JUBILACIÓN: MATERIAL O MENTAL

 


La imagen era clara: un amigo de mi promoción estaba de visita, vivía en modo turismo. No era la primera vez que se le veía recorriendo algún rincón del mundo; esta vez, lo hacía en nuestro propio país. La belleza del paisaje y la alegría reflejada en sus ojos me conmovieron. Me dije, casi en voz alta: “Seguro ya está planeando su próximo destino…”

Mientras él viajaba, yo pensaba en mi plan para este año y el siguiente: ¿Qué libros debo leer? ¿Cuáles escribir? ¿Qué cursos proponer?

El ser humano sabe que su vida no pasará de los 95 años, y que las estaciones de la vida dedicadas al trabajo concluyen entre los 65 o 70. Después de ese periodo, viene la jubilación, el descanso. Ese recorrido, que suele considerarse lo normal, lo practica mi amigo.

      ¿Y, porqué, a mi siendo de la misma edad, no me nace, o no me motiva, esa forma de descanso? me pregunto.

La realidad no es lo que uno desea, sino lo que el universo te responde. Son tus circunstancias, como decía Ortega y Gasset. Lo que diste es el vuelto que recibes. Pero no hablo en términos económicos, sino en el balance de actividad vital.

Si tu vida —tu “negocio”— fue lo material, lo físico, entonces el retiro se inclina al paseo, al descanso corporal. Pero si tu actividad fue lo mental, lo intelectual, entonces el descanso se orienta a la escritura y lectura en calma; sin relojes, sin jefes, sin presiones.

Entonces, a modo de balance, alguien preguntará:

—¿Qué es mejor: turistear o escribir?

No hay una respuesta definitiva. A mí, me tocó, me nació lo segundo: escribir y leer, y eso exige buscar el silencio, la soledad, oír con los ojos cerrados, mirar con la pluma, y tener claridad del retablo de la memoria.

No cambiaría mis madrugadas serenas, donde —en la quietud del universo— las ideas brotan, como si las hojas en blanco necesitaran del hálito de mi pluma para no morir. Por eso para escribir, leer e imaginar, no preciso de bandas de músicos, gente bailando y bebiendo, y después durmiendo hasta tarde. Eso a esta edad me suena a pérdida de tiempo de jubilación valioso.

No veo nada de malo a quienes hacen de ese periodo de descanso, visitas interminables, festejos bulliciosos permanentes. Si eso les da tranquilidad y paz, ¡felicidades!

Pero hay quienes, preferimos el vacío fértil, el viaje interior, a los confines de la mente, y allí construir mundos, ilusiones, conjeturas, con el hilo del recuerdo y confrontar misterios con el baúl de lo vivido. Como no somos profesionales de la pluma, no tememos el error, por ello hay mucho por compartir. Porque ver la página repleta de letras es —para nosotros— tan emocionante como ver caer el agua en Husgor o brindar con chicha en Machu Picchu.

Al final, sea en lo material o en lo mental, lo importante es ser feliz.
Eso es lo que cuenta.


La Pluma del Viento

Lima, 2 de agosto de 2025

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