DESDE EL POLVO DE JIRCAN AL GRAMADO DE SAN MIGUEL









Entre los años de 1961 a 1968, desde el barrio de Ago Calle hacíamos futbol, primero en la cuadra, en la esquina de la casa de mis amigos, hijos de don Lucho Núñez, y, luego, en el polvoriento Jircán. Indefectiblemente, cuando el sol acariciaba la tarde, los niños de diversos barrios, desde Umpay a Quiullán, o desde Jupash a Oropuquio, /1/ convergíamos. Apenas llegábamos, poníamos piedritas, como arcos, o cuando aumentamos en edad y mejoramos nuestra infraestructura, plantábamos nuestros arcos, con maderos endebles que no soportaban sendos tiros libres de Acucho. En épocas como las actuales de vacaciones de Julio, solían visitarnos los primos de Lima, notorios por su color pálido, distintos a lo oscuro de nuestra piel.

Sin ningún televisor en nuestras casas, con solo oir la radio, y los inigualables programas deportivos, Ovación de Pocho Rospigliosi, o Pregón Deportivo de Oscar Artacho, imaginábamos los campos verdes que nos pintaban, y construíamos las jugadas que narraban. Así, al día siguiente en el campo, los ejercitábamos. Algunos, llevábamos recortes de periódicos, pero eran los que por suerte, su padre los compraba. Nuestros sueños de niños eran estar presentes, en el Estadio Nacional y ver algún clásico, Chumpitaz contra Perico León, o Nicolás Fuentes contra Baylón.

- "haber, esta es la jugada nueva que se ve allá, se llama bicicleta, pasas los pies por encima, y luego levantas la bola con el taco, y cae delante tuyo, dejando al defensa perplejo, esa es la de Baylón, aquí ustedes no están al día", argumentó en una de esas tardes, mi primo Miqui Arellano.

Por cierto nos dejó medio desconcertados, sin ninguna palabra, nos miramos como avergonzados, nuestro estilo en Chiquián, tenía como formatos a nuestros héroes, Juvenal, Choclón o Rayo. ¡Machura antes que filigrana!. En eso, Cañita uno de los menores del grupo, tomó la bola y dijo.

- "eso lo he hecho varias veces, miren",

Hizo rodar la bola, y como si todo fuera fácil, realizó la jugada dos y tres veces, la famosa bicicleta. Aplaudimos y desafiamos: "haber Miqui, hazlo tú". Intentó pero no le salió, así que, "mejor juguemos, el que puede, puede", gritó Erich. Años después, Cañita, deslumbraba en Huaraz, jugando por San Francisco, fue uno de los primeros profesionales chiquianos del futbol, pues le pagaban para hacerlo.

Cuando las tareas de separar becerros, lo permitían, teníamos tiempo para ir antes que todos al campo de Jircán, también llamada, "Plaza de Acho". Entonces, los primeros que llegábamos, comenzábamos haciendo desafíos, como las Dominadas (pataditas con la bola sin que caiga al suelo), con apuestas. Una o dos bolitas de cristal, dependiendo de cuantas dominadas se proponían. En mi caso, no tenía rivales, a los de mi edad ya les había ganado. Por ello, en una de las tardes, cuando nos encontramos, con uno de los conocidos dominadores, del barrio cercano a la casa de don Florentino, el popular Paty, no quiso jugar conmigo, pero si le desafió a mi hermano Uli. Era menor que él, digamos un, año, yo le llevaba tres y a Paty uno. Cuando se es niño, hasta los meses pesan. Al inicio, Uli, no quiso, no era para menos 5 bolitas, toda una fortuna.

- Lo jalé a un costado y le dije en voz baja, "Uli, tú le ganas. No te preocupes de las bolitas, yo tengo. Pero hazlo tranquilo". Mi seguridad, se basaba, en que con él, en mi casa y en la esquina del barrio, practicábamos siempre, y le había visto llegar a cincuenta. En cuanto a bolitas, en casa, tenía una botella entera, de cientos que había ganado.

Finalmente aceptó, !!5 bolitas al que primero llega a 100 dominadas!!. Alicho, tomó las apuestas, "5 bolitas, ni cucus, ni piquis", advirtió. Luego, mojó con saliva la piedra lajita, por una cara. Y preguntó,

- "Paty, ¿seco o mojado?". Con pose, triunfalista, de total confianza y sonrisa displicente, respondió, "Seco", "porque seco lo voy a dejar". Alicho, al abrir la mano y notar que lo que se veía era la piedrita con la cara mojada, dijo, "Como ha salido mojado comienza Uli".

