UN DIA SE CASARON - QUE VIVAN FELICES


Mi barrio la soledad todo Huaras lo aclamará.
Barrio donde he nacido yo.
Barrio donde nace el sol.
Soledano,  qué feliz me siento.
Porque mi barrio, es el más alegre.
A bailar muchachos a la Soledad.
A gastar zapatos a la Soledad.


Estas son las letras de una de las canciones más representativas de Huaraz, que se escuchaba en la casa de Nili Zúñiga y Antuco Cáceres, cuando los visitaba en La Soledad, en los veranos mientras iba a jugar por los equipos de Tarapacá o Cahuide de Chiquián en la Copa Perú, sea en Rosaspampa de Huaraz, o en Recuay. Junto a estos jóvenes padres, maestros de profesión, crecían como gorriones libres, y contentos sus hijitos, Yusef, Piero y Nei, ellos vivieron juntos casi abrazados día y noche, se amaban como si fueran una sola persona.

Viajaban juntos a Lima, en los meses de vacaciones, los enero, febrero y marzo, los pasábamos en el barrio de ingeniería, donde crecieron como parte de la familia junto a mamá Luchi.

La alegría de ese hogar siempre fue superior a las dificultades, nunca se arredraron ni perdieron la calma, ni siquiera con el asalto y perdida del auto nuevo que sufrió Antuco, mientras trabajaba alguna noche como taxista, procurando mayor comodidad para sus queridos ruiseñores.

Así, superando todos los inconvenientes, inspirados y motivados permanentemente por sus retoños construyeron una hermosa casa en el barrio de Palmira (Huaraz), allí cerca en el Colegio Sagrado Corazón de Centenario terminaron su secundaria.

Luego se desplazaron a Lima, al barrio Pando de Pueblo Libre, dejando con nostalgia la casita con vista a Huascarán, para acompañar a sus hijos en la culminación de sus estudios universitarios, donde se graduaron de Ingeniero electrónico, Médico y Abogado.

Estos maestros peruanos, con sus salarios siempre exiguos, gracias a su disciplina, y entrega total a sus hijos, alcanzaron lo que todos los padres desearían y aspiran: darles educación y culminación de sus carreras.

Pero como todas las aves cuando crecen tienden a buscar su propio camino surcando los cielos, ellos terminada la universidad emprendieron su viaje al extranjero a continuar el posgrado, uno a Brasil y el otro a España, donde ahora viven, se casaron, y han tenido sus primeros vástagos. Solo el hijo menor, Nei, abogado, quedaba soltero, y vivía con ellos. Ayer sábado, este último hijo se casó, y sus hermanos vinieron para este acontecimiento desde estos países con su esposa e hijitos.

Emocionados Nili y Antuco, durante la ceremonia y la fiesta, en ese transcurso, los miraba y trataba de entenderlos y meterme a sus sentimientos para comprender los acontecimientos: el papel de los padres, de los hijos, el significado del matrimonio, de la ceremonia religiosa o civil, en fin de la vida y del ser humano. Los veía mirarse con ternura en la iglesia y en el local, con seguridad se dirían, “ hemos logrado lo que soñabamos cuando nos casamos en Chiquián, tener hijos y criarlos para que sean mejores personas, mira a nuestro a Nei, que nació con solo 7 meses, y ahora se está casando, y junto a él están sus hermanos, cada uno con su esposa e hijito, viniendo desde el extranjero, para estar nuevamente juntos todos, como en los tiempos de La Soledad, y Palmira, lo logramos, valió la pena los sacrificios, las privaciones y el esfuerzo”.

Comprendí, mientras los veía junto a sus hijos que LA EDUCACIÒN NO ES UN MITO, no es una mentira, y que sí se puede forjar jóvenes de éxito, tanto en lo humano como en lo económico, basados en el estudio, sin grandes sueldos de los padres. También nos demostraban que, el que vive y estudia en provincias, no es menos que el que lo hace en la capital. Lo que importa es el amor, el ejemplo de los padres, y la dedicación que ellos ponen por el estudio de sus hijos.

Esta es la fórmula que podríamos aprender los padres, que viven hoy en Chiquián, en los distritos, en los barrios de Lima, con salarios pequeños, que sí es factible alcanzar el éxito de los hijos cuando se apunta a la educación, estimulándolos a que sigan estudiando hasta alcanzar los mayores niveles mundiales, no parar hasta llegar al doctorado en su carrera, para eso, el extranjero es un camino, no el único pero si es necesario, no temer, impulsarlos a prepararse, a averiguar la diversidad de universidades y oportunidades, luego postular y lo lograrán.

Cuando eso ocurra, y alcancen su meta, no solo se sentirán orgullos sus padres, su familia, su colegio, sus amigos, su pueblo, sino el país se los agradecerá, por cuanto dispondríamos de mejores personas, de profesionales más calificados y consecuentemente el futuro de nuestro pueblo, del Perú y de la humanidad sería más esperanzador.

Para finalizar, y en recuerdo a Chiquián la tierra de maestros, mis felicitaciones y agradecimiento a sus forjadores, pues con mucha satisfacción decimos que en Chiquián LA EDUCACIÒN ES NUESTRO EMBLEMA y NUESTRO NORTE.

La Pluma del Viento

Lima, 28 de abril de 2013


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