Por Una Cultura Cientifica


Son las 7 y 30 de la mañana, de un día común, en las dos emisoras que suelo oir durante el trayecto matinal a mi trabajo, CPN o RPP, las noticias por casi dos horas, están relacionadas a las actividades, comentarios, y encuestas de los políticos. El día de hoy, trataban de dar explicación al incremento de dos o tres puntos, de uno de los conspicuos políticos respecto al mes anterior. Uno de los periodistas decía que, el incremento se debió a la firmeza con que habló “los botaría a patadas”, el otro colega aseguraba que le fue mejor al político X, porque dijo que “los botaría a cabezazos”. El invitado, experto en encuestas, que se presenta mensualmente concluía, “los políticos saben que eso le gusta al pueblo y se lo dan, como retributo tienen más puntos”. Y, como si esto fuera poco, estas emisoras también le dedican en la tarde unas dos horas más, con lo que hacen casi cuatro diarias dedicados a temas de políticos y no de politicas de estado, cosas muy distintas.


Hace unos días leía en una revista americana que, algunos estudiosos habían detectado que la juventud universitaria muy pocos deciden seguir las carreras de ciencias e ingeniería, sobre todo lo primero, ante eso el autor se planteaba el hecho que, “podrían dejar de ser el país de mayor nivel científico, en el futuro, y con él perder el dominio de la tecnología”. Y que el estatus alcanzado se había debido al estilo y forma de actuar de sus ancestros, granjeros, barberos, tejedores, herreros etc., siempre habían vivido con la mente puesta en las preguntas de ¿cómo trabajan las cosas?, ¿cómo podría mejorar el proceso?, siempre la idea innovativa. Esta forma de pensar y enfrentar el día a día había convertido la sociedad en un modo de sentir y pensar científicamente que hoy no la tenían.


Contraponiendo estos dos hechos, no cabe duda que en el Perú (al menos desde la llegada de los españoles), jamás se tuvo el pensamiento americano, constructivo, científico, tecnológico y productivo; siempre hemos estado sometidos al reinado de las letras, la política y políticos, no solo con desconocimiento de la ciencia sino con posiciones anti-científicas. El pensamiento científico no es que todos seamos científicos a futuro, sino que llevemos al cotidiano la permanente búsqueda de la explicación racional a las cosas y la mejora permanente de los procesos productivos.


Si todos los días aparecen en la radio y televisión estas personalidades políticas, con los mejores vestidos, es lógico que los jóvenes, tomen como ejemplos que el éxito es ser político, acceder al parlamento, servirse del estado, aprovecharse del cargo, y lucirse en las páginas de los periódicos etc. Y como resultado, no tenemos capacidad propia de transformación de recursos naturales, somos el país con mayor dependencia tecnológica (menor número de patentes), no disponemos de laboratorios nacionales de ciencias descentralizados, el apoyo de becas a los estudiantes de postgrado en ciencias es mínima. Las facultades de ciencias en todo el país no disponen de condiciones respetables y competitivas ni para la enseñanza ni para hacer investigación. Los jóvenes prospectos científicos, de mayor potencial, terminan viajando al extranjero para estudiar y no volver. ¿Tendría sentido volver para trabajar en las mismas condiciones de cuando salieron?, evidentemente, No!.


Frente al reto mundial de la escasez de alimentos, agua, energía, calentamiento global, cambio climático, pobreza, no queda otra que usar el conocimiento. Y este principalmente se sustenta en la ciencia y la tecnología. No vamos a enfrentar estos problemas tan complejos, basados exclusivamente en la cultura de la contemplación, el lucimiento, el palabreo y la superstición. Necesitamos incorporar y difundir la cultura científica, en todos los niveles y especialidades. Compartamos los problemas y soluciones tecnológicas, adecuadas, sostenibles, con todos, particularmente con las provincias y notaremos que en los lugares menos pensados (lejos de la capital) obtendrán las mejores soluciones. El pensamiento científico debe ser la base para la aplicación de cualquier política pública. La pobreza no se va a vencer dando migajas, sino creando riquezas, creando capacidades endógenas de transformación, promoviendo el emprendedorismo tecnológico. Y esto mirando el futuro solo será posible si producimos conocimiento para vender. Allí debe sustentarse la cohesión social y la sostenibilidad.

Menos confusión mas información.
Menos ideología mas tecnología.
Menos armamento mas conocimiento.


Lima, 17 de Enero de 2010


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