LOS ALEMANES SON HUMANOS





El bullicio es especial  solo  los aeropuertos presentan ese colorido, mesas abarrotadas de personas cargando mochilas  o acompañados de maletines rodeando  la mesa. Los platos preferidos son las comidas rápidas, gaseosas, papas fritas, cafés, pisas, sándwiches. Están a la vista los internacionales proveedores: McDonalds, Pardos Chicken, Chinawok, Papa Jhons, Dunking Dunuts. Hay alegría por doquier, pareciera que las puertas del viaje te hace mas sociable, particularmente cuando vas por turismo y en grupo. 
Sin embargo también hay lo contrario, aquellos que están callados, son los que viajamos solos y por trabajo, nos mantenemos distantes de la algarabía. Buscamos en la lectura o la escritura la dosis de anti-ansiolítico que se requiere. En ambos casos cada individuo esta con la mitad de la vista sobre la mesa y con la otra en los relojes para ingresar a los “gates” (embarcadero) que dependen del vuelo que te toque. 
Cuando llega la hora de ir hacia el abordaje nos movilizamos hacia la puerta de ingreso, entonces se hacen interminables las despedidas, los abrazos, las fotos, y por su puesto las lagrimas, seguro que algunos no volverán mucho tiempo. Ya dentro, y luego de  haber pasado por migraciones, vamos camino hacia el número del embarcadero, desde donde se abordará el avión. 
En el camino, observamos los hermosos  escaparates comerciales de productos que todo pasajero puede necesitar, maletines, tragos, cámaras, ropas, lentes, perfumees,  libros etc, aquí levanto un mito, de que en el aeropuerto los precios son menores, el conocido, “duty free”, falso, por el contrario son más caros. 
Mientras caminaba entre ellas me percaté que no vendían corbatas, entonces me dije, “bueno esta vez me vestiré todo sport”, me había olvidado, cómo no claro sin en Lima nunca lo uso, cómo habría de recordarme, tendría que haber dormido con el nudo en la garganta. 
En mi boleta de pasaje dice “gate 15”, llego ahí diría entre los 5 primeros, el espacio para la espera del vuelo es inmenso. Tomo asiento y aguardo la llamada para aproximarnos a la puerta de entrada hacia el túnel que lleva al avión. De pronto, la aeromoza  anuncia con toda esa voz tan especial y entrenada, “señoras y señores, KLM, anuncia que por reparación de la cabina, el vuelo se va a retrasar 20min”. Caramba que interesante,  “ en todos lugares se cuecen habas”, dije. Creí que por ser compañía alemana la puntualidad sería el sello de la diferencia con nosotros. Entonces como solazándome de ese hecho grité, “los alemanes no son maquinas son humanos”, ja, ja, ja.

La Pluma del Viento
Jorge Chávez, 3 de mayo de 2015

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