para darnos alegría e iluminar los prados; sus dorados rayos acariciaban las gotas de la lluvia que habían quedado adheridas a los tejados y hojas de las plantas convirtiendo el paisaje en un manto de perlas que adornaba la ciudad, y también, los caminos se convertían en senderos de brillantes por donde discurríamos acompañados del trinar de aves que contentas salían a gozar y saludar al sol, a veces desde Husgor se levantaba un inmenso arco iris que surcaba el cielo. Ante esa deslumbrante belleza hacía un alto con mis becerritos mientras los llevaba al corral en la ciudad luego de separarlos de sus madres, sentado arriba en lo alto de la gran piedra que había en la curva de San Juan Cruz, miraba el inmenso valle de Aynin, Pampan, Obraje, Florida, Coris, Timpoc, y a la derecha mis ojos anclaban en el gran Yerupajá. Frent...