ABRIL DE LOS QUESOS A LOS BITS



El lodo de las calles era el color natural de enero, febrero y parte de marzo. Las nubes negras que venían desde las alturas de Rampón llegaban pronto a Chiquián dejando caer agua en abundancia, entonces cortábamos el inicial partido de fútbol en el campo de Jircán, eran las 14 o 15 horas habíamos jugado algo desde las 15, ahora nos dirigíamos a casa a tomar el lonche con el rico pan, que solíamos comprar de la panadería más reconocida, de “Chinchu”. No había cosa más agradable que el lonche a las 17 horas mientras la lluvia se iniciaba, podía ser leche caliente para los niños, o para los mayores café o cedrón. Toda la familia junta en la mesa devorábamos lo panes usuales, las semitas, de punta y los bizcochos. Naturalmente los acompañábamos de queso o mantequilla, era lo que más abundaba, en otras oportunidades, también habían el manjar blanco. Todo circulaba alrededor de la leche. Nuestra tierra de Chiquián siempre fue y es un pueblo caracterizado y reconocido por sus productos lácteos. Unos compraban los quesos hechos por el Sr. Meza, o el Sr. Espejo, nosotros como muchos, los hacíamos en casa, siempre habían moldes pisados por piedras otros guardados y otros casi frescos, cada uno tenía su momento de degustación. 

Lo que no hacíamos en casa, era el requesón, aquellas bolas de algo parecido al queso, solo lo veía en casa cuando llegaba de Corpanqui mi tía, Chinuca.  Ella era muy amable, seguro que venían a hacer trámites a la capital, luego de cabalgar casi 6 a 8 horas, y como iba a hospedarse en casa ella traía muchas cosas deliciosas características de su pueblo.  

Los niños parecemos crueles, porque no guardamos el equilibrio a la oportunidad, decimos las cosas de frente, y a veces sonroja a los mayores, en una de las visitas de la tía, siendo la hora del desayuno, mi madre y padre mas todos los hijos y huéspedes nos sentábamos alrededor de la mesa, en esa situación el niño Acucho, escuchó que su madre le dice a la tía, “Chinuquita sírvete el quesito con la semita”, en eso el niño de 4 añitos, intervino, “mamá como va comer el queso mi tía, si ella ha traído para nosotros”, ante esta situación la tía muy comprensiva y cariñosa respondió, “si Acuchito, lo he traído para ustedes”. Pasado los años, mi tía cuando volvía a visitarnos contaba estas cosas que nos hacía reír. En nuestros pueblos la familia no es solo los que habitamos en la casa, se extiende hacia familiares de los diversos distritos, por eso siempre no nos faltaba algún huésped familiar que nos acompañara,  ellos traían sus costumbres para compartir en la comida, siento que en esos tiempos no teníamos carencias, más bien abundancia, en productos y en cariño.

Cuando se iniciaba abril tenía cierta incomodidad de volver a clases, pero era un día inolvidable tanto que tengo grabado en la mente hasta hoy el aroma a tierra húmeda y pasto pisado, cuando llegábamos a la escuela, las veredas estaban media cubiertas con plantas de cebadilla y trebol que crecieron en sus bordes. Nuestro calzado tenía que ser fuerte o adaptable al agua pues siempre entrabamos en su contacto, así o eran de jebe denominados “siete vidas”, o eran los hechos en Aquia, de cuero volteado muy fuertes, me gustaban mucho porque tenían un molde casi de media botas y te calzaban perfecto con tus medias de lana de oveja, muchos iniciábamos las clases con calzados nuevos que venían desde el pueblo de Aquia. Pasado los años estos bellos calzados desaparecieron, creo que fueron desplazados muy fácilmente por los de plástico y jebe, más baratos y más duraderos frente al agua, ¡una pena por su puesto!, se perdió la industria de la curtiembre típica.  

En estos primeros días de abril, vienen a mi mente escenas del inicio de clases en Chiquián, el primer día era solemne, en el patio principal, los profesores con ternos muy pulcros encabezados por el director nos daban la bienvenida, con recomendaciones y advertencias, cerrábamos la ceremonia con el canto del himno nacional.  Además de solemne, también era emocionante, porque volvíamos a encontrarnos con nuestros amigos del año anterior, el aula era diferente al del año pasado, pero también era diferente el profesor. 

