TEATRO: SANTIAGO ANTÚNEZ DE MAYOLO EL POETA DE LA INGENIERÍA



Como en los tiempos de primaria, cuando mis queridos maestros de la Pre-351 en Chiquián, nos convocaban a preparar alguna obra teatral con motivo de alguna fecha importante, así recibí la invitación del dramaturgo mas importante de Ancash, don Áureo Sotelo. “Hoy, presento en el Ccori Wasi, mi obra El Poeta de la Ingeniería, en homenaje al sabio Santiago Antunez de Mayolo”. 

Esa noche, postergué todo,  crucé con dificultades las grandes avenidas de Alfonzo Ugarte y Arequipa, llegué a las 19:15 horas, sin embargo ya había comenzado la reunión, propuesta a las 19:00. Allí en el escenario, nuestro paisano don Áureo se encontraba explicando a la audiencia como un gran maestro, la importancia del teatro y  las dificultades que tienen que vencer este tipo de obras: el teatro histórico.  Los primero aplausos premiaron su presentación.


No sabía quiénes eran los actores, así que eran gratas las sorpresas conforme aparecían. En primer lugar el gran actor, Reynaldo Arenas, representando al Sabio Santiago, deslumbraba,  su calidad actoral, en las diversas escenas conforme avanzaba en edad, es Sabio,  dejando en el público la sensación de tenerlo al sabio en persona; batallando por la Energía para el desarrollo del país. Enfervorizado el público le devolvía incesantes aplausos, pues sentíamos que ese peruano, sí quería el progreso de su Perú. Y, lo hacía convencido que el agua, la ciencia y la ingeniería, podían hacerlo realidad: “Señor ministro, la ciencia es colaboración, es democracia efectiva, no es patrimonio de ningún pueblo, ni de ninguna raza”. Sin embargo era incomprendido con desfachatez, por la burocracia estatal, incompetente, “(SAM) es un loco, un vendedor de ilusiones, de estos que vuelven del extranjero y creen que nos traen la panacea”. Este comportamiento explicaba con claridad porqué seguía vigente el mensaje Raimondino, “Perú mendigo sentado en un banco de oro”.  Esos desplantes de la ignorancia en el poder, sacudían la sensibilidad del público, parecían escenas actuales de los políticos y los científicos peruanos.

El Sabio iba envejeciendo y seguía clamando: “cuando la ganadería, la agricultura, el comercio, la industria, el transporte, se asienten sobre la base de la electricidad, solo entonces venceremos definitivamente al hambre, a la ignorancia… Pocos comprenden que de las presas saltarán millones de caballos eléctricos que galoparán en tropel por la selva, por la falda de los Andes, por la llanura de la costa, esparciendo por doquier la simiente del progreso”.

Pero el gran sabio, tenía como apoyo y compañera a su esposa Lucye, quién la impulsaba a continuar su lucha, ella también era una mujer muy preparada, sabía del valor de la ciencia, amaba al Perú como pocos, porque lo conoció a plenitud, acompañando a su esposo, en sus múltiples viajes, ella decía: “El amor al Perú y sus recursos, el amor al trabajo, a la ciencia, a la técnica se debe cultivar desde la más tierna edad, el tiempo en que los niños desarrollan todos sus potencialidades psicológicas”.  

En el teatro, esta bella “Vikinga: Noruegues”, se lucía (representado por la actriz Kiara Díaz), argumentando, una visión revolucionaria. “Nuestro sistema educativo anda mal, seguimos educando a nuestros niños, no para el triunfo en los campos de la vida de la ciencia, sino para ser, a lo más , funcionarios pasivos que han de anquilosar sus articulaciones entre las cuatro paredes de una oficina pública”.

La obra culminó, los aplausos tronaron felicitando a los actores y al director, que habían sido espléndidos,  entre ellos los chiquianos nos alagábamos porque representando al ministro, estaba el actor chiquiano don Fernando Vásquez. 




Para cerrar la obra, subió al escenario don Áureo, la gente lo premió con aplausos, se lo merecía largamente.  Desde el escenario, cedió la palabra al público que en su mayoría le expresaban su admiración y denostaban porqué los medios de difusión no promocionaban obras como ésta, que además de conocer a nuestros mejores valores nos llena de optimismo, de autoestima, de creer en nuestra sangre, en nuestros  niños, jóvenes y profesionales peruanos que moran lejos de la capital de la república, casi olvidados. 

Me retiré contento, diciéndome que esta obra debería ser presentada en las escuelas, universidades y parques, nos impulsaría peruanidad, aprecio y respeto al conocimiento, al mérito y desprecio a arrogantes, ignorantes, y corruptos que suelen ocupar los más altos cargos públicos.

La Pluma del Viento

Lima, 18 de junio de 2013

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