AMISTAD ETERNA

Las letras cargadas de pesar, las imágenes mostrando el recorrido de los restos hacia su descanso eterno. Desde sus hogares los familiares y amigos acompañan los cuadros lúgubres del adiós final. Seguro que esta misma escena se ha repetido miles de veces en este año. Ahora que estamos imposibilitados de acompañarlos presencialmente, solo tenemos la vía virtual, donde ponemos mente y corazón a las hermanas pantallas de la PC o el celular.

Pero qué queda en nuestras vidas de los recuerdos del amigo; por qué sentimos que su ausencia dejará huellas irremplazables; por qué brotan desde el corazón sentimientos de congoja, dolor y solidaridad.

Los seres humanos estamos hechos para compartir nuestras vidas desde niños, en las escuelas y en el barrio; cuando adolescente o joven mucho se aprende de la vida juntos. Hasta, concluiríamos que, a esas edades, más aprendes con ellos que con tus padres. O, son distintos los aprendizajes; mayor aun cuando eres forastero y dejas tu hogar llegando a la gran capital, a establecerte en algún pequeño cuarto; entonces los vecinos y las veredas se constituyen en parte de tu gran casa.

Ciertamente, los padres y la familia están obligados a velar por ti, darte comida, vivienda, estudios, salud, hasta propinas; sin embargo, el amigo te provee complicidad, bromas, solidaridad, lealtad, cosas distintas que escapan a la responsabilidad o costumbres del hogar. Por ello, pasado el tiempo como dándoles agradecimientos a los padres, solemos oír: "mi padre era mi amigo", es la explicación que el amigo excede la labor de los padres o son pocos a quienes se les podría compartir cosas muy especiales y personales. Solo con los amigos hay experiencias inenarrables que los padres jamás lo sabrán. En consecuencia, eso genera con el amigo una lealtad especial y única.

Esa amistad se afianza cuando vas avanzando en edad. Ya no eres el ágil joven, pero insistes en pasar la voz a los de antes para hacer una pichanga, vienen los esfuerzos en el campo, destacan las prominentes barrigas y extendidas frentes. Entonces, el partido se convierte en esfuerzos y risas. En el fondo deseas volver por los tiempos idos, hasta pretendes repetir las jugadas que te hicieron famoso. Pero como no te sale y terminas caído, te conviertes en el hazme reír. Todos se ríen, se alegran; en el fondo, esos es lo que deseaban, traer sus memorias los más próximo a lo que fue, necesitas de esta alegría y por eso no escatimas esfuerzos para estar presente con ellos, con los que tu memoria se alegra, se entretiene, se divierte y se nutre.

Entonces cómo no sentir dolor cuando uno de ellos emprende el viaje sin retorno; y si aún había años por seguir pisando la bola, caminar sin necesidades de bastón y comer sin prótesis bucales. Duele y es real que, con el devenir de los años los amigos de hoy irán cayendo y nos iremos quedando solos, entonces no podremos correr tras la bola, ni beber una cerveza, ni comer lo que fuera. Estaremos viejitos, aislados en el océano de la soledad, acompañados de las nostalgias por los amigos, hablándoles con nuestra mente. Hasta que llegará el momento, nuestro momento, del reencuentro en los campos celestiales donde el compartir será eterno.

La Pluma del Viento

Lima, 19 de abril de 2021

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