81 ANIVERSARIO DEL CLUB ATLETICO TARAPACÁ DE CHIQUIÁN: REENCUENTRO ELECTROMAGNÉTICO

 

Hoy tenemos fútbol, es la final de 30 de agosto en Chiquián, es la copa Perú en Carcas, o es Rosaspampa de Huaraz, o es la final en el Rímac, algo similar me ocurre hoy 27 de noviembre de 2020, ante la convocatoria del Tarapacá por su 81 aniversario; han vuelto por mi memoria esos momentos.

Recuerdo que para tales días, nuestro comportamiento era diferente; desde la mañana me invadía una inquietud permanente, no se iba ni con el desayuno; entonces,  para disimular o bajar esa preocupación iba a comprar periódicos, pero nada, incluso se acrecentaba, porque en casa también se alistaban según el caso: mi padre, mis hermanas o mis sobrinos.

En esa preocupación no venían escenas del juego sino una sensación de preparación del cuerpo, inconscientemente nuestro cerebro pone en prioridad cosas trascendentales, y eso se manifiesta de diversas maneras, a veces como olas en la mente, diciéndote, “oye qué haces, ya se viene el  juego”, como para incomodarte, y claro, no podías decirle “cállate”, porque finalmente eras tú mismo, pero no la controlabas era el subconsciente, aquel, que domina e impone condiciones.

Si estábamos en Huaraz, los juegos eran de mañana como a las 11, entonces salíamos a tomar desayuno, cuando nos hospedábamos en un hotel, nos levantábamos temprano como a las 8 horas, luego caminábamos por la gran avenida Raimondi; de seguro por esa misma vía, por los mismos restaurantes, nos  encontraríamos con paisanos que habían ido desde Chiquián en caravana, para ver el gran encuentro, la definición del viaje a Chimbote,   también habían algunos seguidores que venían desde Lima.  El saludo era inevitable,  “que tal Acucho, hoy tenemos que ganar Ah”, como diciéndote, hemos venido de lejos y confiamos en ustedes. Esta es una presión que la asumes, devolviendo una sonrisa tranquila, pero por dentro la tensión subía.


Y, cuando el partido era en Chiquián, llegábamos un día antes, el ómnibus que nos llevaba arribaba como a las 7 de la noche, en la plaza de armas se veía una aglomeración del público, por la ventana leíamos carteles de: “bienvenidos, Tarapacá Campeón”, eran nuestros familiares y los niños que hervían de felicidad, se arremolinaban hacia la puerta, cuando dábamos el primer paso no sentíamos el piso, bajábamos casi en hombros, éramos su ilusión, su esperanza del triunfo, entre ellos solía estar Chechi Pardo, quién se abría paso y me gritaba, “Acucho te ayudo a llevar tu maletín ah”, como tratando de asegurar algo que a él le parecía placentero, agradable, como si fuera  un pequeño botín, nos sentíamos como jugadores del Bayer Múnich.

Luego de descansar en casa,  el agradable sol radiante de la mañana nos convocaba hacia el mercado a tomar el caldo de cabeza; allí, mientras ingeríamos ese manjar típico de nuestra tierra, a nuestro alrededor se paraban los hinchas y dirigentes, ellos disfrutaban de nuestra presencia, se reconocían a Beto Angulo, Julio Vásquez, Evito Alva, Abel Alvarado, Anatolio Calderón, Chole Zúñiga, Rosita Núñez, Julio Núñez entre otros.

En la plaza de armas, al pie del gran árbol frente al Consejo Provincial, se leía una gran pancarta, “Hoy Copa Perú, Tarapacá versus Sport Ancash”, no hay duda era un partido esperado, por donde fuéramos nos acompañaban en comitiva los dirigentes y atrás un grupo de niños,  la conversación sobre otros temas amenguaba la preocupación que en nuestro interior iba creciendo peor aun cuando nos enterábamos que no había llegado algún titular.



Esa espera de un partido, en Lima, era un poco distinta, en la noche del sábado preparaba todos mis útiles deportivos, vendas para los pies, chimpunes, icehot o charcot o midalgan, en la mañana del día del juego disimulaba mi preocupación con la lectura de periódicos o el desayuno, pero conforme llegábamos al almuerzo, la presión era mayor porque, mi hermana alistaba las naranjas, las gorras a sus hijitos, serpentinas, pitos, matracas, y otras cosas más, con todo eso yo no tenía hambre, solo ingería un plato, así salíamos con mi hermano Uli, que siempre lo noté más sereno que yo.

En los primero años, subíamos a la línea 36, que nos llevaba hasta el Cine Madrid de la avenida Alcázar, donde bajábamos y hasta ahí, se escuchaba la banda con los hermosos huaynos, con sonidos a "guerra deportiva", mucha gente bajaban de diversas movilidades, iban hacia el estadio de la Unidad Vecinal Nº3. En los años posteriores al 82, compré mi volwagen amarillo, que se hizo muy popular porque me acompañaba a todas partes, incluso para continuarla en alguna casa o restaurante.

En las tardes de los sábados cuando los partidos eran muy difíciles, nos reuníamos en el estadio de Vipol, para hacer los ajustes finales, en particular me encargaba de enfatizar, “no perdamos el orden durante el juego, siempre mantengamos el eme bedoble, MW, cuatro defensas, un volante central defensivo, dos volantes laterales y tres delanteros”, este análisis lo hacíamos incluso en el piso del camarín, minutos antes de salir al campo, como eran jóvenes y entusiastas ponían mucha atención, salvo Comunito que con un ojo siempre estaba pendiente en la entrada del estadio por si alguna hermosa dama ingresara.


Hoy, después de casi 37 años, volveremos a reunirnos por el aniversario del Club Tarapacá, esta vez los micros electromagnéticos vendrán desde estados unidos, Chiquián, Huarmey, Huacho, y de diversos distritos de Lima, bajaremos en el cine Madrid de la av. Alcázar o en Raimondi de Huaraz, o en Vipol, o en Carcas, o Jircán. Qué maravilla de la tecnología, nos volveremos a ver como antes, todas las generaciones juntas, aunque mitigando el dolor de nuestros seres queridos que partieron este año. Estamos resistiendo con fortaleza y esperanza seguro que este reencuentro es la mejor vacuna. Vernos cantando, brindando y también lágrimas que emocionan, nos comprometen a seguir hermanos y demostrar que todo se puede superar cuando se rema juntos. Esta tormenta no impedirá que nuestra barca llegue a la orilla de vida y alegría.

  

Felicitaciones al Club Tarapacá de Chiquián


La Pluma del Viento

Lima, 27 de noviembre de 2020

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