MURPHY SE CAYÓ Y TODO BIEN

No había más postergación, era la hora señalada para ingerir las soluciones desconocidas, pero recetadas. Segundos previos deseé parar todo: "da hambre mejor doy marcha atrás". No podía hacerlo era mi segunda fecha postergada que por amabilidad de la clínica me la consideraron. Pero a mis adentros, no me sentía convencido de tomar todo eso y "destruir mi estómago". ¿Acaso me duele algo? ¿Acaso esa vinagrera incipiente no lo detuve con solo dormir más y deshacerme de mucha presión que ya pasó?. ¿Qué pasa si el procedimiento me val mal y no puedo viajar a Chiquián al compromiso aceptado a la UGEL? ¿Me permitirá comer algo que inviten como el locro de cuy o pachamanca o beber el chinguirito?. 

El reloj marcó las 20 horas, en ese momento quise no continuar, pero justamente ahí ingresó mi hermana y me emplazó amablemente "ya  es hora, cuál es el sobre. Aquí he traído la jarra con la medida de un litro y también, medí cuánto se llenaría en el vaso para que en cuatro lo termines en una hora: uno cada 15 minutos". No había escapatoria, para responderle sin demostrarle olvido dije. ah, la página que leía me entretuvo. Fui hacia el sobre y lo diluimos en la jarra, llené el vaso e ingerí iniciando el procedimiento. controlado por el cronómetro del celular que lanzaba un chillido cada 15 minutos. Pasado los hechos, y cumpliendo todo el procedimiento, queda demostrado la importancia de tener alguien cerca a ti con interés en tu buena salud.

A la enfermera que me hablaba de un manera tan bondadosa y comprensiva en la clínica mientras reposaba en la camilla le comenté  lo que me estaba ocurriendo al seguir el procedimiento en curso desearía recordarlo todo para escribir en mi blog. Ah eso hace y luego lo lee como una historia, me respondió. Si efectivamente, pero dudo recordar los nombres técnicos que me mencionó, y con el sedante que me van a poner seguro que olvidaré todo, finalicé. Ahora después de 3 horas mientras me recupero en casa escribo esta nota, para registrar lo que pasó con esta prueba que espero sea la primera y no lo requiera otra vez. 

La primera fecha que me citaron para esta prueba incluía miércoles y jueves, pero no pude por razones de trabajo. Así que fui el sábado siguiente y le expliqué, me entendieron y me propusieron la siguiente semana para el sábado pero con otro médico. Acepté, naturalmente, porque podía dedicarle el fin de semana a mi recuperación. 

El procedimiento exigía que el viernes (24 horas antes) se iniciara suspendiendo toda comida, y que solo aceptara líquido. Así que con el agua en  el maletín me fui al trabajo, le comenté al jefe que me iría a medio día porque tenía un procedimiento muy exigente en dieta. No me preguntó de qué se trataba simplemente aceptó con confianza y dejé el trabajo, para llegar a casa a las 12:30 horas.  Desde ahí seguí paso a paso lo que exigía,  agua de infusión y entre las 20 y 22 h, ingerir los sobres en 2 litros de agua. Similar cantidad debía hacerlo al día siguiente entre las 6 a 8 h. 

Cumplí lo requerido y salí de casa hacia la clínica en un taxi que demoré en conseguirlo. Durante el camino el taxista muy conversador y amable me contaba cómo se había hecho chofer y luego taxista. No cabía duda era un todo terreno se conocía los atajos como para ahorrar tiempo. Llegué a la clínica sin novedades.  

En la clínica hice el pago correspondiente y me dirigí a la secretaria del doctor, como siempre muy amablemente me dijo que esperara en un mueble. Mi cita indicaba 8:30 h, y estaba ahí a las 8:35 h. 

Recordaba que en la hoja como parte del procedimiento decía que viniera acompañado de otra persona. Y no lo había hecho, mi hermana por trabajo quedó en casa, pero llegaría pronto a la clínica. Estimé que así lo haría y suponía que mi turno se demoraría no menos de una hora, y por ello daría tiempo suficiente para que llegara. Pero en caso me dijeran que debía estar con otra persona le diría que no se preocupe ya vendrá mientras sigo el procedimiento. 

