La ciencia en las comunidades pobres: Escepticismo y desconfianza

Siendo hombre dedicado a la ciencia, puede parecer infraterno iniciar este artículo con ese título. Sin embargo, nuestra objetividad debe ser aplicada en nuestros propios campos con más celo y no ocultar nuestras apreciaciones.

Cuando observamos a las comunidades pobres del mundo (África, Sudamérica u Oriente) un comportamiento de escepticismo y desconfianza respecto de la ciencia y tecnología moderna, no puede ser sorpresivo o injustificado. Por el contrario, qué podría esperarse de aquellos que jamás recibieron los beneficios de tales y, peor aún, en algunos casos sufrieron efectos colaterales. Como es el caso de los vecinos de los campos donde se emplean pesticidas químicos, y que además son los mas vulnerables a los cambios climáticos, cuya causa principal se considera a la tecnología. Otro factor de desconfianza es la modificación de sus creencias, que pueden llevar a la pérdida de cohesión social. Y si además, aceptamos que el conocimiento da poder, entonces la ciencia y tecnología es vista como el soporte a la permanencia (en el poder) de los mismos de siempre, es decir de aquellos que sí la disponen en desmedro del los que la carecen.

Esta forma de sentir la ciencia y la tecnología (CyT), se osbserva en una oposición pública (fuerte) en contra de los cultivos genéticamente modificados (GM). Aún cuando está oposición no se base en evaluaciones científicas de los beneficios y riesgos, ella se ve fortalecida mas bien por profundos sentimientos de desconfianza y alienación, toda vez que la tecnología GM, cumple con muchos aspectos que desencadenan las reacciones señaladas en el párrafo anterior. En vista que esta tecnología interviene directamente en la estructura genética de las plantas (y animales), si no hay información adecuada, es vista como una manera de interferencia en el desarrollo natural de la planta o del animal y por tanto en contra de los procedimientos tradicionales, desarrollados a lo largo de cientos de años.

Igualmente no es bien vista la presencia de investigadores extranjeros que se llevan productos nativos, sin ningún permiso y que finalmente terminan en propiedad de las grandes compañías farmacéuticos de cuya ganancia no hay ninguna retribución a estas comunidades. De ahí la importancia de fortalecer el sistema de propiedad intelectual beneficiando a la comunidad de origen. En la etiqueta de la droga o producto debe aparecer el nombre de dicha comunidad y recibir las regalías correspondientes.

Igualmente es necesario que, se implemente un permanente monitoreo y control, para asegurar su uso responsable y seguir de cerca los beneficios de las tecnologías como la modificación genética, pueden dar a las comunidades, por ejemplo plantas que se producen a alturas antes imposibles de crecer, o soportar plagas, o incrementar las cosechas por hectáreas o producir lanas con colores naturales o disponer plantas con vitaminas antes insospechadas etc.

Esta desconfianza puede disminuirse y revertirse si se habla con mayor transparencia que no solo se comunique lo positivo sino también los datos relevantes que la sustentan. Se tiene que hablar de las virtudes de la agricultura y la ciencia y aclararles las pruebas realizadas que sustentan su implementación. No se puede predicar las bondades de la ciencia en la agricultura sin tomar en cuenta las principales preocupaciones de la población, se tiene que atacar a las causas que generan la alienación y desconfianza en la ciencia y tecnología.

Toda nueva tecnología tiene que incorporarse tomando en cuenta políticas de inclusión social, es decir que se señale con claridad la repartición de utilidades, protección ambiental y propiedad intelectual. De otra manera será difícil obtener un real impacto social de la ciencia y tecnología en los países de elevada pobreza pero abundante riqueza biológica.


Lima, noviembre de 2007

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