ARBOL DE ESPERANZA
Hoy, al plantar este árbol, me siento profundamente agradecido, no solo por la oportunidad que se me dio de trabajar en esta institución, sino también por el símbolo que esta planta representa. Al igual que este árbol que enraíza en la tierra, mi vida y mi carrera han echado raíces en esta institución. Aquí crecí, aprendí y encontré mi propósito. A lo largo de los años, me he nutrido de los conocimientos y las experiencias que este lugar me ofreció, y ahora, al mirarlo, veo que este árbol, aunque pequeño hoy, es un reflejo de lo que hemos construido juntos.
Cada uno de nosotros es como una semilla plantada, que necesita cuidados,
aprendizaje y espacio para crecer. A veces, el viento es fuerte, y las ramas se
doblan, pero siempre seguimos creciendo, siempre seguimos aprendiendo. Esta
planta será mi recuerdo, un símbolo de todo lo que este instituto me brindó,
pero también de todo lo que yo pude aportar a lo largo de mi camino.
En la placa de cemento que lleva mi nombre, me encuentro en parte
inmortalizado, pero como este árbol, mi legado seguirá vivo, creciendo y dando
frutos en el futuro. Aquí, bajo sus hojas, habrá una huella de lo vivido, que
perdurará mucho más allá de mi tiempo aquí. Y es por ello que, al igual que el
árbol, seguiré existiendo en los recuerdos, en las enseñanzas y en la comunidad
que construimos.
Gracias a todos por este hermoso acto de reconocimiento. Este árbol será mi
pequeño tributo a todos los años que compartí con ustedes y a la institución
que me dio todo lo necesario para crecer.
La Pluma del Viento
RACSO, 31 de enero de 2025
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