ENTROPÍA Nº2: EN TIEMPOS ELECTORALES SOMOS DIFERENTES



En tiempos de elecciones somos personas hasta cierto punto diferentes  a lo que solemos ser en otras oportunidades. Se nota mucha efervescencia y ajetreos en los ambientes cercanos a los diversos candidatos, particularmente  en los partidarios más comprometidos, como son los responsables del partido o movimiento a nivel distrital, provincial o regional y también, por supuesto, si hay algún familiar de candidato.

Mientras tanto, el público simpatizante (aquel que no tiene ese compromiso familiar o dirigencial, pero ha decidido su opción), también siente el tiempo de elecciones,  pero de otro modo  , “casi como un espectador en un partido de fútbol, no puedes hacer mucho para contribuir a hacer gol, a lo sumo gritas y te muerdes las uñas desde la tribuna”.

Esta analogía no es completa , pues es muy fácil decir públicamente que uno es seguidor de un equipo de fútbol, U, Alianza, Municipal, Cristal, etc., pero es muy difícil que los ciudadanos digan de qué partido político son. Ni usas una gorra o camiseta con el símbolo de tu partido o de tu líder.
Este comportamiento refleja en parte nuestro débil grado de compromiso con un partido o con los líderes del mismo: no estamos involucrados a plenitud en ese movimiento, no estamos inscritos, no hacemos vida partidaria, ni sabemos su doctrina, ni la ubicación del local, distrital, o provincial. Es decir nuestra participación es muy superficial y solo coyuntural.

Pero este relacionamiento y participación partidaria se ha ido deteriorando conforme han pasado los años, creo que en los 60s, había mayor compromiso partidario, hasta en la ciudad se sabía quiénes eran de un partido o de otro.

Este deterioro y falta de identificación, hasta da vergüenza decir de qué partido se es seguidor. Esto se explica (en parte) porque todos los partidos, conocidos, finalmente han decepcionado a la ciudadanía, sea porque cuando llegaron al poder, sus manos estuvieron teñidas de corrupción, de robos y de sangre, o porque sus líderes estuvieron también comprometidos por estos mismos cargos.


Finalmente, también,  se puede decir que los partidos “clásicos” , se relacionaron con el caudillismo, argollas, clientelismo y mala gestión. Este descrédito de los partidos políticos, particularmente de los clásicos, ha provocado una crisis de representatividad, “casi nadie se siente identificado con los líderes que siguen apareciendo desde hace casi 35 años”.



Por eso,  la gente prefiere hoy caras nuevas, movimientos políticos nuevos, opciones nuevas, lideres nuevos. Esto explica, porque hay inclinación por Guzmán, Barrenechea, PPK, Mendoza o Acuña.
Pero, esta tendencia a lo nuevo, no implica que los nuevos movimientos políticos, tengan una mejor calidad de representación, esto es que los nuevos partidos hagan una mejor vida partidaria como tener: doctrina, locales barriales, líderes de diversas edades, propuestas bien analizadas etc. No, tampoco lo tienen, se han agrupado a la carrera, o han buscado a la persona que más impacte, sin embargo hasta ahora eso se “disculpa”, se prefiere en primer lugar la novedad, el mensaje del cambio, la cara nueva, aunque esto parezca muy superficial.

Sin embargo esta visión también está unido a otro criterio muy positivo, que han aportado la prensa y las redes sociales, y es “la calidad moral del líder principal”, hoy la gente está prefiriendo al nuevo, al cambio, pero unido a una “moral limpia o sin situaciones comprometedoras”.

Para finalizar debemos reconocer que esta opción por la novedad, también trae una parte negativa, que está relacionada con la debilidad partidaria, la que se reflejará en la poca calidad parlamentaria (como se está viendo en las entrevistas), y en la falta de equipos sectoriales de gestión del futuro gobierno (los cuadros técnicos).  Entonces, si el pueblo ha decidido elegir la novedad, lo hagamos escogiendo al que mejor pueda construir cuadros de gestión para el nuevo gobierno y presente la mejores ideas para enfrentar los graves problemas que todos sabemos son: seguridad, empleo, salud y educación.

Buena suerte para nuestro querido Perú, en las próximas elecciones.


Lima, 6 de marzo de 2016

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