A NELITA EN SU ANIVERSARIO
Hoy día estoy en casa, recuperándome de
la gripe. El malestar no me permite ver el computador, con comodidad. Siento
pesadez en la cabeza y la nariz medio quemante no deja pasar con tranquilidad
el día en casa. Pero hay que soportar ya pasará, es así la gripe. La
loratadina, recomendación de Chole, que tomé ayer me calmó mucho los incómodos
estornudos y fluidos. En medio de eso, siendo el medio día, prendí el
computador y leí el mensaje de Uli, el siempre atento, especial, recordándonos
de esta fecha y también, el agradable, correo-saludo de Nei.
En casa, Chole ya nos había advertido de
los cumpleaños, cuando el domingo desde la radio por el programa de Tadeo,
"Por los caminos de Chiquián y la provincia de Bolognesi", ella envió
sendos saludos para Nelilta y Ame, al son de huaynitos con sabor chiquiano. De
modo que los paisanos se enteraron del regocijo de la casa Zúñiga, donde Chole
y mi mamá, tu adorada abuelita Luchi, te recuerdan y te envían muchos saludos,
los mayores deseos por que estés bien. Ellas a diario te recuerdan en sus
oraciones; confían plenamente en tí. No se cansan de contarme, de los grandes
retos que pasas, y también exaltan tus sentimientos de desprendimiento,
solidaridad y sacrificio por los pobladores de la selva.
Yo, que cuando naciste, esperaba un
varoncito, no puedo dejar de admirarte por lo seria y organizada que eres. En
eso, tu padre y tu abuelo te dejaron sus huellas. Cosa contraria a mis
costumbres, a pesar de mis esfuerzos. Recuerdo que naciste en 1984, estaba
trabajando en el IPEN de la Av. Canadá, en San Borja, pendiente de la noticia,
y con cierto sueño. Pues la noche anterior cuando tu mamá le vino dolores de
parto, nos comunicó a casa para llevarla al hospital, creo que subimos al
escarabajo amarillo, con Chole, como a las 7 u 8 de la noche; las conduje al
hospital del empleado, luego de estar algunas horas esperando en emergencia,
entrada la noche, volví a casa. Me fui al trabajo, pidiéndole que me
comunicaran la buena nueva. Así, en la mañana del 18 de octubre, recibí la
noticia, -¡ fue mujercita!. Me repuse de la sorpresa y grité, ¡qué piña! Sin
embargo, luego reconocí que llegó una hermosa flor a ese joven hogar, de Marco
y Ame, y que su aroma, belleza y alegría, trascendió hasta nuestra casa.
Mi papá, Antuco y mi mamá, luchi,
derrochaban alegría, cuando llegabas. Desde chiquita, la abuelita, haciendo lo
que ella podía, te preparaba platitos de cuy, que ella criaba en la azotea.
Pasabas de mano en mano, disputándonos por cargarte, no estábamos acostumbrados,
pues los hijos de Nili y Chole, eran hombrecitos. Fuiste la primera nieta, la
primera sobrinita. Recuerdo verte sentadita en el escritorio del cuarto de mi
papá, cuando te enseñaba a leer, con sus métodos cuajados en caseríos y
distritos de la provincia de Bolognesi. Lueg nos contaba de lo inteligente que
eras, – se parece a su papá- decía. Cuando crecías, y te visitaba, a veces me
sonrojabas cuando, sin incomodarte contabas chistes colorados. Cosa que nunca
me gustó. Menos de una niñita, pero finalmente nos reíamos. También vuelve por
mi mente, cuando venías a la casa, y en el comedor de Chole, en el tercer
piso, nos reuníamos con todos los sobrinos, incluido Miguelito y los
“extranjeros - venían de Huaraz”, Yuse y Pierito, y les hacía cantar. Luego a
los 10 añitos, nos enorgulleció, cuando ingresaste al Humbolt, colegio de mucho
prestigio y de difícil ingreso. Pero era mi deseo pendiente.
De ahí para adelante no pude seguirte
con anécdotas que pueda recordarte. Mis recuerdos son escasos, porque estuve
siempre distante. Esa distancia, no solo es estar separados por ciudades o
regiones o continentes, también estar distantes es cuando no se hace llegar
algún saludo, alguna palabra, durante la semana, o mes, así vivamos a
solo un metro. Ni el trajín del trabajo, ni los kilómetros de distancia
debieran ser obstáculos para expresar nuestros sentimientos, nuestra
preocupación, nuestro cariño, a todos aquellos que queremos, que nos setimos
parte de una familia, de un hogar. No esperemos, que cuando queramos
comunicarnos realmente, no hayan respuestas nunca más.
Esta gripe, me ha permitido quedarme en
casa, leer correos y escribir algo. ¡porqué no me da más veces la gripe!, para
continuar escribiendo a todos los familiares que están distantes. También me
permitió mirar de cerca a mi madre y hermana que a pesar de sus pocas fuerzas,
se sacrifican para compartir mi gripe, trayéndome comida, agua y
sobreponiendose al riesgo de contagio. ¿Porqué no podemos aún estando
buenos de salud, hacer un alto para responder los llamados del corazón o los
correos nunca respondidos?. ¿Porqué no aprendí a visitar a los familiares como
mi padre lo hacía?. ¿Porqué me hice de mucho trabajo, o mucho estudio
alejándome de los que amamos, a tal punto que terminamos en soledad?. Las
respuestas, que la den los especialistas; me contento con escribirte Nelita, y
sé que en tu confrontación con la vida, lejos de tu casa, te permitirá tener
tiempos de soledad, necesarias para evaluar, nuestras metas, nuestros caminos,
nuestro relacionamiento. Así, aumenta más tu sabiduría.
Cuánta falta nos hace confrontarnos con
nosotros mismos. Y compartir nuestros análisis con los más cercanos, es una
manera de educar a los niños y jóvenes de la familia. Ellos también, como
cuando fuimos jóvenes, tienen más dificultades de expresarse, ni siquiera con
sus padres. Por eso aquellos que de alguna manera, surcamos vallas,
irrepetibles, escribámonos, compartámoslo, es una cura, una medicina para todas
las enfermedades. Paro por aquí, como guardando material para el próximo
mensaje, espero que no sea hasta la próxima gripe.
Querida sobrinita, recibe en este tu aniversario todo nuestro cariño y recuerdos, te saludamos desde Honorio Delgado, tu antiguo barrio de Ingeniería. Aquí con Chole y Luchi brindamos por tus éxitos y nos alegramos por ser como eres.
Hasta siempre
Tu tío Acucho
Ingeniería, 20 de octubre de 2009
1 comentario:
- Gracias Tío Acucho por tan lindo post.
En momentos complicados es bueno saber que hay todo un grupo de personas detrás tuyo que te quieren y respaldan.
Un abrazo,
Nela
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