TURBULENCIAS DE LA RAZÓN
No seas temeroso
no pasa nada. Me repetía varias veces, como estimulándome a no tomar muy en
serio el hecho de tener temor a viajar en avión. Efectivamente la razón y las estadísticas nos
llevan a esa expresión:
“Es más seguro
viajar en un avión de Lima a Europa, que hacerlo en un chosicano, Plaza Grau -
Chosica”
Eso parece
cierto, el riesgo es mayor, los números así lo dicen. Hay más números de
accidentes en la ruta del chosicano, sin embargo también la estadística dice
que en una accidente de avión, el 99.9% no sobrevive,
mientras que en el caso de chosicanos, hay más sobrevivientes.
Esta es la
discusión interna que siempre ocurrirá a muchos cuando viajan solos, lo que desaparece
en parte, cuando vas con otros, porque te pones a conversar de diferentes
temas. Seguro que hay diversas maneras que uno vence esta situación incómoda.
Una manera que yo hago cuando la turbulencia aparece es taparme los oídos y generar
un ruido interno, que oculta la sensación externa. Y, como son cosas de
segundos, suelo superarlo. Otra, es mirando a las aeromozas o trabajadores que
se desplazan como si nada ocurriera, entonces concluyo, “ellos no tienen
incomodidad, ¿porque debería tenerlo yo?”.
Pero, también,
hay lugares y/o regiones donde la turbulencia, suele ser más frecuente y/o más
intensa. En el Perú, esto ocurre cuando vas a la zona de la selva, he notado el
incremento de las turbulencias cuando se ingresa a ella, la explicación parece
ser la variación de corrientes de aire al pasar de la sierra a la selva por
cuestiones de temperatura. Eso me ocurrió cuando de día ingresaba desde Brasil
a la sierra y las montañas de Bolivia. El avión caía como si hubiera encontrado
un vació y hasta la copa de cerveza que llevaba tuve que asirla y luego de unos
segundo se detuvo. Sin embargo debo reconocer que nunca tuve alguna experiencia
de turbulencias que llevaran a los gritos de las personas y menos a que se
abrieran algunas gavetas, aunque sí he visto es suceso por TV. Con solo
imaginarme me pongo nervioso, pero no creo que eso me lleve a gritar, no creo que
me saldría, algún grito agudo.
Sobre esto de
turbulencias, tengo un recuerdo, en un vuelo
que hacía de Europa a Lima, y un día
anterior había ocurrido el terremoto de Haití, entonces mientras estaba
volando, arriba, en un gigantesco avión de la línea Air France, me preguntaba un tanto despiadado, hereje o
intratable. Que ocurriría si se produjese un accidente aquí, ahora, ¿qué haría?.
Bueno lo que haría es aceptar que llegó
el fin.
Mientras escribo
esta nota en el avión, en el asiento 28C, última fila del pequeño avión que no
dispone de TV en los asientos, ni audífonos etc, a 10 mil metros de altura; mi
interior me dice a modo de previsión, “no escribas, puede ser mal agüero, se
puede considerar como un desafío a Dios”. Sin embargo, como la razón puede más
que las cábalas, continué escribiendo. Y, ahora desde un punto de vista
ateo: No tiene sentido rezar frente a
las turbulencias, decía, porque si Dios existiera, hubiera podido hacer algo en
el terremoto de Haití, a fin de evitar la muerte de tantos niños, que no habían
aprendido maldad humana alguna, empero murieron. Entonces qué sentido
tendría rezar por la vida de los 180 pasajeros de este avión, donde no hay ni
siquiera 10 niños, y mucho de los restantes seguro que son ultrapecadores. En consecuencia, la conclusión es que dios no existe, por tanto no tendría sentido rezar mientras el avión cayera. Porque si no estuvo cuando los niños lo necesitaban, menos estaría aquí para salvar a los pecadores.
Estimado lector,
recuerda que escribo esta nota en mientras viajo con el único fin de hacer tiempo, mientras
discurre las horas en este destartalado avión, así que, ni los creyentes amigos
míos lo tomen como una falta de respecto a su creencia, ni los ateos la
consideren como una declaración de ateísmo.
La
Pluma del Viento
Vuelo
Sao Paulo – Lima
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