En el recreo volvíamos a ser los niños más alegres de la tierra, lejos de la casa, libres durante 30 minutos, nos agrupábamos para jugar con subibajas en el bosque, los partidos de fulbito en los patios y las barras y columpios. No recuerdo que tuviéramos tiempo para sacar nuestros fiambres, no llevamos loncheras.  Teníamos un respeto enorme al profesor, la campana nos anunciaba el inicio y final del recreo, igual ocurría cuando llegaba las 12 de la mañana, terminábamos nuestras clases y salíamos para almorzar y luego volver a las 14 horas para continuar las clases.

Pero el mes de abril, también me recuerda lo agradable y entretenido que era  preparar los cuadernos, forrarlos con papel azul, poner la etiqueta, no había todavía el vinifan que llegó después. Llevábamos siempre el "block" (borrador), donde hacíamos las anotaciones para luego hacer las tareas en casa pasando a limpio. El block, tenía las hojas de menor calidad, medio amarillentas y ásperas, en cambio los cuadernos eran de hoja más fina y blancas. Nuestro maletín era muy pequeño, pues solo era necesario el block, el libro y el cuaderno de esa mañana, a parte del lápiz borrador y regla. ¡Qué diferencia con los tiempos de ahora!:mochilas o maletines rodantes, cargados de cuadernos,  y loncheras. Ahora, creo que tomando en cuenta solo el peso que vas a llevar y luego subir a los micros que no te tratan bien, da miedo ser estudiante, y sobre todo con qué ánimo pueden llegar al inicio de la clase. Tal vez cansados, indispuestos, mientras en Chiquián llegábamos livianos y alegres.


Han pasado muchos años de esos tiempos, hoy los niños, alumnos, contrariamente con el avance de la tecnología, los vemos aun portando mochilas inmensas, o maletines móviles, subiendo a microbuses que no los tratan bien, ni tampoco aseguran disponer de asientos. Por eso, la mayoría de los padres contratan movilidad particular.  

Frente a esto hago una reflexión sobre cómo será en unos años los alumnos, creo no será necesario llevar esos maletines, porque bastará portar una tablet, y esto tampoco sería necesario pues bastará con dejar tus trabajos en la nube y luego desde tu silla en el aula podrías acceder a él para presentar el trabajo realizado. 

Esta nueva escuela está a la vuelta de la esquina y eso es lo que va a ocurrir. Con esto no se perdería información en asaltos, ni se llevarían maletas pesadas. Los cuadernos y libros materialmente tangibles serán expresión del mundo analógico que en unos  3 a 5 años se convertirán en obsoletos. Los alumnos se verán obligados a ingresar al mundo al mundo DIGITAL, a usar las nubes donde estarán su documentación, entonces las clases se podrían acceder desde el celular estando en cualquier lugar. Cuando esto ocurra el estudiantes podrá acceder desde su casa al mejor profesor en un determinado tema, inclusive si no hay laboratorios en la escuela lo que es insustituible, todavía podría aprender usando la realidad virtual, que es utilizar un instrumento que te presenta en la pantalla una realidad muy próxima a la real. 



Todo esto está viniendo y nos da un a idea de cómo se va a desarrollar la humanidad en un futuro próximo cuando millones de niños y jóvenes (menores a los 16 años) accedan desde el lugar donde estén sin necesidad de venir a la capital a más conocimiento, ellos podrían usar ese conocimiento universal transformando su realidad inmediata, resolviendo los problemas locales con el conocimiento universal más avanzado, entonces en esas condiciones se abren posibilidades de solución inmensas.

Es en esa dirección que vemos al futuro no de escasez sino de abundancia.  La clave de todo pasa por tener ACCESO AL CONOCIMIENTO y es ahí donde reside la solución a todos nuestros problemas que parecen inmensos hasta imposibles en el mundo analógico. Por eso cuando elijamos a nuestros dirigentes tenemos que exigir que pongan en primera prioridad la educación orientada al MUNDO DIGITAL.

La Pluma del Viento
Lima, 3 de abril de 2016



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