LA VISIÓN ANDINA, EL CANON DEL AGUA, URGENTE NECESIDAD



Los habitantes de la costa peruana, como los limeños, muy pocas veces nos ponemos a pensar de la procedencia del agua que bebemos. Si tuviéramos una visión más amplia, sistémica, reconoceríamos que el agua viene de la parte alta de nuestra geografía, de los andes. Sin embargo, no damos nada para aquellos que cuidan el agua que nos llega.

Se imaginan ustedes si los del ande, la ensuciaran, la desviaran para otras rutas o si la desaparecieran. Entonces nos daríamos cuenta que debiéramos estar bien con los “del ande”, ayudarles a asegurar el agua que bebemos. Pero eso no lo hacemos, (¿porque?), se imaginan el lío que se generaría si Sedapal decide incrementar en los recibos de agua 50 centavos, destinados a los habitantes del ande por concepto del agua (un tipo de canon del agua)?. Para que reforesten los cerros,  hagan trabajos en las cuencas, reforzamiento de andenes, compra de maquinarias e instrumentos para mejorar su productividad. La inmensa oposición que surgiría en contra de esta medida, reflejaría el desconocimiento del sistema del agua, de cómo llega al acuífero, y luego a los pozos, o a los puquiales que surgen gracias a la captación de la humedad por las plantas, árboles y pastos. Si desaparecemos estas venas acuíferas es lógico que no tengamos agua en la parte baja. Nuestra subsistencia en la costa pasa por cuidar el hábitat andino.

Por los años 1940, Lima era una ciudad autosuficiente, sus amplios valles del Rímac, Surco, La Molina, Chillón, Cieneguilla, Maranga le proveían de todo tipo de productos. Hoy estos lugares han sido cubiertos por cemento, y han hecho de Lima una ciudad dependiente del interior del país. El único pulmón verde que sobrevive  es Cieneguilla que aunque ya está todo vendido. Ojalá no desaparezcan las áreas verdes. ¿Porque no ocupan las áreas eriazas para construir casas y dejan intactos los prados?. Todo lo anterior nos muestra que no tenemos una visión andina del Perú que es la verdadera realidad. Revisemos la propuesta de Pulgar Vidal para entender y conocer a nuestro Perú.

Ayer durante mis clases sabatinas les pregunté a los jóvenes estudiantes de física, por el color de la flor de la retama. El 80 % no sabía. Este indicador me dio la razón, al planteamiento que luego les hice, sobre la formación en general de los universitarios de la costa (donde están la mayoría de las universidades del país). La mañana de ese sábado había llegado de Trujillo, donde el viernes di una conferencia en la universidad UPAO ante profesores de esa hermosa y limpia casa de estudios, reflexionábamos sobre los hombres y mujeres que trabajamos en investigación en ciencias naturales.

Es casi un patrón internacional para ser considerados investigadores activos,  por lo general anualmente se debe contar con una publicación hecha en alguna revista internacional (indexada), otra publicación que está en vías de aprobación (compulsa con los árbitros) y una tercera que se está trabajando en el grupo usualmente con algún tesista. Este investigador que generalmente tiene el grado de doctor adquirido en universidades del extranjero, mantiene su ritmo de publicaciones con temas mayoritariamente planteados por los grupos extranjeros donde él realizó sus estudios y aún mantiene lazos de trabajo.

Ellos continúan con ese nexo, porque les brinda oportunidades de visitas científicas, equipamiento, asistencia a conferencias, y oportunidades para que los jóvenes integrantes de sus grupos puedan realizar sus doctorados. Esta dinámica de investigación es explicable por cuestiones de sobrevivencia en el exigente mundo científico, empero no justificable puesto que el gasto nacional en CTI (ciencia, tecnología e innovación) es exiguo e insuficiente. Lo que quiero destacar es que los temas de investigación por lo general son propuestos por los grandes centros de poder científico tecnológico donde nuestros problemas nacionales no están presentes lamentablemente.

