REENCUENTRO DE AMIGOS AÑEJOS DEL MELITON EN INGENIERÍA



Los medios tecnológicos digitales actuales, me aproximaron de manera virtual directa a los años setentas y ochentas. Las neuronas escarbaron sus raíces,  guardadas en el especial cofre de la amistad, para traerlas al primer plano después de casi cuarenta años. Noté que lo inamovible eran los nombres y hasta los apodos (en menor grado). Sin embargo, las imágenes en las fotos que circulaban mostraban diferencias entre ese ayer y el hoy, sin duda el tiempo pasó. Ahora los cabellos canos, frentes prominentes o el sobre peso, deformaron nuestra estampa de la juventud, nuestro aspecto externo. Pero, el aspecto interno se ha repotenciado. El recorrido de la vida, con todas sus circunstancias, lo ha colmado de experiencia y sabiduría. Entonces, no digamos únicamente que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, es una visión muy despectiva, por lo que es más real decir que nos vamos poniendo mejores.

En medio de los mensajes de WhatsApp, resaltaba la convocatoria a un reencuentro de todos los amigos que tuvieron como epicentro la cuadra 5 de la calle Melitón Carvajal de la Urbanización Ingeniería. Sea porque vivieron allí, o llegaban a visitar a los amigos y finalmente terminaban integrándose a la vida, que caracterizó gran parte de su juventud, el estudio, deporte y entretenimiento.  Frente a esa convocatoria no dudé en decir “me anoto”, “asisto”. Aunque a poco de dar mi acuerdo, por dentro me surgió la duda, ¿acaso no sería mejor guardar en el recuerdo nuestras experiencias?, ¿qué ocurrirá si la realidad tal cual somos hoy distorsiona lo bueno de nuestros recuerdos?,  ¿no sería más conveniente dejar todo eso en el baúl de nuestra memoria?. Que duda tan ridícula, me respondí, la decisión más aconsejable siempre es y será estar del lado de la realidad, mil veces es preferible hacerle frente. Y, además, el asunto no será reírse de cómo estamos hoy, o cuan diferente nos veamos en comparación a cuando éramos jóvenes, sino, la idea, es recordar qué hacíamos en esos tiempos, cómo nos entreteníamos, qué anécdotas las podríamos considerar resaltantes, y cómo ellas nos “dibujaron” la vida de lo que somos hoy.

Talvez, nunca hicimos un alto en nuestras agitadas actividades cotidianas para confrontarnos con los protagonistas de nuestros recuerdos. Lo tradicional ha sido y es llevar en nuestra mochila muy personal esos recuerdos hasta el día en la que postrados en un hospital abramos los ojos con mucho esfuerzo para invitarlos a nuestro inminente velorio; entonces todos convergerán para contar nuestras anécdotas de infancia y juventud. Pero, ¿por qué no hacer ese reencuentro mientras vivos, mientras podemos todavía cantar, reír, caminar solos, y pagar sin preocupaciones de jubilados asilados?.

Allí está lo positivo de esta reunión, anticiparnos a los sucesos inevitables que ocurren conforme avanza la edad. Por tanto sea bienvenido estos momentos para recordar, los partidos de fulbito que hacíamos en una calle tan angosta en medio de los disgustos provocados a los residentes. O, el guitarreo desde el rock de los Rolling Stone hasta los huaynos ancashinos de jilguero del huascarán, o de los errantes de chuquibamba, y por su puesto algunos cajamarquinos. O, pasar las noches del toque de queda jugando cartas en los chalets del jirón Honorio Delgado. O, improvisar serenatas con guitarra y voces sin micrófono en las ventanas de las simpáticas amigas de los barrios de ingeniería o los jardines. O, estudiar fuerte para ingresar a la universidad y pasar los parciales y finales. O, cual magos hacer brotar cervezas desde el interior de la tierra o de los granadales de los jardines. O, converger al billar de Pacheco, en las tardes de los domingos, para jugar la minga con jugadores finos, nerviosos, arriesgados, o “champeros”.  El solo traer estos titulares al diario de mi vida, remecen mi tranquilidad llenándome de nostalgia y satisfacción por esta reunión de reencuentro; para poder decirles a cada uno de ustedes amigos que les debo mucho de lo que soy porque juntos aprendimos a enfrentar la vida.


Acucho

Ingeniería, 9 de Noviembre de 2018

NOTA:
El reencuentro será el día 23 de noviembre a las 6 pm, en el Club Ancash.

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