EL CAHUDISTA QUE NOS PERMITIO LLEGAR A LA FINAL SOÑADA




Por Agustín Zúñiga Gamarra



La guerra con Chile, de 1879, nos dejó el nombre de TARAPACÁ como uno de los lugares mas recordados de nuestra historia: “Tacna, Arica y Tarapacá tierra de sangre y de fuego, y de fuego..”, rezaba una canción popular en mi escuela de primaria. Bolognesi y Cáceres, simbolizan a los miles de peruanos que cayeron en la nefasta guerra del pacífico. “Hasta quemar el ultimo cartucho...”, resuena en nuestros oídos y exaltan nuestros sentimientos, es la voz inquebrantable y eterna del Coronel Francisco Bolognesi.

El 27 de noviembre de 1879, a las 8:30 am se inició la batalla de Tarapacá, que duró casi 9 horas, donde la Infantería integrada por hombres de Cusco y Ayacucho al mando de Andrés Avelino Cáceres, le dieron un gran triunfo al ejercito peruano. A pesar de la derrota final en la guerra del 79, aun queda en nuestro corazón el coraje de un batallón que se impuso al enemigo a pesar de su inferioridad numérica.

Ese mismo sentimiento de ganadores, brilló en el pecho de unos jóvenes chiquianos que, en los campos del Rímac, desplegaron orgullosos la triunfadora bandera chiquiana bajo los colores VERDE y BLANCO del Club Atlético Tarapacá.

Como no recordar a Pipa y Poco Valerio en el arco, en la defensa a Enrique Ocrospoma , Eca Carrillo, Uli Zúñiga , Erich Vilchez, Nando Vásquez y Arnaldo Balarezo. En el medio campo Willy Roblez (que se fue al cielo antes que todos y ahí nos espera), Hugo Vilchez el mas joven y Acucho Zúñiga el pequeño gigante. En la delantera Nando Alarcón (que entonces jugaba en el club Universitario de Deportes), el crack estrella Toto Núñez, el hombre del potente remate Percy Vilchez y el puntero goleador Comunito Núñez.

Este pequeño recuerdo ojala llegue a los oídos de nuestros queridos amigos, que desde aquellas temporadas inolvidables de los 80 pocas veces nos hemos vuelto a ver, unos por el trabajo otros por que se fueron a países lejanos a buscar mejores oportunidades para sus hogares, pero con seguridad sus corazones se quedaron para vivir en medio de estos muchachos. En nuestras mentes quedan imperecederos los entrenamientos en el campo de VIPOL, los diseños en el camarín para estudiar la formula MW (eme vedoble) antes de salir al gramado del campo de la unidad vecinal del Rímac.

Este Tarapacá surgido en 1939 en Chiquián se nutrió de campeonatos en el viejo estadio de Jircán, hasta que apareció una promoción de niños y luego jóvenes, que desde las cuadras arenosas del barrio Venecia (agocalle), saltaron a ser campeones de la fiesta de Santa Rosa de Chiquián, en aquellos días cuando este campeonato era la principal atracción en las fiestas patronales, el ultimo equipo campeón de estas fiesta, se conformó con jóvenes adolescentes de Chiquián, encabezados por los hermanos Percy y Hugo, bajo el impulso del profesor Angulo y Chole, reforzados posteriormente por jóvenes universitarios de Lima. Con este equipo dieron cuenta de sus acérrimos rivales Alianza y de su clásico rival Cahuide.

Después, al son de su típico himno - huayno de “ Tarapaqueño soy casaca verde bien de adentro soy....”, se trasladaron desde el pedregoso y polvoriento Jircán a los verdes campos del Rimac, para continuar su racha triunfadora.

Todavía está en nuestra memoria las tardes dominicales, que al son de la banda de músicos entonando el “Chimbarabata”, ingresábamos al campo bajo los aplausos y gritos de nuestra bulliciosa barra encabezadas por Chole Zúñiga y Rosita Núñez, mujeres que demostrando su estirpe guerrera, hoy enfrentan con valentía inclaudicable su lucha por la vida. Ejemplos vivientes de los colores gloriosos verde y blanco del Tarapacá.

