LA RECETA Y LA PLUMA
Sobre la pared divisaba -sin focalizar nada- el letrero brillante de luz blanca con fondo azul "BEMBOS". Eran las 19:30 horas de un sábado de mayo. Él no era de los que comieran sándwiches en ningún restaurante; sin embargo, ahora tenía una inmensa hamburguesa en su fuente y mesa. El mismo se sorprendió de haberlo pedido.
El orden, la organización, era su emblema, le escucharon pregonar: "el hombre ocupado siempre tiene tiempo". Su día rutinario desde muy joven comenzaba entre las 4 a 5 horas, y se acostaba temprano entre las 21 a 22 horas. Sus días de fiesta eran en "horario matinée", menos de las 18 horas. Por ello sería que le alcanzaba tiempo para presentarse en la radio, escribir regularmente, leer y hasta hacer deporte.
El sándwich, el vaso de inka kola, pequeñas copitas con ají amarillo, y papas fritas tipo cabello de ángel en una bolsita era su porción. Como no tenía práctica en las combinaciones que debería hacerse con los sobres que acompañaban, dificultó en mezclar adecuadamente, la mayonesa y kétchup. Pero no le incomodaba, total este pedido solo fue un motivo para sentarse sin inconvenientes. Así que raudamente sacó su cuadernito el fiel compañero de horas dificultosas, o solitarias, o nostálgicas , pero también para lo contrario, cuando había mucha alegría. Es decir surgía cuando ameritaba el momento.
Llegó a este mall del cono norte de pura casualidad, porque faltándole combustible al auto (GNV) siguió de largo y no entró a su casa, sino que se dirigió hacia el grifo que distaba solo una cuadra hacia el norte, llegó pero los surtidores no funcionaban el letrero decía "no se atiende". Así que pensó ahorrar tiempo para mañana y se dirigió a otro grifo camino al aeropuerto también cerca. El recorrido fue misma procesión de octubre, a las 18:30 la panamericana norte el tráfico es inmensamente denso. Pero continuó tranquilo diciéndose "con calma cuando hay muchos carros", así giró a la izquierda por la avenida Tomás Valle y a pocas cuadras a la izquierda estaba el grifo donde se dirigía, siguió unas dos cuadras más y volvió en U para ingresar al mismo; sin embargo, se le fue la concentración y solo percibió que había pasado el grifo una cuadra después y ya no había posibilidad de regresar, así que decidió ingresar al mall. No había nada previsto por comprar, pero ingresó solo con el ánimo de explicarse porqué se le fue la concentración, porqué no tuvo el cuidado de fijar su atención al ingreso del grifo. Esto le preocupó y decidió explicarse así mismo, siguiendo su método de visitar su "punto de apoyo".
No había forma de obviar, posponer, olvidar, su mensaje sobre el TIEMPO, lo que antes era su diferencia, hoy sentía que era su OBSTÁCULO, el origen de sus desencuentros. Sentado, solo, en la mesa del patio de comidas bebió la inka kola, pero estaba demasiado frío, así que como pudo se fue con toda la fuente hacia la mesa de expendio, y le pidió que lo calentara en el microondas. Luego de unos minutos nuevamente sentado, bebió una mitad, justo para dar espacio para verter su "batería" que llevaba en su morral, cuidando que no lo vieran virtió sobre la inka kola una buena porción de la "cebada", y siguió la rutina: papitas, ají, sandwich, kétchup. Eso parece le tranquilizó algo, pero volvió al tiempo y sus desencuentros, recordó con más nitidez lo que estaba ocurriendo, lo que estaba olvidando: citas médicas, escritura rutinaria, salidas por radio, ejercicios deportivos, y visitas a familiares. Como era de esperarse, y mientras continuaba escribiendo, brotó desde su baúl la sabiduría: el origen de todo está en tu trabajo, y en tu edad, clamó el silencio y la soledad. Lo segundo porque estás a un tris de jubilarte (te faltan 6 meses para los 70). Y el trabajo porque estas comprometido con temas de mucha importancia y decisión.
Mientras la pluma se deslizaba ágil registrando todo, notó que se le acababa el sándwich, y la inka pilsen, pero no dijo una sola palabra sobre si estuvo agradable o no. En el papel quedaba bien claro el "diagnóstico" y también la "receta", no era necesario ningún psicólogo, su baúl y el silencio le dijeron con mucha claridad: deja el compromiso con la alta dirección de tu trabajo y retorna al nivel más bajo, así como cuando te iniciaste y seguro volverá tu tranquilidad, tu TIEMPO y la alegría de esperar tu jubilación con generosidad y agradecimiento.
Bebió el último sorbo de la mezcla, y sonriendo se levantó agradeciendo a la Pluma y a su receta.
La Pluma del Viento
Mall del Norte, 18 de mayo de 2024
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