Mientras esperaba en el mullido sillón, noté que mi celular tenía una carga de 15%, lo que me hizo buscar un enchufe para cargarlo un poco. Y no hallé alguno, caminé mirando la paredes y los que habían eran enchufes del tipo europeo tres puntitos en fila. Qué absurdo, en las clínicas todo puede ser emergencia. Mis halagos al trato del personal en esta clínica, se redujeron a cero, para los administradores. Seguro que creen que administra bien es ahorrar unos soles. Olvidan que el fin de una clínica es curar, y para ellos se requiere de tener condiciones para estar siempre conectados con sus familiares.  

Para cortar las esperas  mi costumbre es sacar mi cuadernito y escribir. El ambiente bien iluminado, el silencio, los asientos cómodos y la necesidad de quitar de la mente la tensión, eran condiciones suficientes para tal fin. A poco de rasguñar algunas líneas escuche: Zúñiga Agustín, estaba tan cerca que, dije aquí, mientras guardaba en mi bolso el cuaderno, el lapicero, y cuando me dirigía a hablar con ella para decirle de mi acompañante, apareció mi hermana, era como hubiera estado todo concertado. Ella escuchó que me dijo eso entréguele a su familiar, en ese momento del aire mi hermana apareció, extendiendo su mano para recibir mi bolso. A mis adentros decía, esto no es cierto. Si la ley de Murphy se refiere a los errores aquí también y en contrario diría "si hay una pequeña probabilidad que algo salga bien saldrá". Noté su sorpresa en mi hermana, pero no dimos la apariencia de eso, simplemente le entregué mis cosas y pasé al ambiente de operación.

Echado en la camilla con mascarilla en la boca, solo veía el techo blanco puro, sentí cierto aire frio, entonces noté que salíamos hacia otros ambientes talvez tenía que cruzar algún pasadizo y terminé en el ambiente final, donde se mantenía una temperatura agradable de unos 22 grados. El médico nuevamente muy amable de entrada me saludo "cómo está Sr. Zúñiga", naturalmente y medio sorprendido agradablemente, le respondí, bien pero inquieto. Después de preguntas sencillas, me dijo que me pondrían un sedante pero no anestesia. Hasta ahí recuerdo,. Luego de unos minutos talvez 40 minutos, me llamó la enfermera y me dijo que podía vestirme, ya acabó. Conforme recobraba cabalidad me di cuenta que estaba en el mismo ambiente de inicio. Me paré no tambaleante, pero mi primera reacción fue saber si todavía tenía estómago, me lo palpé y estaba en su lugar, sonreí. Mientras me vestía pensaba que no podría caminar y por eso se requería de una compañía, pero no noté esa necesidad; salí de la habitación tal cual entré, pero con la sensación de cansancio. Me encontré con mi hermana que me aguardaba en la sala de espera, y le dije que estaba bien. Pero ella insistió, y cómo te fue en los resultados. Le dije que prefiero que el médico me lo explique, y me guardé el sobre con el resultado. No quería leerlo allí, prefería llegar a casa. 

Ahora que hago esta nota, son las 14 horas, y espero el almuerzo, no me siento igual, el cansancio continúa, y el miedo a ingerir algo hace que no tenga hambre, espero que en las siguientes horas vuelva a mi condición de siempre, y sobre todo que pueda comer el queso y cuy en mi Chiquián el día lunes y martes próximo. De mi visita a la clínica, también quedó en mi mente la escena de un joven que acompañaba a su madre y le decía "tu estas mejor que yo, estás controlada, tu vas a vivir 100 años, lo que te van a hacer ahora es por tu bien". Entonces pensé que en un país donde a los ancianos no se los considera será muy problemático llegar a tal sin hijos. Otra dimensión, pero menos importante, reconocí que vencimos al tío Murphy, pues parafraseando a sus leyes diríamos, "si hay una pequeña posibilidad que salga bien, saldrá". Pero esto ocurre si lo haces a tiempo y con convicción nunca postergando y dejándolo al azar. Sino que hay un margen de incertidumbre que si lo aprovechas saldrás vencedor.

Ahí lo dejo amigos, ahora a recuperarse para comer los deliciosos platos peruanos acompañado de los tragos clásicos y por su puesto con su ajicito. Claro pero sin exagerar. Saluuu.


La Pluma del Viento

Lima, 28 de octubre de 2023







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