De las infinitas anécdotas que hoy invade mi memoria, permítanme amigos de ese equipo campeón de los 80, recordarles aquel del 1983. Después de haber estado ausente casi un año en Argentina -por estudios- volvía a integrar un gran equipo que tras un fragoroso y largo campeonato interdistrital del AIB, los dos mejores equipos empataron en puntaje (Tarapacá de Chiquián y Club Cajacay) por lo que se debía dilucidar al campeón en un partido de desempate; el cual se programó para dentro de 3 semanas y sería el 2 de Setiembre de 1983, dos días después de la fiesta patronal de Chiquián, a la que muchos integrantes habían viajado. Algunos volvimos el mismo día de aquel partido, otros no llegaron se quedaron a continuar la fiesta, a gozar de las corridas de toros. A pesar de eso nos presentamos al día del encuentro, diezmados, completando ajustadamente 11 jugadores, contando con todos los suplentes. Ese día, la programación establecía un solo partido: a las 11 am.

Los cajacainos se presentaron con todas sus estrellas dos de los cuales jugaban en el fútbol profesional uno en el Municipal y otro en el Sport Boys. Estando en el campo, cambiados, haciendo peloteos, esperábamos el tiempo reglamentario y este no se iniciaba, los cajacainos al ver a nuestro equipo debilitado daban por seguro su triunfo, habían contratado un restaurante donde irían a festejar su triunfo y el campeonato, pero el tiempo avanzaba; pasaron 10, 20 y 30 minutos y no llegaban los árbitros. Nuestros delegados, abogados, se pusieron bravos e hicieron respetar las bases, suspendiendo el partido por que la hora del inicio se había vencido largamente. Este reclamo fue contundente, irreprochable, finalmente se suspendió el encuentro, trasladándose para el próximo 8 de diciembre, considerando que el campo serían tomado para otro campeonato. Ese 8 de diciembre en un partido memorable con gol de Percy Vilchez ganábamos el encuentro y campeonamos por segunda vez. Nadie supo porqué los árbitros no llegaron.

La anécdota se completó luego de muchos meses, al enterarnos que la razón de la inasistencia de los árbitros había sido tramada. Considerando que el equipo de Tarapacá no se presentaría con todos sus titulares y sería derrotado, el responsable para contactar con los árbitros había sido nuestro amigo Gregorio Gamarra Genebroso (cahuidista y gran comunicador en radio el Pacífico en su programa Perú Imperial), quien no hizo el contrato con los árbitros por la razón mencionada, consecuentemente jamás se presentaría alguno. Este hecho nos permitió no jugar aquel partido sin nuestro mejor equipo que se había sacrificado largos meses, por ello parte de la copa, que se ganó aquel año, se debió también a este amigo admirador de nuestro juego y de la competencia deportiva sin ventajas. Anécdota que la solía contar en su oficina y sastrería, del jirón Huancavelíca, centro de reuniones matutinas de los paisanos.

Que este corto recuerdo, sirva de homenaje a todo el Club Atlético Tarapacá, en las personas de los añejos dirigentes como don Abel Alvarado, don Gudbi Ibarra, don Anatolio Calderón, Peli Balarezo y los Jóvenes aún, Iván Robles, Nica Rivera, Nalo Alvarado, Felipe Alvarado, Juancho Núñez, Toto Núñez, Nina Núñez, Irma Robles, Irma Alvarado, Carmen Robles, Doris Bravo, ... etc. Y, que siempre mantengan su alegría y orgullo de ser tarapaqueños y sobre todo el orgullo de ser chiquianos. Nos despedimos recordándoles a nuestros hermanos tarapaqueños su himno:


Tarapaqueño soy casaca verde bien de adentro soy
Unos me quireren otros me odian porque soy campeón
Unos me quieren otros me odian porque soy campeón
Campeoncito soy


No se porque será que siendo tarapaqueño odiadito soy
No se porque será que siendo tarapaqueño odiadito soy

Feliz día Club Atlético Tarapacá de Chiquián

Lima, 27 de noviembre de 2005



(Mensaje propalado en radio Independencia en el programa Alma y Sentimiento de Tierra)

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