LA ENERGÍA NUCLEAR OPCIÓN OBLIGADA PARA LUCHAR CONTRA EL CAMBIO CLIMATICO

Siempre la Energía Nuclear ha tenido como imagen representativa las explosiones de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Pero aquellos que solo muestran eso, olvidan las abundantes aplicaciones pacíficas. Entre ellas no solo están las aplicaciones médicas o industriales o alimentarias, sino también está su uso en la generación de la Energía Nucleoeléctrica, en este rubro se convierte en la mejor alternativa, frente a las fuentes de energía de los hidrocarburos emisoras de gases de efecto invernadero, causantes del sobrecalentamiento de la tierra. A eso hay que añadirle la futura escazes de agua y la manipulación política e ideológica que hacen algunos países ricos en petróleo y gas.

Si antes la opción nuclear era objetada y postergada, por sus costos elevados, seguridad y desechos radioactivos. Hoy, esto se ha superado en la medida de los altísimos costos que genera el deterioro del medio ambiente. Igualmente los nuevos reactores nucleares (generaciones recientes que se están usando en China y EEUU) han afianzado su seguridad y disminución de desechos radioactivos, en algunos casos la eliminan. El caso paradigmático antinuclear de Chernobyl, se debió principalmente a la situación política de la URSS que no permitía el acceso de los organismos inspectores como el OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica). Todo esto se ha tomado en cuenta para afirmar que la opción nuclear es una realidad segura.

El reconocimiento a la opción nuclear como fuente de energía viable la han dado los Premios Nobel de Química, en la 59° reunión de Lindau en Alemania. Allí ellos concordaron que “El cambio climático es creado por el hombre y por él debe ser resuelta, con urgencia. Y que para eso no se debe excluir la energía nuclear”. En esta selección de nobeles de química estuvieron: Gerhard Ertl, alemán (2007); Robert Grubbs, estadounidense (2005); Walter Kohn, austriaco (1988); Harold Kroto, británico (1996); Rudolph Marcus, canadiense (1992); Mario Molina, mexicano (1995); y Sherwood Rowland, estadounidense (1995).

El Nobel mejicano, puso en alerta la situación: “hay una pérdida del 7% anual en la extensión de los glaciares, duplicando la extensión de regiones áridas, el aumento significativo de inundaciones, incendios forestales y sequías desde 1950”. Añadió, que “se ha probado científicamente que actividades humanas están provocando el cambio climático”. “La situación de este calentamiento no tiene precedentes en miles de años”.

Cabe destacar que Molina, Rowland y Paul Crutzen (holandés) compartieron el Nobel de Química de 1995, por su trabajo de la destrucción de la Capa de Ozono. Fueron estas investigaciones la que llevaron al Protocolo de Montreal (1987), condenando los gases CFC. Y gracias a ella, hoy, el tamaño del agujero de ozono sobre la Antártida está siendo disminuida.

De otro lado, sin embargo, a pesar de la gravedad del cambio climático global, solo se ha elaborado el modesto y fracasado Protocolo de Kyoto (1997). Por ello están puestas nuestra atención y expectativas en la próxima conferencia de Copenhague, en diciembre de 2009, para esperar un protocolo distinto al Kyoto y podamos mirar mejor el futuro después de 2012.

La opinión pública debe conocer que la atmósfera demora muchísimo para reaccionar. Los gases nocivos pueden permanecer desde decenas hasta centenas de años. Por ejemplo el principal gas del efecto estufa es el dióxido de carbono (CO2), demora en estabilizarse en cien años, por ello es urgente cortar las emisiones hasta por la mitad en las próximas décadas.

Pero la tierra con todos sus recursos, ¿podría abastecer a cualquier cantidad de población y a cualquier nivel de crecimiento económico y confortabilidad?. Claro que no. Eso nos debe llevar a modificar nuestros malos hábitos y hacer más eficiente nuestra “huella ecológica” (cuánta tierra consumimos!!). Pero, también, debemos reconocer que no es inevitable corregir este peligro, los Nobel nos dijeron que existe la tecnología para hacerlo. Desde la esquina de la química, se podría hacer baterías más eficientes, nuevos materiales para mejorar el desempeño de los paneles fotovoltaicos y de las turbinas eólicas, y procesos para retirar el CO2 de la atmósfera y almacenarlos. Desde la física, destacaron la fisión del uranio (que es la que actualmente se usa en la mayoría de reactores nucleares) pero recomendaron seguir avanzando en las nuevas generaciones más seguras. También se habló de la fusión de núcleos, que desde hace casi tres décadas permanece como una promesa, y con suerte estaremos usándolo en unos 20 a 30 años, esta sería la solución soñada, para el problema energético.

Pero como dije al inicio del artículo, la energía nuclear trae intrínsecamente el posible uso bélico, como muchas otras tecnologías. Eso lo destacó y recordó el Nobel Kohn, advirtiendo “Soy los suficientemente viejo para recordar las bombas atómicas lanzadas en Japón, y también los suficientemente joven para ver lo que está ocurriendo con Corea e Irán”, y que “necesitaremos muchos reactores nucleares con ello podríamos sugerir la proliferación de la opción bélica”.

Así, queda en nosotros reconocer que independiente de tener o no reactores nucleares la opción ideológica del fundamentalismo, podría poner en peligro la humanidad con productos biológicos y no por eso debemos parar la biología. Lo que queda en la raíz de todo es la formación de seres humanos, amantes de la vida y la paz. Eso sí, nos compete a todos sin distingos, por ello comencemos por asumir nuestra responsabilidad y eso ya será un gran paso.


La Pluma del Viento
Lima, 05 de julio de 2009

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