Abrimos espacio, en el lugar más plano del campo, el que daba hacia el coso, o la salida de los toros en tiempos de corrida. Uli, cogió la bola de cuero grande, número 4, y comenzó; había nervios, el árbitro, era el único que decidía. Con la bola pegado al empeine, siguiendo todas las reglas de esta técnica, rápidamente, pasó los veinte, y sin siquiera haberse movido mas allá de 1 metro cuadrado; pero llegado a los 40, casi la bola se le va al piso, pero logró controlarla. De reojo vi a Paty, imperturbable, casi ni miraba lo que ocurría, pero cuando pasó los 50, cambió su sentir, de lo que estaba sentado se paró, cogió su zapato, y se ajustó los cinturones. Su calzado era una lancha, nada proporcional con su estatura. Precisamente su fama de dominador, se basaba en que la bola dormía en esos largos zapatos, indefinidamente.

Mientras eso Uli, trastabillaba, por ratos dominaba con el pie izquierdo, o subía la bola a la rodilla, los cambios indicaban cansancio, ¡!increíble, había superado los 80!!. Para todos los dominadores, de esa edad, eran números gigantescos, en un solo envión. Así, casi evitando el calambre, llegó, a trompicones a !!96!!, no le alcanzó llegar a los cien a pesar de la barra. Pero el número era notable. Antes no le había, visto llegar a esa cifra, era el record de Uli. Me sentí confiado, por supuesto admirado, luego, abrazándole le ayudé a sentarse para descansar.

Ahora le tocaba a Paty, al temido Paty, al bravo de las dominadas de Jircán. Cual boxeador ajustándose los guantes, él le echó un par de salivazos a la punta de sus calzados, y se paró. El público, que iba llegando al campo, se arremolinó, para ver el desafío, para mis adentros, veía que la valla era alta, llegar a 100 era difícil, el reto se había puesto así, porque se esperaba que lo alcanzaran en unos dos intentos, pero no en uno. Eso lo sabía Paty, yo lo había visto, de seguro que en dos pasaba los 100 pero en una difícil. Así que confiado esperé, tomando asiento a cierta distancia. El campo abierto de unos 12 metros de diámetro, era el "ring". Con la solvencia que lo caracterizaba, raudamente pasó los 40, pero para su mala suerte, no pudo controlar, la bola y perdió el control con solo 48. El público, no creyó lo que veía, el desconocido Uli, estaba a punto de derrotar al temido dominador de Jircán. En la segunda vuelta, Uli, hizo 70, y Paty no paso de 80, siendo derrotado. Algarabía en el grupo del barrio Venecia. Mi hermano se ganó sus bolitas, pero más que eso, había sido capaz de aceptar el reto, y superarlo. Enseñanzas de niño que sirven para la adultez.

Ahora, en el 2011, cuando las rodillas, se hacen duras para mover, o cuando los meniscos, casi destrozados pretenden abandonar las piernas, nuevamente nos volvemos a reencontrar con los hermanos Vílchez (Hugo y Percy), moradores de la cuadra cercana a don Florentino, con quienes también estábamos en Jircán en las tardes narradas. Y, como si fueran las añoradas tardes de mayo en Chiquián, también nos reencontramos con los hermanos Núñez, el popular Comuno, condiscípulo de Uli, y compañero de esos partidos en Venecia y Jircán, ahora viene acompañado de su hijo Rodrigo, y Javi, su hermano menor, que solo ha oído estas historias, pero juega muy bien como todos sus hermanos.

Párrafo aparte para Miqui Balarezo, que luego de sus transitados años, por diversos países, se da el tiempo suficiente para separar el campo de grama artificial, a espaldas de Hirahoka en San Miguel, y como si la niñez volviera, bulle por el campo, derramando entrega y alegría.

Escribo esta nota, porque mis sobrinos (José, Nei y Carlos) que también asisten al campo, acompañados de sus parejas, lean y se entretengan recordando que el futbol trae alegría, particularmente cuando se reúnen amigos, con ansias de reencuentro y compartimiento de historias y anécdotas de ayer y hoy.

La Pluma del Viento
Lima, 07 de agosto de 2011

/1/ Es el nombre de los barrios en Chiquián: Umpay (barrio arriba), Quiullán (barrio abajo), Jupash (oeste), Oropuquio (este). 

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