De la misma forma que los jóvenes universitarios hoy no saben el color de la flor de retama, sus antecesores que se fueron del país a hacer sus postgrados, tampoco sabían y tal vez no sepan hasta ahora. Este pequeño ejemplo nos demuestra palmariamente que nuestros alumnos no conocen los problemas que aquejan a nuestro Perú. Pero lo que es peor, tampoco lo conocen sus profesores ni los investigadores activos. Tenemos la cultura científica de endiosar los temas foráneos. Hemos olvidado de manera sistemática, las riquezas de nuestra sabiduría prehispánica y andina, hemos modificado nuestra dieta alimentaría en perjuicio incluso de la calidad vitamínica,  postergando las bondades de lo nuestro. Hemos impuesto una fórmula de desarrollo plana (eurocentrista) que va en contradicción con una geografía vertical como la peruana (visión andina). El ejemplo, que suelo hacer al respecto es la presencia del kikuyo en Chiquián, que destruye la tierra, pero hasta ahora no se le ha investigado para erradicarlo, y volver a los tiempo de los alfalfares de casi 1 metro de alto.

Luego de 500 años todavía nos preguntamos, asombrados, cómo los Incas habrían manejado el imperio, con unos 15 millones de habitantes sin pobreza, en esta misma geografía. Esto nos lleva a decir que los costeños  “no sabemos a dónde estamos parados”, porque si lo supiéramos tendríamos un visión andina de desarrollo.

Teniendo en mente esta realidad y considerando que se avecina las vacaciones de fin de año, les proponía a los alumnos de la universidad, a que con su vitalidad y aventurismo, se agrupen y visiten algún lugar del interior del Perú, a fin de realizar dos actividades útiles tanto para la mente, el cuerpo y el país.

De un lado hagan turismo y de otra conozcan los problemas nacionales reales que nos aquejan en educación, salud, medio ambiente y también identifiquen nuestras potencialidades. De esa visita seguramente surgirán ideas y temas de investigación de interés local y nacional. 

Por ejemplo, si ustedes llegan a un poblado donde sus habitantes usan una determinada planta, digamos el cedrón o la muña, para tomar el lonche. Si luego de probarlas ustedes consideran que es una planta aromática, agradable y deliciosa, entonces traerán unas cuantas con el fin de caracterizarlas y estudiarlas. Con las muestras en mano y con el ánimo al máximo nivel, visitarán diversos laboratorios de la universidad, aprenderán nuevas técnicas de análisis hasta que logren obtener su esencia, luego de manera natural les vendrá a la mente la posibilidad de elaborar algunos productos, la curiosidad de investigadores y futuros empresarios  los llevará a conocer la preparación de jabones, colonias, cremas o secado de hojas para el té etc. Es decir en un mes no solo habrán visitado el Perú y admirado su belleza sino también que habrán aprendido nuevas técnicas de análisis, que los hará más competentes en el ámbito científico. Y como subproducto valioso e importante, también, el alumno se habrá iniciado en la posibilidad de emprender alguna empresa productiva, generar fuentes de trabajo utilizando la ciencia que se enseña en las aulas.

Esto es lo que llamamos EL SABER SE APROXIMA AL HACER. Después de esa visita los jóvenes se preocuparán por mejorar las condiciones de vida de los habitantes de ese lejano lugar, que también es su país. Respecto a la planta en mención ellos habrán notado que las mismas crecen de manera azarosa, y que para tener una pequeña porción salen a su huertita o se van a las chacras a cogerlas. Pero si fueran mejor orientados ellos podrían sembrarlas en mayor cantidad y en lugares escogidos, con ello el pueblo podría generar una pequeña industria que les provea de trabajo y mejores oportunidades para sus hijos. 

El involucrarse por los excluidos desde joven incrementará las posibilidades de encontrar soluciones propias a nuestros problemas. Con este viaje que lo iniciamos como cualquier otro, mochila al hombro y ansias de ver el Perú profundo. Hemos aprendido, también, a hacer investigación científica del más alto nivel, donde nos hemos propuesto el tema de estudio, temas peruanos y hemos seguido todos los pasos de la cadena del conocimiento. A falta de equipos en el laboratorio de nuestra universidad, hicimos los contactos necesarios con otras instituciones, conocimos a los especialistas de cada una de ellas. En la práctica los alumnos habrán aprendido a construir proyectos de investigación científica mirando el Perú como objetivo. Esta es una fórmula orientado a ser el mejor científico no solo del Perú sino del mundo.

Permítanme finalizar esta nota citando a dos preclaros sabios, a Jorge Basadre quien nos enseñó la frase que hoy es vigente: El Perú es problema pero también posibilidades. Y a Antonio Raymondi que en su obra monumental EL PERU nos aconsejaba, “Jóvenes peruanos, dad tregua a la política y dedicaos a conocer vuestro país y los inmensos recursos que contiene”. 

La Pluma del Viento
Lima, 2 de enero de 2016

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