EUROPA Y PERU: EMPLEO TECNOLÓGICO
Ahora, a minutos de volver de una ciudad
europea (Praga), pisar suelo peruano y recorrer el trecho entre el Aeropuerto a Ingeniería, observé el contraste que tienen estos dos “mundos”, que están en nuestra misma
tierra, y habitados por los mismos seres humanos. Aquí en el lado sudamericano nos enfrascamos en luchas por más derechos (seguro con razón), pero cuánto nos
olvidamos de que tenemos también los mismos DEBERES, hacia otros seres humanos
y hacia la tierra. A esto sí los pasamos por alto y no hacemos las grandes
movilizaciones.
Habría mucho que contar, pero lo
primero que se me ocurrió fue, el contraste en el transporte, y esto porque
desde el aeropuerto tomé un taxi, y lo tomamos doble con un colega, desde el "Jorge Chávez" hacia Ingeniería parando primero en Palao, todo por 65 soles. El precio
parecía caro pero entre dos personas, resulta razonable. Salimos por la vía de Tomas Valle, dimos
vuelta por la auxiliar de la panamericana, y allí vino el espectáculo del
choque de mundos, aquí columnas de mototaxis, copando casi la vía completa, y
como había algún espacio, también estaba una motocicleta vendiendo frutas con
su propio foquito. Casi sumergido en ruido y aire contaminado, pasamos hacia la
primera dirección. Luego volvimos hacia la auxiliar de la panamericana y llegue
al segundo punto.
Había transcurrido solo horas
para ver cómo el mismo ser humano, enfrenta sus responsabilidades de diferente
manera, en el europeo con orden incluso se ven pocos semáforos porque la
preferencia la tiene la persona y todo vehículo grande o pequeño se detiene
para este fin, ¡Qué maravilla!, nos decimos, eso es un imposible en Perú, y no
porque la ciudad sea muy grande, sino que ese comportamiento no lo suelen
realizar los conductores en cualquier barrio donde no hay tal tránsito. No
estamos acostumbrados a ponernos en la situación del otro, que puede ser un
anciano, una persona preocupada, o un niño descuidado. Simplemente preferimos
nuestra persona, nos sentimos dueños de todo, o abusadores de todo, queremos confrontación,
estamos a punto de blandirnos a puño con cualquiera, y qué mejor en la calle.
Nos frenamos porque por suerte hay una luz roja, porque si no la hubiera los vehículos pasarían raudos casi
rozando nuestras narices. Aquí es una lucha por la sobrevivencia y como tal
provoca en el hombre el retorno a los métodos donde prevalecía la fuerza bruta ante
la razón. Nos sale nuestros instintos prehistóricos (no animales porque ellos guardan mayor respeto).
Entonces es lógico que en estos
ambientes del “vale todo y sin asco” se refuercen métodos, se perfeccionen técnicas
donde la fuerza se imponga, y surjan organizaciones delictivas cada vez mejor dotadas y
disminuya en esa misma proporción el interés por tener mejor racionalidad, simplemente
desprecian el estudio y la educación.
Entonces cuando vemos futuro, y
proyectamos estos escenarios, la situación se torna muy peligrosa en Lima, estamos
cobijando soluciones basadas en la fuerza con desprecio a la vida en sociedad, y
desprecio por la educación como alternativa de cambio y desarrollo humano.
Por tanto, frente a esta alternativa
de sobrevivencia, “del vale todo”. La responsabilidad está en las autoridades
locales (consejo distrital) y nacional (el gobierno), quienes tienen que
proponer soluciones creativas hacia un mejor futuro, donde se forme y emplee la
razón, el conocimiento. El camino más directo que surge es la promoción de la educación
práctica, aquella que paralelamente a darte más conocimiento te provea de
ingresos económicos para vivir (luego ahorrar y crecer). Necesitamos, que las municipalidades y gobierno central
implementen, TALLERES DE ENSEÑANZA PRODUCTIVA, donde los jóvenes desde los 13
o 16 años, puedan en cosa de 3 o 6 meses, aprender alguna técnica: telares,
gastronomía, metal mecánica, diseño gráfico, móviles, etc. El asunto está en
llevar la tecnología al alcance de ellos.
Para cerrar les comento una historia
corta de un lugar donde había un árbol que proveía de frutas a un grupo humano,
y ellos solo con las manos comían muy contentos, sin embargo pronto se agotaron
los frutos que sus manos podían alcanzar, hasta que alguien creativo construyó
una escalare y con ella pudieron coger todos los frutos que el árbol aún tenía
y sobrevivieron.
Con esto hacemos notar que mucho
de nuestras necesidades no se cubren no porque falten recursos, sino
el problema es que no tienen accesibilidad a las tecnologías y conocimiento ya existentes que les puedan ayudar a resolver sus necesidades (o mejorar su situación). Estas tecnologías usualmente están en manos de los que dominan la economía. Por ello es responsabilidad
de los gobiernos locales, regionales y nacional, poner en las manos de los
jóvenes la tecnología, el mundo digital, este es el camino más corto y real
para promover más democracia y posibilidades de desarrollo humano.
La Pluma del Viento
Lima, 6 de noviembre de 2016
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