TREGUA AL ATERDECER
Hoy quiero pararme en la otra orilla. Deseo verme llegar con el bolso lleno de tareas, la ropa ajada por el trabajo y el rostro labrado por el sudor del agotador día.
Quiero recibirte con la dicha de saberte luchador, de saber que no te arredras en los momentos de duda; por el contrario, allí te haces grande.
Ahora estás aquí. El trajín ha terminado. Descansa, deja tu talega y bebe este sabroso café que te preparé. Con su aroma vendrá la paz; con la charla que tengamos, volverá tu nostalgia curadora.
Nunca es tarde para darse una tregua en el recorrido. Si has llegado hasta aquí, dando lo mejor de tu esfuerzo, no apresures el paso. Guarda tus músculos para continuar el camino: aún faltan trechos, y no hay que quemar naves.
Reconozco que eres de aquellos que manejan números, que piensan en la ciencia, que buscan soluciones con la tecnología. No eres, quizá, de los conocedores de las emociones, como los psicólogos o los médicos. Pero, aun así, sabes manejar tu mente, la entiendes, la valoras y rescatas de ella valiosas ideas. Son tus enseñanzas, o mejor, tus guías.
Este texto pequeño que registro es para recepcionarte como debiera hacerse cuando arribas a esta orilla después del trabajo. O cuando te sientas agotado y necesites un bálsamo de aire fresco, o una taza de agua cargada de amor y paz.
Salud… y descansa
La Pluma del Viento
Lima, 21 de octubre de 2025
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