EVENTOS INESPERADOS CHOCANTES


Quién no tuvo en la vida un inconveniente inesperado y tan desagradable que ocurre en el momento menos indicado. Es como cuando al joven futbolista 24 horas antes de disputar una final que tanto soñó, le ocurre una lesión fortuita hasta ridícula. O como cuando al joven estudiante que está a punto de terminar el semestre y se accidenta impensadamente, truncando  los días finales de entrega de trabajos y hasta el examen. Nooooo¡¡¡. Con solo imaginarlo se me estremece el cuerpo. Y, eso, porque también me ocurrieron cosas similares. 
Veamos, sabido es que en la capital de la república (Lima), los provincianos tenemos la intención muy fuerte de reconstruir nuestras costumbres siempre ruidosas y coloridas, sea en vestimentas, música o comida. Estos sucesos van desde nuestros familiares cumpleaños en casa, cuando invitamos a amigos, y contratamos orquestas de arpa y guitarras, entonces bailamos y comemos como si estuviéramos en nuestra cálida casita de nuestro añorado pueblo. Esto también se nota cuando se trata de festejar el aniversario de nuestro santo patrono o santa patrona, o festejar el carnaval con su yunza respectiva, o cuando se va a realizar semanalmente el campeonato deportivo interdistrital, estos locales suelen estar en los alrededores de la capital, en las urbanizaciones, sea del cono norte, centro o sur. Uno de los eventos más concurridos por los residentes son los campeonatos deportivos mencionados, para este caso, hay encuentros clásicos, entre los distritos rivales históricos, que suelen ser siempre el distrito capital de la provincia, y el rival o rivales dos o tres distritos que le disputan la capacidad económica, o política, o intelectual. 
El caso que voy a narrar trata de la provincia de Bolognesi en Ancash, donde la capital es el distrito de Chiquián y los rivales clásicos son: Cajacay, Corpanqui u Ocros. En mi caso jugaba por Chiquián, allí nací, y mientras estudiaba en la universidad de ingenierìa (UNI), comencé a jugar por mi pueblo desde mitad de la década de los 70 hasta la mitad de la década de los 80, en esos años, el partido con Cajacay era el más esperado, eran casi siempre finales de campeonatos. Los residentes nos preparábamos con mucha emoción y tensión, y como tal los equipistas nos concentrábamos para ese evento especial del domingo. En mi caso luego de entrenar por la tarde del sábado donde nos reunimos (en el campo de Vipol) para soltar músculos y planificar el partido del domingo  me puse a estudiar algún curso y siendo casi las 7:30 pm, dije voy a comprar algo a la panadería, y salí para allá que dista unas dos cuadras  desde mi casa. La panadería  estaba en una esquina del parque. Al llegar por una de las veredas noté que algunos estudiantes de secundaria estaban peloteando en la esquina frente a la panadería, y cuando cruzaba hacia allí me vino la pelota hacia donde estaba, y como devolviendoles, levanté la pelota la dominé con la rodilla pero como la bola se me iba a un costado retrocedí súbitamente y no me percaté que tenía una tomada de agua para bomberos a un metro mió, y lo que ocurrió fue que al mover mi rodilla golpee muy fuerte al grifo y me lesioné  se abrió una herida y el golpe inflamó la rodilla notoriamente, allí quedó cortada mi preparación para el ansiado partido del día siguiente, todos los preparativos se vinieron abajo, esa tarde de domingo, la pasé en casa adolorido, incómodo, echándome la culpa, y preguntándome, ¿en qué momento se me ocurrió ir hacia la panadería y luego entregarles la pelota?. No había explicación, una lesión absurda. 
