UN HERMANO, UN AMIGO, UN CHIQUIANO: ULISES ZÚÑIGA
Como si fuera ayer, están intactos los días cuando en Chiquián corríamos tras una pelota, o cuando corríamos en medio alfalfares para separar esforzadamente a los ágiles becerritos, o cuando con cierta molestia traíamos pesados baldes de agua desde el caño frente a la casa de don Pablo Zubieta.
Hoy, después de casi 60 años, ese niño tranquilo, educado con la exigente mano de mamá Luchi, sigue siendo un adulto con la imagen del hábil niño de las dominadas, del estudiante aplicado de la 378, o cuidando al torito “pituco” al pie de la vaquita para que mamá la ordeñara más fácil.
A pesar del tiempo transcurrido, todavía hablamos de las calles cubiertas de agua y arena del barrio de Venecia en Chiquián, de los meses de invierno, o de las chacras planas de extenso kikuyo de Pariantana, o del campo polvoriento de Jircán donde nuestra destreza por el futbol exaltaron las barras del Cahuide y Tarapacá. Estos recuerdos los hacemos cada vez que nos encontramos en Lima en el Club Chiquián, en algún festival de las promociones de colegios, o en el campo de gramado artificial de Hiraoka.
Es que para el provinciano, que vivió una infancia feliz, su tierra natal lo acompaña cada momento, sus costumbres son mejor añoradas conforme pasan los años. Imaginamos que aun Chiquián guarda intacta nuestras vivencias, tanto que parecen continuar vivos los padres de nuestros amigos de la cuadra, como sucede cuando nos encontramos con Shancha, que es la imagen de don Arturito Barrenechea, o cuando vemos a Comunito es don Lucho Núñez, personas célebres de nuestra cuadra.
Las calles pavimentadas modernas, no cubren nada, para nosotros aún están reconocibles debajo de ellas, las piedritas donde nos lastimábamos en los partiditos de fulbito o bata, o el ventanal que rajó nuestra frente. Todavía vemos al inmenso perro negro que nos asustaba, y por ser tan bravo terminó muerto por veneno. En cada agosto, cuando la fiesta del 30 nos convoca, tu aniversario del 26 se convierte en un encuentro obligatorio, para hacer la previa al viaje a Espejito de Cielo. Cuando jóvenes y sin horarios esclavistas, esta fecha podía cogernos camino a Chiquián donde a las 12 de la noche, detenidos en Pativilca o Barranca, hacíamos un alto para decirte ¡feliz cumpleaños!.
Es decir siempre tu persona nos identifica a Chiquián. Al Chiquián, de las vaquitas canelita, ocrosina o pituco, y nosotros, con cancha en el bolsillo beber la agradable leche calientita, subido en alguna pirca, con las botas de jebe. Pero, también identificas a tu escuelita 378, con sus docentes característicos como don Fabián Cano, German Romero y tu querido maestro tío Eualo Aldave, también nos recuerdas al Tarapacá campeón de los disputadísimos campeonatos de la fiesta 30 de agosto, y caminar con la copa alborozados por el jirón comercio, seguidos por una multitud de niños.
Los amigos y en especial tus hermanos, saben que tu forma de ser enaltece la amistad, la ponderación, la ecuanimidad, la reflexión, pero también la decisión, en el momento oportuno.
En este tu aniversario Uli, queremos decirte que tu amistad la guardamos en un lugar especial, construida en múltiples situaciones, del deporte, el canto, el dolor, la soledad y las opiniones. La experiencia de tu trabajo fuera del país, te ha hecho querer más a nuestra patria el Perú, a Chiquián nuestro amado pueblo, a tus amigos, a tu esposa e hijos, y claro a tu querida mamá Luchi.
Por eso quieres que cada momento por corto que fuera, estemos reunidos, preguntas con preocupación, el cotidiano de mamá, de chole, sobrinos y familiares. Igual lo extiendes para tus amigos convocándonos a hacer deporte, a volver a vestir la verde y blanca del Tarapacá. Electrónicamente con tus mensajes, nos sentimos cercanos, no importa si estemos en Estados Unidos, México, España, Brasil o Timpoc. Nos recuerdas que somos familia, que somos amigos. Por eso hoy en este 26 día de tu aniversario, quiero expresarte lo valioso que eres, en la familia y en la amistad. Basta un momento cuando pienso en ti, para recordar la vida entera, siempre compañeros, estudiantes en la UNI, futbolistas en el Rímac, Rosaspampa y Jircán, profesionales amantes del estudio, por todo eso doy gracias a la vida, por tener un hermano como tú, un amigo con tú, un chiquiano como tú.
