LA ÚLTIMA CENA
Hoy la
mesa se viste de amistad,
de años dorados, de historias,
de ciencia y sueños convertidos en auroras,
de un viaje que trasciende al tiempo.
Con pasos
de joven llegué a este puerto,
con sed de saber y motivación incontenible
el núcleo en fisión marcó mi sendero,
fuente infinita de luz y sabiduría
Aquí fue
el saber mi norte y mi estrella,
el libro en las manos, mente despierta,
laboratorio, reactor, ecuaciones y vida,
fluyó como un río de ciencia y esperanza
La sabia
del esfuerzo sostuvo mis días,
pagó cada sueño, forjó mi destino,
y en noches de estudio, y silencio,
los libros hablaban de un universo comprensible.
Las risas
sorprendían en cada pasillo,
las voces amigas dejaron su estampa,
el tiempo buriló con habilidad invisible
las huellas de almas que en mi pecho anidan.
Aquí fui
viajero de mundos remotos,
crucé las fronteras con alas de ciencia,
dejé en orillas lejanas mis huellas y recuerdos,
pero en cada viaje volví a mi querencia
Y el
juego y la lucha también me encontraron,
ajedrez, ping pong, el balón en mis pies,
los goles y abrazos en tardes doradas,
un eco que suena en mi ayer y mi piel.
Tal vez
esta casa no me dio familia,
el amor no esperó en su umbral,
pero me dio sueños, amigos, vida,
y un tiempo inmortal grabado en mi alma.
Hoy miro
la mesa, las copas alzadas,
los rostros conocidos que pronto dirán
"hasta mañana" que suena a rutina
o "hasta siempre" que es distancia irreversible.
Que esta
despedida no borre caminos,
que el tiempo conserve lo que nos unió,
que en páginas blancas aún no escritas
queden huellas de mi voz que se apaga.
Brindemos,
amigos, por todo lo andado,
por lo que fuimos, por lo que seremos,
y aunque esta sea la última cena,
no será el olvido que cierre este encuentro.
La Pluma del Viento
Lima, 1 de febrero de 2025
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