El Sentido Estratégico: Un Talento En Los Jovenes del Siglo 21
En el aula los primeros 20 minutos los dedico a comentar con los alumnos temas diversos que les promuevan autoestima y principalmente motivación. Lo primero permite aceptarnos racionalmente, cómo somos, a dónde y cómo vivimos, con debilidades, claro que sí, quien no los tiene, pero fundamentalmente, reconociendo que tenemos habilidades, méritos y fortalezas. Y lo segundo (la motivación) para disponer de una fuerza interna, inmensa, permanente, que se realimenta día a día por tener claridad de nuestros objetivos. Ante esa claridad y certeza, las falencias presentes que impiden alcanzarlos, son simplemente cuestiones de coyuntura, piedrecillas en el camino. Nuestra visión de construir el futuro que deseamos es mayor que cualquier contingencia.
Nuestros jóvenes necesitan incorporar en sus costumbres y hábitos, la cultura de la estrategia y la prospectiva. Es decir, en primer lugar comenzar por definir, por establecer el objetivo, el futuro que debemos construir y luego en segundo lugar diseñar el camino y los pasos para alcanzarlo.
En caso contrario. ¿Tiene sentido seguir algún camino si no se sabe a donde ir? , ¿Tiene sentido qué enseñar en la universidad y cómo hacerlo si no sabemos cual es su papel en el Perú?, ¿Tiene sentido hablar del papel de la universidad si no sabemos cual es el objetivo del Perú? Evidentemente no tiene sentido, como no lo tiene, si pretendemos salir de nuestro hogar y tomar alguna movilidad sin antes definir a donde queremos ir. Porque si no supiéramos a donde ir, con anticipación, sería indiferente tomar la línea 17 o la línea 70. No importaría tomar el que se va al norte, al centro o al sur. Eso mismo sucede con el joven universitario, con la universidad y con el país.
Si no sabemos qué Perú deseamos construir en un determinado tiempo en el futuro, no podemos exigirle a la universidad qué ejerza algún papel. Y como consecuencia, los jóvenes que se forman en ella, no se están formando para un determinado fin, u objetivo o visión de país. Simplemente seguimos el fluir del tiempo y continúan las mismas carreras de hace 50 o 100 años, con contenidos, metodologías y herramientas obsoletas, distantes, inconexos con las demandas de los tiempos que se avecinan. Los resultados hablan por si mismos.
Ciertamente no tenemos respuestas precisas, y si las tuviéramos ellas nos darían un diagnóstico deprimente. La gran mayoría del país camina a ciegas, nos hemos acostumbrado a seguir la corriente, a vivir del presente, nuestras cifras e indicadores se basan estrictamente en el pasado. No nos acostumbramos a mirar el futuro, a reconocer señales, indicios, tendencias o escenarios, a pesar que la realidad nos dice que lo único que puede ser presente es el futuro, pues el presente en el instante que lo notamos ya es pasado.
Es por ello, incorporemos a nuestra vida diaria la cultura del pensamiento estratégico y prospectivo. Acostumbrémonos a conversar, a dialogar sobre qué país, qué región, qué provincia, qué ciudad, qué universidad queremos construir. Promovamos espacios, para compartir ideas, construir acuerdos y consensos, solo así encontraremos la visión de un país compartido, en base al cual, se encuentre sentido y orientación a la universidad sino también a las diversas instituciones y fundamentalmente al habitante peruano que ejercería mejor su ciudadanía.
Lima, 29 de junio de 2008
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