EL DESARROLLO EN ABUNDANCIA


Todos hemos oído la famosa frase del sabio Antonio Raymondi “ El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, esta sentencia refiere a que el Perú dispone de recursos naturales en abundancia, sin embargo es pobre. Ayer leía un libro bajo el titulo de “¿Somos pobres porque somos ricos?[1] , el cual también hacía alusión a que en el Perú tenemos grandes cantidades de recursos naturales, a diferencia de los países, como Japón o Israel, que a pesar de sus escaso recursos naturales son países denominados ricos y tienen un ritmo de crecimiento mayor que los países de economías extractivas primarias. A esta contradicción algunos autores la denominan la “la maldición de la abundancia”. Surgen preguntas que esta situación nos plantea ¿Qué estamos haciendo mal, reiterativamente, para que esto ocurra?, ¿Es posible compatibilizar la abundancia de recursos naturales con un desarrollo sostenible?, ¿Qué propuestas nos plantean los movimientos políticos en esta pugna electoral?, ¿Cuál es nuestro papel como ciudadanos de aquellas localidades donde las riquezas naturales son extraídas?.

En el Perú, hemos atravesado por momentos de bonanza basados en la explotación de nuestros recursos naturales, recordamos el guano, el salitre, el caucho, la anchoveta, y ahora los minerales. La economía basada en la explotación de materias primas, con descuido de la industrialización del país, es la que ha provocado que luego de estos ciclos de vacas gordas, volvamos a niveles de pobreza inclusive peores que los años previos a ellas. Durante los ciclos de bonanza, parte de los ingresos no se orientaron a construir los fundamentos para la producción de manufactura.

Hoy, nos damos cuenta que ese fortalecimiento tiene que comenzar con inversiones públicas, orientadas a la construcción de infraestructura de redes viales, redes de educación, redes de información, redes de salud, que es la base real para incrementar la productividad de las localidades y regiones de manera sostenible, este crecimiento debe apuntar a la ampliación y diversificación del mercado, la cual atraerá la inversión privada, con ella produciremos productos con capacidad de competir con éxito en el mercado externo, este ciclo virtuoso del desarrollo se sustenta en la mayor productividad y competitividad y no en la disminución del salario del trabajador.

Contribuir a este reto es la tarea que debemos asumir en todos los niveles, tanto en los organismos del estado como en las organizaciones privadas y la sociedad civil. Desde nuestra óptica de ciencia e ingeniería, las propuestas que se realicen deben sustentarse en las ideas centrales siguientes:

i. Reconocer que el conocimiento agrega valor.
ii. El saber se aproxima al hacer.
iii. Desde el saber local al saber universal y viceversa.
iv. La visión andina de desarrollo.

En lo primero no podemos desconocer que la principal diferencia de los países desarrollados es que usan el conocimiento para mejorar su productividad, en nuestro país, necesitamos formar gente, adquirir equipos, implementar instituciones que provean el conocimiento necesario para que incorpore valor a los procesos priorizados estratégicamente en las localidades y regiones específicas. Es decir aquellas que sean coherentes con sus mapas de riquezas. Estos conocimientos se orientarían a mejorar nutrientes, ahorrar agua, cuidar el medio ambiente, mejorar su calidad genética, defender la propiedad intelectual, combatir plagas, incrementar su productividad etc.

Con lo segundo se propone reorientar la educación hacia el hacer. Correlacionar el saber con el hacer implica enseñar lo pertinente a la localidad (a sus necesidades y mapa de riqueza local y regional), para ello tenemos que fomentar el emprendedurismo, con el fin de poder implementar unidades productivas en su localidad, que les permita generar riqueza, ampliar y diversificar el mercado y los saque de la extrema pobreza. Si la educación (primaria, secundaria y universidad) se aproxima al hacer, surgirán ideas creativas de solución con gran impacto a la productividad, la cual contribuirá a evitar migración y el centralismo. Para mirar con realismo esta propuesta basta con observar la experiencia de muchos de nuestros amigos, venidos desde el interior del país, que en base a su trabajo supieron salir adelante. Tenemos que modificar nuestra cultura formativa academicista y hacerla mas pragmática y utilitaria.

Cuando nos referimos al utilizar el saber local y el saber universal, queremos decir con total convencimiento que el conocimiento que se dispone en la localidad tiene tanta valía como el saber obtenido en la mejor universidad de Inglaterra o Alemania. No podemos despreciar ningún conocimiento, nuestra sabiduría milenaria en muchos casos supera a lo mas avanzado del saber occidental moderno. Todo lo que el hombre crea pertenece a toda la humanidad. La habilidad está en poder encontrar los atajos de desarrollo utilizando lo mejor del conocimiento.

En cuarto lugar cuando nos referimos a la visión andina de desarrollo queremos reconocer que la geografía del Perú es de corte vertical, muy distinta a las que presenta Europa o Norte América, que son planas, por ello los planes de desarrollo deben reconocer nuestra carácter andino, pues la productividad de los valles de la costa dependerá del cuidado que tengamos de las partes altas en general de las cuencas. Los incas supieron valorar esta geografía y tuvieron excedentes que les valió administrar de manera exitosa el gran imperio incaico.

Si hacemos un balance final de lo que está ocurriendo en el Perú, en nuestra Región o en nuestra ciudad, percibimos que se está dejando pasar, nuevamente, la oportunidad de los ciclos de bonanza. Sino busquemos responder a las preguntas siguientes: ¿Con la presencia de Antamina que efectos, en las cadenas productivas de la región Ancash se ha logrado?, ¿Qué industria se ha consolidado?, ¿Cuántos especialistas se han formado?, ¿Cuánto han crecido sus mercados, a dónde exportan?. ¿Se han implementado redes de educación, de información, de salud?. Si el balance es negativo, pues concluimos que nuevamente el Estado, y las instituciones responsables no están mirando futuro, estamos repitiendo la maldición de la abundancia.

El primer paso para combatir y evitar esta maldición, es colaborar con las autoridades locales en la preparación de proyectos de desarrollo con visión de futuro, utilizando diversos caminos. A este fin podrían contribuir las instituciones de residentes en la capital de la republica o en el extranjero, sea para proveer especialistas, cuanto para facilitar la aproximación a los altos niveles de gobierno o medios de cooperación internacional. La palabra clave es colaboración no importa quién la convoque, el Congresista, un Club o el Alcalde, lo que importa es encontrar soluciones, aquí deben sucumbir las denominaciones de izquierda o derecha, de rojos o verdes. Frente a los graves problemas que aquejan a nuestros pueblos no hay tiempo para confrontaciones secundarias.

La Pluma del Viento.
Lima, 2 de Octubre de 2011

[1] Jurgen Schudt, ¿Somos pobres porque somos ricos?,Fondo del Congreso del Perú, 2005.

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