PERÚ 2012: COMPETITIVIDAD Y SUS LASTRES
¿Porqué, si el Perú crece a tasas respetables de 6% a 8% del PBI, no se ve mejoras en el bolsillo de la gente?. Es la pregunta que solemos oir en los hogares. No hace mucho, estuve en Chiquián, y noté que, en una provincia donde hay mucha minería porqué no hay alguna industria. ¿Qué nos espera para el futuro, cuando ocurriera que los precios de los minerales cayeran?. Estas interrogantes me volvieron a la mente cuando nos enteramos que en el reciente anuncio de los índices de competitividad de países de la WEF, anuncian que el Perú subió 6 lugares: pasó del puesto 67 al 61. ¿Qué hay detrás de todo esto?. ¿Qué factores se toman en cuenta?. Para eso fuimos a la dirección oficial de la World Economic Forum (WEF), y descargamos el informe 2012-2013.
Para comenzar, el concepto de competitividad: “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. El nivel de productividad a su vez, establece el nivel de prosperidad que puede ser ganada por una economía. Una economía más competitiva es una que es capaz de sostener el crecimiento. La productividad de un país determina su capacidad de mantener altos niveles de ingresos. La productividad es uno de los determinantes centrales del retorno a la inversión, que es ya, uno de los factores claves que explican el potencial de crecimiento de una economía”. El índice de competitividad global (ICG), es una herramienta útil y de fácil entendimiento, que mide los fundamentos microeconómicos y macroeconómicos de la competitividad de un país.
Este indicador se propala desde el 2005 por la WEF. Comprender los motores (drivers) de la productividad y la competitividad ha ocupado a los economistas por cientos de años, desde el efonque de Adam Smith, basado en la especialización y la división del trabajo al énfasis de los economistas neoclásicos basados en la inversión en capitales físico e infraestructura, hasta los más recientes, considerando factores tales como la educación y el entrenamiento, el progreso tecnológico, estabilidad macroeconómica, el buen gobierno, sofisticación y eficiencia en el mercado, entre otros.
Todos estos factores se han tomado en cuenta en el índice ICG, donde aparecen 12 pilares que se agrupan en tres subíndices: requisitos básicos; eficiencia, e innovación. De acuerdo al documento de 2012, Perú, en el primer grupo está en la posición 69, en el segundo 57 y en el tercero 94. Como se ve nuestra deficiencia está en la INNOVACIÓN. El Perú crece por inversiones más no por productividad. Para esto se necesita inversión en I+D+i (Factor 9 y 12). Nuestros lastres son: Instituciones (105), calidad de infraestructura (89), educación primaria (91), educación superior (80) y especialmente innovación (117). Nuestro crecimiento económico apantalla la productividad. Estamos en piloto automático. La economía nacional es llevada por un equipo de especialistas y los otros sectores y gobiernos regionales y locales, no demuestran ese misma eficacia.
Durante el viaje a Chiquián, conversé con un veterano transportista, el Sr. Victor Tadeo, integrante del equipo de los camioneros históricos don Armando Alvarado y don Segundo Robles, “antes aquí en Mojón (en la pampa de lampas cerca a Conococha) era el centro de acopio de ganado, en los corrales se agrupaban los animales, incluso había uno para los bravos. Diariamente salían unos 5 camiones cargados de ganado, hacia la costa, ahora no sale uno solo”. Parados en el desvío de la carretera hacia Chiquián, efectivamente, mirábamos a los alrededores y no veíamos algún ganado.
“Igualmente, por aquí, en Huáncar, los cerros estaban cubiertos de sembríos de papa, crecían con la lluvia. Ahora los terrenos de la Comunidad están abandonados. Mi madre en casa disponía de unos 30 sacos. En los altillos guardábamos la papa clasificadas cubiertas de paja: warmi, de colores y gecna. En los terrados sobre la cocina, los jamones eran ahumados diariamente. Colgaban en la casa todo tipo de mazorcas de diversos tipos de maíz, blanco, amarillos, de colores”. Su nostalgia, demostraba, la abundancia de antes contrasta con la escases de hoy.
“En Chiquián, los alfalfares eran hermosos, el Sr. Espejo, de Husgor, se daba el lujo, de meter a sus lecheras para que comieran solo las flores azules, luego a medio tamaño, entraban las vacías y finalmente el rastrojo se lo dejaban para los caballos y burros. En las tiendas se veían los quesos de 5 o 6 kilos, inmensos. Las lecheras daban un promedio de 25 litros diarios. Sus quesos los vendía a Lima”.
Mientras me hablaba, imaginaba esos años, en el apogeo de la haciendas, porque ahora, no hay alfalfares, tampoco ganados, y consecuentemente pocos quesos. Ahora la poca leche es captada por la poderosa Gloria, y en el tiempo dejarán de existir los Quesos Chiquianos, con su especial sabor, y solo nos contentaremos con los que abundan en los supermercados con sabores industrializados.
Casi sin descanso continuó, “Pero también hay otro problema, no hay gente para trabajar en las chacras, ellos prefieren hacer hora y pagar su almuerzo de 1 sol en los comedores populares. Antes llegaban temprano en grupos para ir a trabajar”.
Otro amigo, de Aquia, terció, manifestando “el gobierno local debería entablar un acuerdo con Antamina para venderles los productos que se deberían producir: quesos, leche, papas, trucha eso impulsaría la producción”. Sin embargo otro le observó: “eso no se puede porque estas empresas de clase mundial, exigen que los proveedores tengan cierta certificación y aquí no se reúnen esas condiciones”. “claro pero precisamente con el acuerdo se debe capacitar a los pobladores o comunidad para que sus productos cumplan con esas exigencias”, le respondió.
Esta amena conversación, hace falta, discutir los problemas de productividad y bienestar de Chiquián. Pero esto debe ser impulsado por las autoridades regionales y locales, y también las instituciones privadas de residentes. ¡Tenemos que bajar al campo y no quedarnos de espectadores mientras desaparecen los ricos quesos de Chiquián!!.
La Pluma del Viento
Lima, 9 de setiembre de 2012
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