UN HERMANO, UN AMIGO, UN CHIQUIANO: ULISES ZÚÑIGA

Como si fuera ayer, están intactos los días cuando en Chiquián corríamos tras una pelota, o cuando corríamos en medio alfalfares para separar esforzadamente a los ágiles becerritos, o cuando con cierta molestia traíamos pesados baldes de agua desde el caño frente a la casa de don Pablo Zubieta. Hoy después de casi 50 años, ese niño tranquilo, educado con la exigente mano de mamá Luchi, sigue siendo un adulto con la imagen del hábil niño de las dominadas, del estudiante aplicado de la 378, o cuidando al torito “pituco” al pie de la vaquita para que mamá la ordeñara más fácil. A pesar del tiempo transcurrido, todavía hablamos de las calles cubiertas de agua y arena del barrio de Venecia en Chiquián, de los meses de invierno, o de las chacras planas de extenso kikuyo de Pariantana, o del campo polvoriento de Jircán donde nuestra destreza por el futbol exaltaron las barras del Cahuide y Tarapacá; estos recuerdos los hacemos cada vez que nos encontramos en Lima en el Club Chiq...