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Mostrando entradas de febrero, 2025

CHIQUIÁN MARKA

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Arriba en las cumbres el testigo y protector cubre de blancura mi pequeña provincia es el Yerupajá solemne.   El cóndor que sabe de historias de planicies, de cantos y cuevas, dejó sus plumas al viento cayeron en tierra fértil aquí están sus frutos.   La guitarra cercana a la puerta el olor a alcohol invadía me proponía entender la vida era distinta, a veces lloraban otras reían, siempre tomaban.   Quise contar la historia pero el profesor dijo eso no entonces a escondidas rasguñaba mi "bloc" lo cuidaban las tortolitas arriba en el desván leía y escribía.   Mi punto de apoyo, mi cocinita oscura me recibía cada tarde de lluvia Entre los objetos hallé mi nombre el abuelo, leía, escribía, me ilusioné Allí deposité mi "bloc" que nunca lo recuperé.   Abandoné mi memoria Miraba al estrellado cielo Cantaba, leía y oraba no más letras amo a los números dolido y petrificado bajé al mar.   Juga...

LA IA EN LA EDUCACIÓN

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En la empinada colina, a lo lejos, se alzaba la pequeña escuelita, un modesto refugio donde los niños de una comunidad apartada luchaban cada día por aprender. Con pocos recursos y escasos útiles, los estudiantes apenas llegaban con cuadernos y lápices. La luz eléctrica, un lujo aún distante, no llegaba a sus hogares. Los profesores, que no vivían en el lugar, solo podían enseñar de martes a jueves, pues los lunes y viernes los pasaban en el largo y agotador viaje hacia la ciudad más cercana. En ese rincón olvidado de los Andes peruanos, parecía que el destino de estos niños estaba sellado: una vida dedicada a la siembra de tubérculos, marcada por la rutina y el sueño letárgico provocado por la coca. Parecía que no había futuro, como si el tiempo se hubiera detenido en esas montañas, alejadas de los avances del mundo. Pero, como si fuera un golpe de suerte, algo cambió. Un amigo minero, conocedor de las dificultades de la comunidad, decidió actuar. Gracias a su influencia y esfuerz...

EL FÍN ES INCIERTO

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El ambiente festivo, la camaradería y alegría desbordaban, el sol brillante empujó a uno para ingresar al mar de bandera roja, lo rescataron casi de milagro; otro, con el cansancio del día y sin almuerzo, y algunos brindis, dio una pestañada y chocó. La vida es incierta, pero se puede prolongar.    Inicio y fin La vida, con su innegable ciclo de nacimiento y muerte, nos recuerda constantemente que el fin es una constante, aunque incierta. A lo largo de nuestra existencia, el fin puede llegar por muchas razones: por la inevitable marcha del cuerpo a medida que envejece, por las decisiones que tomamos, sean estas voluntarias o por obligación, por las enfermedades que, sin previo aviso, irrumpen en nuestra vida, y, quizás lo más trágico, por las consecuencias de la imprudencia, la indisciplina o la inmadurez. La historia de dos incidentes ocurridos durante un festivo encuentro de una organización donde trabajaban dos personas ilustra cómo las decisiones tomadas en momentos de des...

IPEN 50 AÑOS DE LUZ Y CIENCIA

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  Lugar donde el núcleo atómico despierta, donde la ciencia el futuro proyecta, llegamos un día con ilusiones al viento, jóvenes corazones, habidos de conocimiento. Con mirada fija y mente inquieta, el IPEN nos abrió su puerta. Nos formamos con pasión y empeño, en aulas, reactores, sin desvelo ni sueño. Aquí en el suelo patrio con orgullo, o en tierras lejanas, sin regateos. Con disciplina, amor y dedicación, forjamos saber con convicción. Y en el trabajo, entre mediciones y cálculos, florecen bromas, deporte y colaboración. La amistad es más fuerte que el plomo, más estable que el núcleo en su trono. Con el guardapolvo o en un campo de juego, creamos equipo, afecto, y lealtad sincera. Años de entrega, de esfuerzo y de gloria, dejamos huellas en páginas de historia. Laboratorios que vibran con nuestro andar, publicaciones que el mundo ha de admirar. Docencia que inspira, saber que perdura, honor a la ciencia que el tiempo augura. Y cuando el tiempo nos m...

VIAJE DE 45 AÑOS EN EL IPEN

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Si la vida es un viaje, el mayor de los tramos está concluyendo,   fue a través del conocimiento,  de esfuerzo y pasión por una labor entre radiaciones y neutrones durante 45 años. Ahora, en la víspera de mi retiro, me encuentro frente a ustedes en esta cena que me emociona, y lo han preparado con cariño, sintiendo los recuerdos y enseñanzas compartidas. Al iniciar esta nota me surgió la pregunta difícil de responder pero inundaba mi espacio: ¿Qué es dedicarle una vida al trabajo: 45 años? Hoy, en esta noche especial quiero compartir con ustedes mi respuesta, que se nutre de vivencias, alegrías, aprendizajes y dificultades. Al inicio: la ilusión del conocimiento. El 17 de marzo de 1980 ingresé al Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), el primer gran centro del conocimiento nuclear en el país. Llegué con la ilusión y la determinación de un joven que había culminado una maestría en Energía Nuclear, tras un año de exigente estudio, y había ocupado el primer lugar en l...

LA ÚLTIMA CENA

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Hoy la mesa se viste de amistad, de años dorados,  de historias,  de ciencia y sueños convertidos en  auroras, de un viaje que trasciende al tiempo. Con pasos de joven llegué a este puerto, con sed de saber y motivación incontenible el núcleo en fisión marcó mi sendero, fuente infinita de luz y sabiduría Aquí fue el saber mi norte y mi estrella, el libro en las manos, mente despierta, laboratorio, reactor, ecuaciones y vida, fluyó como un río de ciencia y esperanza La sabia del esfuerzo sostuvo mis días, pagó cada sueño, forjó mi destino, y en noches de estudio, y silencio, los libros hablaban de un universo comprensible. Las risas sorprendían en cada pasillo, las voces amigas dejaron su estampa, el tiempo  buriló con habilidad invisible las huellas de almas que en mi pecho anidan. Aquí fui viajero de mundos remotos, crucé las fronteras con alas de ciencia, dejé en orillas lejanas mis huellas y recuerdos, pero en cada viaje volví ...

ARBOL DE ESPERANZA

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  Hoy, al plantar este árbol, me siento profundamente agradecido, no solo por la oportunidad que se me dio de trabajar en esta institución, sino también por el símbolo que esta planta representa. Al igual que este árbol que enraíza en la tierra, mi vida y mi carrera han echado raíces en esta institución. Aquí crecí, aprendí y encontré mi propósito. A lo largo de los años, me he nutrido de los conocimientos y las experiencias que este lugar me ofreció, y ahora, al mirarlo, veo que este árbol, aunque pequeño hoy, es un reflejo de lo que hemos construido juntos. Cada uno de nosotros es como una semilla plantada, que necesita cuidados, aprendizaje y espacio para crecer. A veces, el viento es fuerte, y las ramas se doblan, pero siempre seguimos creciendo, siempre seguimos aprendiendo. Esta planta será mi recuerdo, un símbolo de todo lo que este instituto me brindó, pero también de todo lo que yo pude aportar a lo largo de mi camino. En la placa de cemento que lleva mi nombre, me enc...