El otro recuerdo también tiene que ver con la pelota, eso hace notar que me gustaba y lo practicaba bastante. Estaba cursando el 5to año de Física, y tenía como próximo, el examen final del curso métodos matemáticos de física II, con el recordado profesor Dr. Gerardo Ramos. Mi preparación iba siguiendo mi método, estudiar el capítulo del libro, siguiendo el escogimiento previo de 4 problemas claves del final del capítulo, mi técnica se basaba en plantearme el rol de,  ” si fuera profesor qué preguntaría”, y siempre me dio resultados, acertaba mínimo uno a veces coincidía con dos preguntas. Bueno, en este caso había un partido de fútbol del campeonato del pueblo de Huayllacayán, lugar de nacimiento de mi madre,  el campo era el estadio de un colegio en Monterrico (creo Markham), el asunto es que ese día se jugaba un partido muy fuerte, diríamos entre los punteros, mi equipo era el Estudiantil, en esta oportunidad había decidido no jugar porque estaba atravesando una gripe, si bien no estaba con fiebre pero me sentía indispuesto, eso le dije a mi hermano quien iría solo. Sin embargo, llegaron a mi casa, mis tíos hermanos de mi madre y otras personas mas para influir en modificar mi decisión y debería asistir, porque era decisivo el encuentro, finalmente me doblegaron y con cierta dificultad preparé mis cosas y fui. El clima era un típico día limeño de invierno de julio, nublado y mucha humedad. El encuentro comenzó, y mi puesto en ese equipo era de medio volante, siempre jugué en ese lugar, marcaba y construía, era además el capitán. Cuando iban tan solo 15 minutos, y mientras corría tras la bola, sentí que me faltaba aire, no podía respirar, me atraganté, traté de decirle a algún jugador que me faltaba aire, corrí hacia el arbitro, nadie se dio cuenta hasta que un familiar asistente desde la tribuna se percató, y se metió al campo y allí casi arrodillado, me volvió la respiración espontáneamente, el sonido fuerte que salía de la garganta cuando pugnaba por aspirar el aire infundió temor y preocupación a todos, cuando se me pasó, me senté al costado del campo esperé a que termine el juego, ya  en en casa me volvían estos espasmos de atragantamiento con frecuencia, así durante la noche mi hermano que estaba haciendo prácticas de médico me ayudó a respirar, prácticamente me salvó la vida, dormí (más bien descansé) sentado en la cama, no me pude echar. Al día siguiente muy temprano con mi hermano fuimos hacia el hospital del niño, allí él tenía un profesor que le conocía y luego de hablarle, y realizar los trámites correspondientes, ingresamos a su consultorio eran casi las 9 de la mañana, tuvimos que ser los primeros pacientes, para evitar las citas. El médico me trató como “a su hijo”, advirtiéndome que había sido un irresponsable en ir jugar en medio de esa humedad con la garganta inflamada por la gripe. Y que corría peligro por perder la voz, y en adelante para recuperarme debía pasar dentro de una habitación por 20 días para evitar entrar en contacto con el aire húmedo. Eso me cayó como una jalada de oreja, cierta, y me lo merecía. ¡Si tenía la gripe y debía estudiar por qué fui! ¡Qué absurdo¡. ¡Podía haber dicho no!. Al final, tuve que estudiar con el cuerpo y mente medio ocupados en otras cosas, y cuando fui a dar examen lo tuve que hacer cubierto la cara con una bufanda. Etc.  Desde ahí hasta ahora he quedado débil con la garganta, y casi imposibilitado de beber agua helada. 
Entonces estos eventos inesperados chocantes nos ocurren a todos y ciertamente pasado el tiempo uno se da cuenta que pudieron haber sido más peligrosas y que también podrían no haber ocurrido si hubiéramos tomado las decisiones correctas. Pero las decisiones correctas no se pueden asegurar antes, porque concurren una serie de circunstancias. Sin embargo a modo de aprendizaje si debemos aceptar que estando con la salud medio débil no se puede arriesgar. Y, también que deberíamos aprender de los muy disciplinados, aunque cueste, y es que si tomamos una decisión no debemos ceder ante otros solo por quedar bien, frente a esto podríamos hacernos una pregunta previa, ¿si no voy qué pierdo?, si la respuesta es nada trascendental, entonces no deberíamos aceptar el pedido y modificar lo planificado. Sin embargo mi conciencia, entrometida, dirá sabes que lo mejor es no saber jugar muy bien al fútbol.
La Pluma del Viento
Lima, 27 de junio de 2016

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