La ínfima paz

Un nuevo día. El inicio de un mes. Es Julio. Hay pocos minutos, cuando el silencio llega. Brota momentos de júbilo, la espalda no duele. El cuerpo y la mente sonríen. Del redor surge esperanzas e ilusiones. Tiene que ser algo especial este día, afirma. La creatividad bulle en galope.  Su cuaderno presto le brinda páginas límpidas. Bosqueja su alegría, mientras su razón le pide explicación por este inicio. Acaso no estamos en un ambiente de zozobra, de incertidumbre, que hallar este oasis inicial, es supremo, impostergable; le responde. 

Es inicio de mes, pero también es la continuidad de ayer que fue el último día del mes anterior; en consecuencia, le recuerda que trabaja, y por tanto tiene que dar cuenta de sus actividades del mes, "los entregables". Definitivo, todo pasado es estrés, presión, tareas, pendientes. Por eso este pequeño momento de paz es tan agradable que quisiera que el tiempo se detuviera. 

Con esfuerzo le puso pare a su razón, y necesitado de esperanza continuó en el silencio placentero;  subió a su nave superlumínico, y viajó en el infinito universo de su mente. Allá entre las nubes de colores, caminó bebiendo paz y tranquilidad, abrazó con ternura su cuaderno. Empero esta vez usó el teclado de su nave, le incomodó la tecnología, por lo que solo dejó pequeña huella, mientras saboreaba el delicioso  silencio de este amanecer inesperado.

En la tierra todo tiene su final, así que repentinamente timbró su celular, la paz culminó; volvió a su realidad. Son las seis y media, retornó el agresivo ruido, y con él su vida en el Perú cautivo de un gobierno kakistocrático que lo conduce indetenible a un agujero negro.


La Pluma del Viento

Lima, 1 de julio de 2022


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