Hoy, después de casi 60 años, ese niño tranquilo, educado con la exigente mano de mamá Luchi, sigue siendo un adulto con la imagen del hábil niño de las dominadas, del estudiante aplicado de la 378, o cuidando al torito “pituco” al pie de la vaquita para que mamá la ordeñara más fácil.
A pesar del tiempo transcurrido, todavía hablamos de las calles cubiertas de agua y arena del barrio de Venecia en Chiquián, de los meses de invierno, o de las chacras planas de extenso kikuyo de Pariantana, o del campo polvoriento de Jircán donde nuestra destreza por el futbol exaltaron las barras del Cahuide y Tarapacá. Estos recuerdos los hacemos cada vez que nos encontramos en Lima en el Club Chiquián, en algún festival de las promociones de colegios, o en el campo de gramado artificial de Hiraoka.
Es que para el provinciano, que vivió una infancia feliz, su tierra natal lo acompaña cada momento, sus costumbres son mejor añoradas conforme pasan los años. Imaginamos que aun Chiquián guarda intacta nuestras vivencias, tanto que parecen continuar vivos los padres de nuestros amigos de la cuadra, como sucede cuando nos encontramos con Shancha, que es la imagen de don Arturito Barrenechea, o cuando vemos a Comunito es don Lucho Núñez, personas célebres de nuestra cuadra.
Las calles pavimentadas modernas, no cubren nada, para nosotros aún están reconocibles debajo de ellas, las piedritas donde nos lastimábamos en los partiditos de fulbito o bata, o el ventanal que rajó nuestra frente. Todavía vemos al inmenso perro negro que nos asustaba, y por ser tan bravo terminó muerto por veneno. En cada agosto, cuando la fiesta del 30 nos convoca, tu aniversario del 26 se convierte en un encuentro obligatorio, para hacer la previa al viaje a Espejito de Cielo. Cuando jóvenes y sin horarios esclavistas, esta fecha podía cogernos camino a Chiquián donde a las 12 de la noche, detenidos en Pativilca o Barranca, hacíamos un alto para decirte ¡feliz cumpleaños!.
Es decir siempre tu persona nos identifica a Chiquián. Al Chiquián, de las vaquitas canelita, ocrosina o pituco, y nosotros, con cancha en el bolsillo beber la agradable leche calientita, subido en alguna pirca, con las botas de jebe. Pero, también identificas a tu escuelita 378, con sus docentes característicos como don Fabián Cano, German Romero y tu querido maestro tío Eualo Aldave, también nos recuerdas al Tarapacá campeón de los disputadísimos campeonatos de la fiesta 30 de agosto, y caminar con la copa alborozados por el jirón comercio, seguidos por una multitud de niños.
Los amigos y en especial tus hermanos, saben que tu forma de ser enaltece la amistad, la ponderación, la ecuanimidad, la reflexión, pero también la decisión, en el momento oportuno.
En este tu aniversario Uli, queremos decirte que tu amistad la guardamos en un lugar especial, construida en múltiples situaciones, del deporte, el canto, el dolor, la soledad y las opiniones. La experiencia de tu trabajo fuera del país, te ha hecho querer más a nuestra patria el Perú, a Chiquián nuestro amado pueblo, a tus amigos, a tu esposa e hijos, y claro a tu querida mamá Luchi.
Por eso quieres que cada momento por corto que fuera, estemos reunidos, preguntas con preocupación, el cotidiano de mamá, de chole, sobrinos y familiares. Igual lo extiendes para tus amigos convocándonos a hacer deporte, a volver a vestir la verde y blanca del Tarapacá. Electrónicamente con tus mensajes, nos sentimos cercanos, no importa si estemos en Estados Unidos, México, España, Brasil o Timpoc. Nos recuerdas que somos familia, que somos amigos. Por eso hoy en este 26 día de tu aniversario, quiero expresarte lo valioso que eres, en la familia y en la amistad. Basta un momento cuando pienso en ti, para recordar la vida entera, siempre compañeros, estudiantes en la UNI, futbolistas en el Rímac, Rosaspampa y Jircán, profesionales amantes del estudio, por todo eso doy gracias a la vida, por tener un hermano como tú, un amigo con tú, un chiquiano como tú.
Feliz día Uli
La Pluma del Viento
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