Las Decisiones de Muerte y la Superrealidad

Consternado veía (en TV, 06-06-2009, 23 horas) las noticias en los últimos programas serios de la noche, la ministra del Interior y dos oficiales de alta graduación daban declaraciones sobre la muerte de 12 policías y desconocido número de civiles (nativos), en una acción de desbloqueo de las carreteras cerca de Bagua. Mientras se producían las respuestas y preguntas, volvió por mi memoria las muertes del frontón en el primer periodo de gobierno de Alan García, 1985-1990. La decisión habría sido: “Srs ministros habrán el puente sin miramientos y si no deciden entonces dejen el cargo”.

El número de policías muertos parecía inexplicable, si es que la operación hubiera estado bien planificada. Me era inexplicable que, por no discutir una ley y derogarla (en la tarde anterior en el Congreso), se había llegado a estas circunstancias. Como siempre, todos tenían la razón y nadie era responsable, nadie del gobierno me refiero. Para la ministra el responsable era el dirigente nativo, y de parte de ellos incluido en partido Nacionalista era directamente el presidente García. Pero lo que más me indignó fue la respuesta de la ministra, cuando dijo que ella había propuesto se suspenda le ley por un periodo de 3 meses, tiempo en el que se podría estudiar o discutir observaciones. Pero, que eso no se pudo hacer por desacuerdo en el parlamento. Si esto fuera cierto, todos los partidos, pero en especial el APRA, que para otras circunstancias tiene una habilidad de convencimiento bien reconocida. Aquí no lo hicieron porque en el fondo no lo sintieron importante. Los afectados eran “nativos, ignorantes, finalmente gente de segunda o tercera categoría”.

No podemos dejar de aceptar que la decisión de abrir el pase a toda costa debió ser del conocimiento del presidente, y por ello me volvía a la mente la situación del Frontón. Ambas situaciones me reflejaban que nuestro mandatario cuando se enfrenta a situaciones difíciles no tiene miramientos contra la vida. Mi indignación se acrecienta, cuando sabemos que el Estado y la democracia sí tienen las herramientas para arreglar estas situaciones. Sabemos todos que si alguien da la orden de “me abren el paso a toda costa” al personal apostado con sus herramientas (bombas y fusiles) el resultado será muertes. Porqué antes de dar esta orden, no se convocó a un obispo X, Y, Z para mediar, o el propio primer ministro no se desplazó al lugar de los hechos, como Jorge del Castillo (en su momento). Acaso no valían este acto las vidas perdidas, NUEVAMENTE, de suboficiales desconocidos de tan solo 23 años, que hoy sus madres y familiares en sus hogares pobres, de pisos de tierra, paredes sin tarrajeo, en algún asentamiento humano, lloran sus muertes. De qué les sirve que los traigan en aviones dorados con símbolos de la fuerza aérea, o los lleven a misas concelebradas de una gran iglesia del centro de Lima. Eso no les devolverá nada de sus seres queridos. Tal vez más bien sirva, sí, para que la ministra de interior, primer ministro, el ministro de defensa y el presidente de la república, ingresen con lentes oscuros, y rictus de tristeza forzada, para decir que lo sienten, pero su verdadera intención es política. Ocultar las equivocadas decisiones y la falta de interés en las soluciones guiadas por la vida. En lugar de priorizar la soberbia del poder, las enseñanzas de Maquiavelo y la altanería del limeño presidente. Necesitamos la humildad sabia del líder, que ama y reconoce que somos diversos pero fundamentalmente iguales, y que no aceptamos ni las dictaduras de color o raza, ni del conocimiento, ni del sexo, ni del dinero. Los costeños, los serranos los selváticos somos peruanos con los mismos derechos y valías.

Intentando explicar nuestro comportamiento, me vino a la mente el concepto de Realidad y Superrealidad, que nos exponía el físico nuclear argentino, Ernesto Sábato. Y, entonces, decía que nuestra cultura occidentalizada percibe como realidad, casi exclusivamente la parte externa, el cómo te vistes, el cómo hablas, el cómo te peinas o te pintas. Si lo es de una forma distinta a la nuestra (“promedio o normal”) entonces los discriminamos, los vapuleamos, los arrojamos, particularmente al que lo consideramos “ignorante”, pobre, aborigen, nativo etc. Tal vez en eso los hombres de ciencias naturales, hemos contribuido a señalar que la realidad es lo “objetivo” lo que vemos, lo que palpamos, lo que los instrumentos nos dicen y perciben. Preferenciamos la materia interactuante, casi inmutable. Así, subrayamos la externalidad. Eso no creemos que sea falso, el asunto cambia cuando la observación es sobre el ser humano. Esa externalidad, queda corto para describir su realidad. Y, entonces, debemos superar esa realidad –externa-, y entrar hacia la realidad que radica en el interior de la persona, en su mente, en sus sentimientos, a esto Sábato le llama la Superrealidad. Y esta sería realmente la verdadera realidad. Y que solo si comprendemos y aspiramos a mirar esa Superrealidad comprenderemos al ser humano en esencia. Y que cuando lo hagamos, entonces el hombre será comprendido independiente de vivir en la casa más humilde, en el lugar más alejado, en la casa más amoblada, porque igual ellos tendrán alegrías, tristezas, frustraciones, religiones, dioses igualmente valederos. Al final cuando muramos nos convertiremos en la misma cantidad de polvo.

Lima, 05 de Junio de 2009
Presentado en el programa de Radio Antarki, 1110 kHz del 08-06-2009. En el programa de los lunes de 4 a 5 pm, Ventana a la Ciencia. http://www.radioantarkiperu.com

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